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¿Qué demonios estaba haciendo?

Invitaste a Jimin a salir porque eres un desesperado de mierda.

Sí bueno, eso había sucedido.

Así que se encontraba casualmente bien arreglado y perfumado, sentado en una de las bancas de la plaza.

De todas formas, sí tenía una excusa para salir, y era que aun seguía sin cuerdas tras haberlas roto hacía dos días, luego de su ataque de pánico. La ansiedad se lo estaba comiendo vivo por no poder tocar.

Se sentía ¿bien? No sabría cómo definir sus emociones a ese punto pues sentía nada.

Y nada, de cierto punto, era todo.

Así como llegó el dolor tras la pelea con la persona que menos quería ver en el mundo, el sentimiento se evaporó al instante, pero dejando un vacío en su pecho, haciendo que el hueco interno que sentía se abriese cada vez más y más.

La situación lo estaba torturando, pero estaba tan acostumbrado al dolor que una dosis más solo lo hacía aceptar cada vez más lo miserable que era.

La señora Kim significaba un punto de quiebre en su vida, significada abrir la herida que estaba siendo sanada débilmente, era traer a su vida a SeokJin.

Era traer a su mente las cosas que deseaba recordar con amor, pero que tristemente recordaba con dolor y agonía.

SeokJin era su todo, ahora era nada.

Pero a pesar de todo el dolor que sentía y la agonía que arañaba su piel, los pensamiento negativo o cualquier acto derivado del dolor desaparecía al instante cuando su nublada mente era pintada por su tan potente color amarillo favorito.

Y sí, ese era Park Jimin.

A ese punto ya había aceptado el hecho de que en efecto, sí le gustaba Jimin, lo cual hacía que sintiese muchos sentimientos varios. Miedo e inseguridades.

No entendía como alguien en tan solo dos meses había destruido el muro que construyó para no volver a enamorarse, alejado del dolor, protegido.

Jimin llegó sin ser llamado, pero en el mejor momento, cuando su vida pedía a gritos una mejora, y desde que el rubio llegó a sus días, su vida estaba siendo grata de disfrutar.

Por primera vez en años, se despertaba feliz, gustaba de ir a estudiar y disfrutaba los días. Disfrutaba tocar con la banda, cocinar con Hoseok, componer canciones, y sobre todo. Pasar sus días con Jimin.

Su mente se enredaba cada vez que intentaba entender porqué le gustaba Jimin, porque no podía simplemente enumerar las razones, porque ni con diez manos le alcanzaría.

Jimin era precioso, su tersa piel, su suave rostro, sus mejillas cubiertas en escarcha rosa, sus rizos dorados, su delicado cuerpo.

Su risa, su humor, su manera de pensar, los miles de talentos que poseía, su voz.

La voz que lo hizo confirmar que le gustaba.

El necesitaba componer una canción digna de tan preciosa voz.

Ay Min Yoongi ¿en qué momento dejaste de admirar a lo más preciado de tu vida?

¿Acaso no juraste amarlo hasta la eternidad?

Sí.

Aunque le gustase Jimin, aún el recuerdo de Jin seguía presente en su memoria, congelado, bloqueado ante cualquier posibilidad de siquiera darse el placer de extrañarlo.

GUITAR ; YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora