Vivir en Londres no es tan fácil, apenas llevar un año y medio aquí, se siente diferente y raro, no en un mal sentido. Sino que apenas se sobre este lugar.
La ciudad de Londres, tan triste y brumosa en invierno, tiene también sus días de esplendor...
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—¿Te ha molestado lo de hoy?—pregunta recogiendo sus cosas del césped.
—No, ¿por que debería molestarme?—le regreso la pregunta.
—No lo se, yo quería pasar la tarde contigo.
—Yo también, pero podemos hacerlo otro día. Aparte hoy no estuvo tan mal.
—Si bueno, pero no pudimos hablar ni un poco—escucho como se queja.
—Si hablamos.
—Ya, pero después me quede jugando un rato con mis amigos, tus amigas se fueron y aquí estamos apunto de irnos.
—Entonces,¿A ti si te molesto que vinieran tus amigos? Tu mismo me preguntaste si querían que se quedaran.
—Creo que no nos estamos entendiendo—suelta una risita—El tiempo lo disfrute y mucho, pero pensé que hoy después de haberte recogido de tu empleo podríamos haber tenido un tiempo a solas y hablar.
Asiento mientras miro como rebusca entre sus cosas.
—¿Y mi camiseta?
—Ou—la sacó de mi bolso—Lo siento—se la extiendo y él se la pone, pasándosela por la cabeza.
—¿Y...de que querías hablar?—levanta su cabeza.
—Bueno, primero iba a preguntarte si ayer la pasaste bien—muevo mi cabeza para observar la sonrisita que trae en el rostro.
Es muy adorable, tengo que admitirlo.
—Si ¿y tu?—empiezo a caminar a su lado.
—Genial, yo...yo creo que fue una noche increíble—admiro la sonrisa en su rostro.
—Si...—sonrió al recordarlo también.
—Podría repetirse, ¿tú que crees?—posa los ojos en los míos.
—Si...lo disfrute mucho—me quedo callada mientras caminamos por la calles—Aunque no me gustaría perder la amistad que tenemos si volviéramos a tener otro encuentro—me sonrojo por lo que digo—Lo siento.
Pero es verdad, no quiero dejar de vernos ni distanciarnos, el caso es que no quiero echarlo a perder todo.
—Si, yo creo igual que...¡Cuidado!—me toma del brazo bruscamente y me jala hacia el.
Mi cuerpo impacta duro contra el suyo. Su aliento también choca con el mío, y esta mentolado y con un poco de ese olor a cigarillo que tanto me gustaba, antes.
Suelta un suspiro. No me había dado cuenta que el semáforo estaba en verde todavía y que los autos pasaban a toda velocidad.
—Hostia puta—murmura, alejándome de él. La gente que estaba a nuestro al rededor esperando a que el semáforo cambie de color nos miraba atentamente.