2.

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-No-.

Fuerte y claro sonó su respuesta ante tal pregunta qué, no era la primera vez que se la preguntaban.

Park Jimin, quien se encontraba recostado sobre uno de los tantos pupitres del salón, rodó los ojos ante la respuesta del pálido chico que había estado buscando desde el día anterior.

Ocupada con urgencias clases de Guitarra, y ante cualquiera de los miles de músicos que se encontraban en la gran y poblada ciudad de Seúl, su único objetivo era Min Yoongi, quien a palabras de cualquier persona cuerda en el mundo, Yoongi poseía un don especial.

-No te pregunté, lo harás-. Dictó el rubio con el mismo tono rudo que utilizó Yoongi, intentando no desesperarse a la negatividad del pálido.

Con una sonrisa burlesca, el pelinegro lanzó una fuerte carcajada, intentando no insultar a la persona que tenía frente a él, Yoongi odiaba que las personas insistieran en que fuese su profesor, ni siquiera sabía como dar clases.

-Escucha ¿Park?-. Dejó con cuidado su guitarra encima del escritorio y procedió a caminar lentamente hacia el pupitre donde se encontraba la otra persona recostada de brazos cruzados, mirando con la misma intensidad que el pálido miraba al chico. -No sé quién te creas que seas, pero no haré lo que tu digas, fin-. Terminó por decir mientras estiraba su brazo en dirección hacia la puerta, dando a entender que la presencia de Jimin ya no era bienvenida, nunca fue bienvenida.

Park miraba al pelinegro de manera molesta, a punto de lanzarle un golpe en la nariz.

-Enseñame-. Repitió nuevamente el rubio, firme a su petición.

-¡No!-. Arto de la situación, Yoongi procedió a recoger sus cosas y se aproximó a irse rápidamente del salón lleno de tensión y fastidio.

El mayor, seguro de haber lidiado con la situación, caminaba a paso rápido hacia los jardines del instituto, sintiendo paz al no ver tras de él al rubio siguiéndole.

¿Quién era ese chico? Se preguntaba Min mientras caminaba hacia algún árbol cercano del jardín.

Se recostó del árbol que había elegido y dejó todas sus cosas a un lado, miró el reloj que rodeaba su muñeca, apuntando que faltaba una media hora para finalizar la primera jornada de clases. Cerró los ojos y entrelazo sus dedos, intentando buscar la inspiración que se había esfumado ante la presencia de la persona con la que había intercambiado palabras molestas.

-Enseñame-. Volvieron a repetir en el aura de Yoongi, haciendo que este se asustase levemente. Jimin se encontraba de cuclillas a un lado de Min, mirándolo fijamente, esperando qué, repitiendo una y otra vez su petición, se le diera una respuesta positiva.

-¡Que no! Déjame en paz-. Y así, como su molesta alarma se repetía día tras día haciendo enojar a su amigo Hoseok, las insistentes peticiones de Park Jimin por querer ver clases con Yoongi, se repitieron al rededor de tres días luego de ese primer momento.

-Enséñame-.

-No-.

-Enséñame-.

-No-. Una y otra vez, cada que Jimin podía, seguía a donde fuese al mayor, por los pasillos, en el jardín, escaleras arriba, salones vacíos, buscando desesperadamente una respuesta. Jimin no era de rogarle a nadie, esta situación colocaba al rubio en una situación bastante molesta para su ego.

Como si de su sombra se tratase, Jimin seguía al mayor por los pasillos de la academia, manteniendo una distancia prudente para no colocar más incómodo de lo que podría ser su acoso hacia Yoongi.

-Enséñame-.

-Que no-.

-Enséñ-. Jimin no logró terminar la oración, pues Yoongi se volteó rápidamente, con chispas saliendo de sus cuencas, al borde del colapso mental que el menor le ha estado causando esos últimos tres dias.

GUITAR ; YOONMIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora