27.

135 19 5
                                    

Su vida era normal.

Solía ver televisión con su madre en las tardes tomando café o comiendo algún pastel hecho por ella, esperando que su revoltoso hermano llegase de sus ensayos con la banda y se uniera a ellos, contando sobre la nueva canción que había compuesto o invitándolos a su próximo concierto.

Le gustaba ir a nadar a la piscina comunitaria con Jihyun y hacer guerra de agua, saliendo con uno que otro moretón producto de los exagerados golpes que se propinaba jugando.

Tomarle fotos en sus conciertos y captar cada gota de sudor gracias a los movimientos bruscos que hacia por la euforia de tocar frente a personas que gritaban su nombre, mostrándole luego las miles de fotos que había tomado a él y a sus compañeros.

Habían veces en las que simplemente se echaban a ver anime en la habitación de Jimin junto a Taehyung y los tres apostaban por ver qué personaje moría primero.

Solían también apostar por quien se metía más uvas a la boca, Jimin siempre ganando por mucho.

Su hogar irradiaba alegría y felicidad.

Totalmente ajeno a lo que ocurría ese día de marzo. Se encontraba junto a Jihyun en esa habitación blanca, tan blanca que le daban ganas de morir con tan solo ver el color viejo y las grietas, mientras se perdía en los sollozos de fondo que su hermano dejaba escapar, la palma de su madre yendo de abajo hacia arriba sobre su espalda intentado calmar su temblor. Su padre hablando con el médico intentando parar la lagrima que amenazaba con salir.

Jihyun perdería su mano derecha producto de una infección que lo haría perder el brazo si no se actuaba rápido. A una semana de su cumpleaños número dieciocho.

-¿P-pero no habrá otra manera? ¿Otra solución?-. Su padre preguntó con angustia, masticando las uñas de sus dedos, hablando con desespero al médico de su hijo, quien con pesadez observaba la tabla llena de información en sus manos.

-Lo siento Señor Park, si no queremos que esto afecte al resto de su extremidad, deberemos tomar acciones antes de que sea demasiado tarde-.

Otro sollozo sonó en la habitación, la voz rota retumbando en los oídos de los presentes.

-Entiendo-.

-La operación tendrá fecha para dentro de una semana exacta, aquí coloqué todo lo que necesita el joven Jihyun para estar preparado, el resto de cosas lo proporciona la clínica. Hasta la fecha necesitamos máximo cuidado en esa mano, por favor sean prudentes con su bienestar-.

Jimin observó a su hermano a su lado, quien se veía aún más pequeño en su posición, intentado parar el goteo de su nariz, lagrimas cayendo cual cascada.

La familia Park se estaba rompiendo con cada sollozo que el menor dejaba salir, con cada lágrima las expresiones de todos se hacían más amargas.

Camino a casa, los sollozos no pararon, inundando el auto de amargura y desolación, el paisaje tras las ventanas volviéndose gris ante la realidad que los estaba golpeando, y que ninguno sabía cómo afrontar o ayudar.

-Habla con él-. Su madre sugirió una vez entraron a la casa, Jihyun corriendo rápidamente a su habitación.

Observó a sus padres, quienes miraban con tristeza la penumbra de las escaleras. Su padre buscando con desespero un cigarrillo en su chaqueta.

-¿Y qué le dire? ¿Que todo estará bien? No puedo darle frases alentadoras cuando está más roto que nunca-. Negó frenéticamente, mordiendo sus belfos en nerviosismo.

Un suspiró salió de la garganta de su madre, su mano yendo al cabello rubio de Jimin.

-Hijo por favor, contigo es el único al que se abre, no podemos dejar que se hunda más de lo que ya está-. Suplicó.

GUITAR ; YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora