El Príncipe de Plata

IX

Cuando volvió a los establos, Tiberius se encontró con un panorama totalmente distinto al que había dejado. Livia se encontraba sentada sobre un gran bloque de alfalfa leyendo un retazo de papel. Su vestido largo y sedoso se enredaba con la tierra y el pasto bajo suyo. Roy estaba a su lado pero tenía un aspecto imponente como jamás lo había visto, su semblante era otro, de facciones duras, y miraba alrededor de ellos como si estuviera listo para atacar. Christopher acariciaba uno de los caballos mientras no apartaba la vista de su hermana y movía su pie de arriba a abajo con intención nerviosa.

Se acercó a ellos bajo la mirada de los tres que habían notado su presencia, e intentó buscar en su mente lo que les diría para explicar las palabras de su madre. No era que ella le hubiera informado su inevitable visita a Winchester o la repentina huida de Liana sin previo aviso, incluso tampoco se trataba de la evidente angustia que había ornamentado su rostro al verlo acercarse. Fueron las palabras de su madre aun frescas en su memoria, en un tono de amenaza que sugería que conocía cada una de las intenciones de los jovenes, en un claro y evidente anhelo de impedirlo. Tiberius estaba más asustado que nunca.

-Tenemos serios problemas- decidió informar.

-¿Tú crees?- Livia se puso en pie y le entregó el papel en sus manos.- Es de Liana. Me lo ha dado antes de marcharse. No me gusta nada de esto ¿Qué es lo que madre quería?

-Informarme sobre mi partida en una semana y que debo pedir la mano de Liana a su madre una vez que su padre haya fallecido.- Pensó en dejar que la advertencia de su madre quedara solo para él, pero ocultarle a su hermana semejante amenaza no traería nada bueno.- Madre sabe lo que estamos haciendo.

-¿Te lo ha dicho?- Contrario a Tiberius, Livia no se veía para nada asustada, sino más bien, con la rabia provocando el fuego forjador en sus ojos.

-Dijo que tú y yo deberíamos mantenernos alejados de lo que no comprendiamos. Ha esperado a que me fuera para hacermelo saber. No quería una conversación sobre el tema, solo amenazarnos.

-Es tan...- Livia ahogó sus palabras y dio un largo respiro antes de volver a componerse.- Debemos ir con mayor cuidado ahora. Lo que esté pasando es más grande que solo nosotros, Ty. Si Liana es honesta, significa que también está en peligro.

Tiberius sintió su pecho martillear a un trote tan galopante que hasta el mejor caballo del reino hubiera desaparecido a sus espaldas. Si Liana estaba en peligro, significaba que tal vez después de todo ella había sido sincera respecto a él. Quizá, muy en el fondo, ella aun era la muchacha dulce que había llamado su atención y con la que había estado dispuesto a mantener la compañía. Tal vez, deseó, Liana aun era la mujer de la que podría enamorarse.

-Debemos rescatarla.- Dijo convencido.

-Con todo respeto, alteza- Roy se acercó, aun cuando su tono mantenía una ligera gota de carisma que lo había caracterizado siempre, seguía serio y alerta-, debemos ser más cuidadosos ahora. Eloy es fiel a su madre hasta la última gota de vida, y han sido cautelosos todo este tiempo y no impidió que la reina averiguara sus planes. Ella tiene más aliados de los que ustedes pueden conseguir. Y no tardará en encontrarlos a todos y deshacerse de ellos.

Tiberius miró inmediatemente a Christopher. Él estaba demasiado absorto en las palabras de Roy y la mirada de Livia que ni siquiera parecía saber que Ty estaba allí. Pensó en como aquél muchacho que tenía todo por perder porque lo poco que tenia era lo único que podía llamar suyo, estaba dispuesto a hacerlo con tal de ayudarlo. Pensó en la forma en la que lo miraba, como si realmente estuviera viendo a Ty y no a la corona sobre su cabeza o la larga riqueza colgando de su cuello. Recordó el gusto a libertad que sus venas sentían cuando estaban juntos y lo oía reír. No podía permitir que nada le pasara.