Capítulo 1

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Notas: Este fanfic me llevó mucho trabajo. Llevo un año entero. Tres veces lo reescribí y lo edité como un millón más. Aun así, estoy orgullosa del resultado. Al principio, Ace no iba a ser trans —el fanfic cambió mucho en el proceso de escritura—, pero Annie de Odair me sugirió la idea y me gustó mucho. Sin embargo, yo soy muy exigente conmigo misma y me esforcé para crear una representación lógica y con sentido, aunque sigo sin estar segura si lo logré. De todas formas, amé hacer esta historia y espero que quien la llegue a leer la ame de la misma forma. Quizá alguien se sienta ofendido por los temas que toca, pero nunca fue esa mi intención. Yo comencé este proyecto queriendo que fuera algo lindo, lleno de fluff y no sé cómo se conviritó en esto, pero lo amo.

Agradezco con todo mi ser a Annie de Odair con su apoyo y amor, que sin ella no llegaría a hacer a estos monstruos hasta el final. Es el padre de esta historia. También muchas gracias a mi hermoso amigo ChainedKura, quien se leyó toda esta historia y me dio sus honestas opiniones y críticas para poder mejorar. Los amo y muchas gracias por bancarme.

Tags: Trans Portgas D. Ace. Fluff and Smut. Family Fluff. Hurt/Comfort. Angst. Depression. Gender Dysphoria. Gender Issues. Body Dysphoria. AU Modern.

Sin más comentarios, disfruten de la historia.

Disclaimer: One Piece no me pertenece, es de Eiichirō Oda.

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La escuela era una mierda. Ace aún se preguntaba cuán necesario era ir, pero la voz del viejo Garp resonaba en su cabeza cada vez que pensaba en faltar. No quería que el anciano lo molestara si se enteraba que no estaba yendo. Sin embargo, sentía que perdía el tiempo dentro de ese sistema educativo retrógrado con imbéciles que sólo buscaban excluirlo o sobresaltar de formas ridículas las cosas que le disgustaba de sí mismo. Todo eso le parecía completamente innecesario. Ace ya se había hecho mala fama golpeando a todos los que lo molestaban en la escuela. Se había vuelto arisco y huraño, como un animal salvaje y solitario, pero así le gustaba.

Apenas pasó por la puerta de la casa, lanzó la mochila a un rincón y suspiró. El olor a comida le hizo rugir el estómago y el ruido fuerte de la televisión le llenó los oídos. Dadan estaba en casa.

—¿Eres tú, Ace? —Oyó la voz de la mujer viniendo de la cocina y allí fue.

—¿Quién más va a ser? —espetó entrando y ella le miró con reproche por su mala forma de responder.

—Siéntate que la comida se enfría —dijo con una voz que casi sonó como un gruñido, pero así hablaba ella y estaba tan acostumbrado que ni se inmutó.

Ace se sentó en la mesa, miró la telenovela que estaban pasando y puso una mueca de disgusto.

—¿Alicia aún sigue mintiendo? —preguntó asombrado mientras un plato humeante de espaguetis con salsa se mostraba frente a él.

—En los avances parecía que Aldo se iba a enterar de la verdad, pero lo estirarán lo más que puedan —explicó la mujer mientras buscaba un cigarrillo para llevarlo a su boca y encenderlo.

—Qué mierda, sólo quieren robar—espetó Ace y Dadan estuvo de acuerdo con él. Algo que apreciaba de la mujer, era que ella no lo recriminaba por decir groserías, aunque quizá fuese la persona de quien las aprendió—. Raquel es una imbécil.

—Oye, mejoró mucho su actuación.

Prefirió atragantarse con la comida antes que contestar.

Esto era algo rutinario. Siempre que Ace llegaba de la escuela, Dadan le daba de comer y comentaban la estúpida telenovela de turno. Odiaba esas ficciones, pero luego de verlas todos los días terminaba conociendo la trama, los personajes y sus conflictos; cosa que quizás hacía que odiara más dicha programación. Sin embargo, no era tan malo compartir ese momento con Dadan.

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