Capítulo 22

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Ese día sería difícil. Ace sabía que se encontraría con fuertes berrinches y llantos, a los cuales no tenía cabeza para enfrentarse. Hoy Luffy debía ir a colocarse una vacuna, pero al niño no le gustaban y le daba miedo, como a muchas personas. Ace le había perdido completamente la impresión a las agujas después de iniciar su tratamiento hormonal, pero su hijo era diferente.

Fueron hasta la clínica temprano un día que no tenía clases en la universidad y su hijo faltó al jardín. Luffy había estado reacio a ir, casi parecía saber qué harían. Tuvo que arrastrarlo para que quisiera entrar, pero ni aun así funcionó. Lo tomó en sus brazos y lo llevó con los enfermeros.

El niño lloró cuando le pincharon la piel y a Ace le dolió tener que oírlo. No le gustaba que sufriera, pero esto era necesario. Esta vacuna prevenía enfermedades como el sarampión o la rubeola. Anotaron esa en su calendario y dentro de algún tiempo le tocarían otras. El enfermero le prometió a Luffy que la próxima no dolería y el niño asintió con los ojos llenos de lágrimas.

Ace lo abrazó y lo llevó en sus brazos mientras salían. Su hijo hundió el rostro en su cuello todavía consternado, pero al menos ya no lloraba.

—¿Ya pasó?

—Sí... —murmuró el niño.

—¿Quieres que te compre algo? —preguntó esperando contentarlo un poco con eso. Luffy no contestó hasta que se apartó para mirarlo.

—Carne.

—Eso hay en casa, piensa en otra cosa.

—Mmm... ¡chocolate!

Rió ante ese pedido y asintió. Podía comprarle un huevo Kinder, se lo merecía después de esa vacuna. Bajó a Luffy y éste le tendió una mano para seguir caminando pero no el brazo donde le dieron la vacuna porque dolía.

Caminaron juntos para salir de la clínica. Ace sabía que Ivan no estaba ese día trabajando y lo lamentó porque le gustaría verlo. Después de todo lo que le pasó, hablar con él le vendría bien.

Ace tuvo una sesión de terapia muy movilizante hace unos días. Le habló a Bon-chan lo que ocurrió con Sabo, cómo lo hizo sentir y qué le estaba ocurriendo en esos momentos. Tenía miedo. Sí quería decirle la verdad, pero a la vez no sabía qué esperar. Sus pensamientos siempre imaginaban problemas. Sabo no reaccionaría bien y Ace lo sabía.

También meditó si realmente valía la pena hacerlo, pero enseguida alejaba eso de su mente. No tenía que mentir ni ocultar la verdad. Bon-chan le recordó también que no debía culparse, porque vivió situaciones muy difíciles y que era admirable cómo se levantó para cuidar a Luffy. Aun así, Ace no creía que eso tuviera valor para Sabo cuando le dijera.

Koala siguió yendo a cuidar a los niños y podía sentir la mirada de la chica sobre él. Percibía que tenía muchas preguntas, y Ace también, pero ninguno dijo nada del tema.

Un día, Ace se acercó a ella para preguntarle si le podía dar el número de Sabo, porque quería escribirle para ponerse al día como habían dicho cuando se vieron. Ella asintió luego de permanecer pensativa y se lo dio.

Ahora el siguiente paso era llamarlo, pero no podía. Mejor enviaría un mensaje, aunque todavía no había juntado el valor suficiente.

Tampoco les había dicho a los viejos aún que lo reencontró. Primero creía que debía hablar con Sabo y después ver qué hacer a partir de ahí.

Toda esa situación era difícil y una mierda. No sabía si iba a poder sobrellevarlo.

Antes de salir, le sorprendió cruzarse con un médico conocido.

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