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La delicada pero potente melodía retumbaba el salón rodeado de espejos, fuertes pisadas resonaban en el suelo de madera.

Una revoltosa cabellera rubia movía su cuerpo con la delicadeza de un pincel sobre una hoja, trazando una obra de arte con cada paso que daba, cada expresión que mostraba. Jimin creaba arte, pues el simple hecho de bailar le quedaba corto.

Su delicado atuendo aterciopelado blanco se movía junto al chico, la tela se ondeaba junto al viento, haciendo magia con cada movimiento. Jimin bailaba como si su vida dependiera de ello, como si callera hacia el vacío.

El moria y volvía a nacer bailando.

El rubio era conocido en el mundo de la danza contemporánea por la ligereza con la que bailaba, por sus potentes pasos y como con su baile, expresaba justo el sentimiento que quería demostrar. Él era un angel.

Y ese era justo el papel que debía interpretar. Junto a su grupo practicaban arduamente el baile contemporáneo que debían presentar en poco tiempo, siendo el rubio el centro de atención. La temática iba sobre angeles y demonios, siendo Jimin el angel caído, enamorado de la muerte.

Practicaban con sus atuendos del evento, para ir acoplandose a sus personajes, pues más que bailar, debían actuar, expresar el sentimiento de sus roles. Conectar con el público.

Y en eso Jimin era experto, pues con su danza podía hacerte llorar de alegría o tristeza, dependía de lo que él quería dar a demostrar.

-¡Buen trabajo chicos!-. Gritó el coreógrafo una vez finalizada la práctica, aplaudió efusivamente observando más atentamente a su chico estrella. -Jimin acercate-.

El rubio se encontraba empapado en sudor, la suave tela pegada a todo su cuerpo, mostrando la suave piel tras esta gracias a la transparencia del material. Caminó descalzo hacia en frente, suspirando por el cansancio.

-¿Qué desea?-. Bebía de su botella de agua, agotado.

-Necesito que hagas un solo. Pensaba dárselo a Taemin pero he notado en las últimas prácticas que tu demuestras más sentimiento a lo que deseo expresar con este baile-. El adulto frente a él comentaba sus planes, admirando al chiquillo frente a él, que a lo largo de diez años ha estado con él, moldeandolo.

-¿Cree que puedo ser capaz?-. Preguntó con duda. Pese a que el chico era realmente increíble bailando, él aún mantenía sus dudas en cuanto a su baile.

-Por supuesto que sí. Eres mi chico estrella ¿Cómo no?-. Le dedicó una sonrisa, revolviendo sus sudados rizos. -Anda, ve a casa. Piensa en ello, quiero una coreografía para la semana siguiente.

-¿La-a semana siguente?-. Preguntó ahogándose con su bebida, abriendo los ojos exageradamente. -Pero profesor eso es muy poco tiempo, además el recital nos pisa los talones. Y-yo no sé si podré-. Habló extremadamente rápido, nervioso y tartamudeando por el corto periodo de tiempo que se le fue exigido.

-Jimin, si te lo estoy pidiendo es porque sé que podrás ¿De acuerdo?-. El profesor además de ser amigable y como un hermano para Park, este era realmente exigente en cuanto a las coreografías.

-De acuerdo-. Se resignó, pensando en miles de pasos a la vez, atorados en su mente.

Él realmente amaba hacer solos, sin embargo necesitaba más tiempo para planear una buena y sólida coreografia. Sus clases de guitarra serían un impedimento.

Yoongi va a matarme.

Luego de su último encuentro en el bar, el chico torpemente pudo llegar a su hogar sin ser atropeyado por algún auto. Insistió plenamente en que el pálido no lo acompañase pues viva cerca a él, dejando al mayor preocupado y lamentándose, pensando en que podría pasarle lo peor al chico mientras caminaba y sería toda su culpa. Sin embargo este llegó en una pieza, mandando una foto borrosa al pálido en señal de que se encontraba vivo.

GUITAR ; YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora