VII

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Tiberius tenía demasiadas dudas en su cabeza que no le dejaban descansar. Usualmente sus pensamientos se volvían tan redondos como el sol, y de su mismo porte, girando motoramente como un molino de viento en una tormenta. Aunque intentara apagarlos, incluso si buscaba enfocarse en algo nuevo, ellos seguían ahí y no paraban aunque quisiera gritar. La información de Roy sobre su madre no era la excepción y parecían aullar dentro de su mente, volando y aplacando todo lo que conocía.

Detrás de sus oídos podía oír el rugir de las proclamaciones de la reina mandando a callar a los hermanos diciendo que su palabra siempre sería la última y que Tiberius sería el futuro rey. Ahora sabían que era cierto, porque al parecer ella se las había ingeniado para ocultarles durante años que la decisión de su padre había sido que Livia sería la gran monarca. Tiberius no podía sentirse más abarcado por las dudas y el miedo de no reconocer la verdad.

No saber lo que su madre tramaba le estaba agobiando, estaba saturado de terrores sobre sí mismo y era demasiado cobarde como para enfrentarlos por sí solo, por lo que esperaba que Livia pudiera con ello. Pero no había podido estar un segundo más en esa habitación donde sabía que su hermana no callaria una sola de sus preguntas a Roy, esperando hilar el plan de la reina y descubrir lo que estaba detrás de las puertas macizas de su oficina. Asi que se marchó, huyó de ellos, y caminó con una velocidad desesperada hacia el único lugar donde sentía que habría alguien honesto. Si él le fallaba también, temía que tal vez ya no tendría nada.

Abrió la puerta de servicio y dejó que el ruido de la cocina se peleara con los gritos de sus pensamientos. Los vapores que emanaban las grandes cacerolas de cobre inundaron sus sentidos y sus ojos buscaron con desesperación al muchacho que prometía ser su amigo. Cuando lo halló con la vista se quedó paralizado ¿Qué hacia realmente ahí? ¿Podía confiar en él? ¿Podía siquiera confiar en alguien ahora?

No tuvo tiempo de responderle porque él ya lo estaba mirando. Llevaba puesta la misma camisa que había usado en el té y había estado sonriendo mientras limpiaba la mesa de madera, pero se borró al ver la expresión en Ty. Quizo marcharse cuando sus ojos celestes se ocultaron bajo su ceño fruncido y se acercó a él sin apartar su mirada. Sus movimientos fueron suaves cuando se mantuvo a una gran distancia y odió cuando lo reverenció.

-Alteza, ¿en qué puedo brindarle mi ayuda?- Vio por el rabillo del ojo los movimientos nerviosos del resto de los plebeyos.

-Necesito ayuda con mi caballo.

-Su alteza real- el gran cocinero (que ahora Ty sabía que era el padre de Christopher) apareció frente a ellos y dio una inclinación respetuosa-, con todo respeto, ¿qué puede hacer un cocinero en los establos?

-Eso no te incumbe- dijo molesto-. Acompañame- ordenó.

El jefe de cocina miró con enfado como Christopher asentía y seguía a Tiberius en un mortal silencio hacia los establos. No hablaron en el camino, aun si Ty se moría por oírle a hablar o que al menos se callara mientras él se quejaba de no aguantar otro día dentro del castillo.

Estaba hecho una gran contradicción. Quería quedarse a cumplir su deber solo por su madre pero quería marcharse lejos de la corona para vivir la vida que siempre anheló. Quería que Livia fuera reina porque era lo que merecía y deseaba pero no estaba dispuesto a luchar por ello a causa de su propia cobardía. Quería poder desconfiar de Christopher porque todo lo que estaba dentro del palacio era falso y sucio pero quería que se quedara y fuera su amigo como le había prometido. Quería gritar pero entonces queria poder quedarse en silencio para siempre.

Los caballos relincharon suavemente ante la llegada de ambos y Christopher fue hasta su caballo para prepararlo por él. No lo miraba, parecía absorto en sí mismo y Ty se preguntó si tal vez él se arrepentía de todo, si había arrojado al fango la camisa nueva para evitarse problemas y ahora no le apetecía su compañía. Estaba asustado, su corazón latia muy deprisa, y no saber le estaba matando. Siempre había sido una persona que necesitaba todas las respuestas, sentirse seguro al estar un paso delante de todos, y ahora estaba kilómetros atrás sin ninguna noción del saber.

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