Vivir en Londres no es tan fácil, apenas llevar un año y medio aquí, se siente diferente y raro, no en un mal sentido. Sino que apenas se sobre este lugar.
La ciudad de Londres, tan triste y brumosa en invierno, tiene también sus días de esplendor...
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Lunes / 12:43 pm
—Maldita sea—murmuro cuando se me derrama un poco de café de la taza.
—¿Estas bien?—pregunta Michell mirándome.
—Si—asiento, hoy definitivamente no pudiera irme mejor ¿no?
Llegue tarde a trabajar por que me había quedado totalmente dormida, ayer me la pase mirando las demás series en las que aparece Hero. No puede evitarlo y ya me encontraba googleando su nombre de nuevo. Me dormí hasta tan tarde que hoy no me levante a la hora en la que me tendría que haber levantado. Por lo que no desayuné y encima me tuve que venir corriendo, y que se me derrame el café por segunda vez ya es un mal día.
—Déjame que ya lo limpio yo—dice detrás mío cogiendo el paño.
Yo le agradezco y llevo la bandeja con el café y un para de aperitivos más hacia la mesa.
Cuando regresó Michell ya limpió el desastre que hice.
—Gracias—digo y el sonríe.
—No hay de que—deja el paño sucio en el fregadero—¿Como te fue el jueves con tu hombre?—rio por el nombre que le ha puesto.
—No es mi hombre—lo corrijo—La pasamos bien, aunque luego llegaron sus amigos yo tuve que invitar a mis amigas y luego se la paso toda la tarde jugando con ellos—hago una mueca.
—Rayos—murmura.
Ni siquiera se por que le estoy contando toda mi vida a un compañero de trabajo. Pero presiento que desde que nos conocimos pegamos una buena amistad.
—Si...pensé que íbamos a tener un tiempo para hablar, estar a solas y eso. Y no me molesto que llegaran sus amigos solo quería pasar tiempo con él—le cuento todo—además teníamos que aclararnos algunas cosas. Pero luego de eso le hable y por algo que yo dije se enojo, o se molesto—ni siquiera se que le paso—Y no nos hemos dirigido ni la palabra.
—Uff, ¿no te dijo que le pasaba?—niego.
—No me contó, solo dijo que no estaba de acuerdo con lo que yo le había dicho, pero...¡Ni siquiera yo se lo que estaba diciendo aquel día!—refunfuñó—¡No soy adivina, no se lo que le pasa!
—Tal vez deberían hablar de nuevo—sugiere pero yo niego.
—Lo he intentado pero no puedo.¿que le digo? Ni siquiera pude sacarlo de mi cabeza estos días, ¡me la pase viendo sus películas y sus series!—Se sorprende.
—¿Es famoso?—dice con ojos grandes. Yo asiento.
—Si, y actúa demasiado bien—me quejo mientras me dejo caer sobre la silla del mostrador.
—Háblale, ¿Hoy se ven?—yo asiento—Genial, empieza a decirle lo que estas sintiendo, no tengas miedo. Cuéntale que estás confundida y que estás todo el rato pensando en él.