『Capítulo 25: Aún Lejos』

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Otro tortuoso día daba comienzo, arrastrando los pies caminaba el rubio hasta la cocina donde su novio estaba preparando el desayuno, este al verlo se acerco a saludarlo dándole un beso en la frente, el chico se veía realmente mal, sus ojeras se volvieron mas notorias, ya ni se peinaba y hasta con la pijama se veía mal.

─No dormí nada anoche ─dijo sentándose y llevándose la tasa de café, que estaba ubicada en la mesa, a su boca.

─Yo menos cariño, yo menos ─susurro contagiándose de los ánimos de su pareja.

─Me pregunto… ─pauso un momento ─… ¿Qué estará haciendo ahora? ─se pregunto, haciendo que el otro asiente ante eso.



En unas calles desoladas,  casi llegando a las afueras de South Park, en un callejón a la par de un restaurante de comida dudosa, sentado sobre unos cartones y cubriéndose con periódicos, estaba el niño apoyado contra un bote de basura ocultándose, apenas podía dormir, el frio hacia mella en él, podía decir que estaba acostumbrado pero ya paso tiempo que se alejo de las calles y debía comenzar de nuevo. Tenia sus ojos cerrados fuertemente, extrañaba su hogar, su cama calentita, que su padre el rubio lo despertara con el cuidado que solo el lo hace, el azabache preparando su desayuno y recibiéndolo con una sonrisa y luego salir a buscar a su enérgica tía, porque así la consideraba, y luego ir a la escuela y ver como se despedían de él.

Sintió algo tibio correr su rostro, aun con los ojos cerrados dejo escapar unas lágrimas, extrañaba todo eso y mas, pero no podía dejar que le vuelvan a hacer daño. Como pudo se reincorporo de su lugar, le dolía el cuerpo, esa posición no era para nada cómoda.
No circulaba nadie por las calles, buscaba un buen lugar para refugiarse y quedarse ahí no era seguro, aferro bien su mochila contra su espalda y comenzó a caminar, le dolían los pies, pero debía continuar, sintió como su estomago gruño, no comía nada desde anoche, no tuvo suerte encontrando comida esa noche, quizás esta mañana tendría suerte.
Llego a las afueras de una panadería, esculco el tacho de basura de al lado y unas hogazas de pan encontró, guardo una en su mochila y se dispuso a comer la otra.

─Como extraño la comida de papá Craig ─susurro sintiendo como las lágrimas iban a volver a descender.

Paso su brazo por sus ojos, termino como pudo de comer ese pan casi duro, y volvió a tomar rumbo a un punto inespecífico.





Mientras en otra parte, un hombre de apariencia peligrosa, estaba en un pequeño departamento con muy mala pinta, apenas tenia muebles, este sujeto estaba conversando con otro, con una sonrisa maliciosa miraba a quien lo acompañaba.

─Tu casa sigue siendo un asco ─le dijo el sujeto.

─Ni te fijes, no te interesa este lugar, quieres que consiga al mocoso ─decía desinteresado.

─Ni aun que sea tu hijo, te importa, ¿Cierto? ─comento sonriéndole.

─Ni siquiera se si ese es mi hijo, su madre era una zorra, capaz me lo encajo de otro, pero me servirá de algo ─comentaba despreocupado ─Además, no eres quien para juzgarme, bien que se para que quieres al niño.

─No lo negare, me encantan jóvenes ─soltó una risotada que haría temblar a cualquiera.

─Por lo que supe por mis contactos el mocoso huyo de esa casa, por lo que ya puse a mis clientes a buscarlos a cambio de su mercancía ─comentaba tranquilo.

─Perfecto, recuerda, mientras mas rápido lo encuentren, más será tu compensación ─este solo sonrió mas al saber todo el dinero que recibiría por ese engendro.

ℒ𝑜 𝓆𝓊𝑒 𝓃𝓊𝓃𝒸𝒶 𝓈𝑒 𝑜𝓁𝓋𝒾𝒹𝒶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora