Capítulo 11

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Volver a viajar le cansó más de lo que imaginó. La primera vez que se subió al avión fue un momento incómodo, pero cuando regresaron lo padeció mucho más. Ese par de semanas en España no estuvieron mal en realidad. El calor del lugar fue muy agradable e incluso paseó por la playa más de una vez.

Garp le había comprado otro celular y era mucho más moderno que el que usaba antes. No tenía botones, sólo una pantalla táctil y Ace se entretuvo bastante utilizándolo. Incluso podía navegar en Internet allí, qué increíble. Su teléfono anterior era muy viejo y estaba roto, pero servía para enviar mensajes a Sabo. Ahora, el número de ese chico ya no estaba entre sus contactos y eso le causaba más melancolía de la que podía manejar.

Perdió el entusiasmo rápidamente por ese celular, aunque nada lo emocionaba demasiado en realidad. Le gustó poder escuchar música. Perdió muchas horas haciendo eso y durmiendo. Dormía mucho y Ace creyó que se debía a que dejó su medicina para la narcolepsia. Luego de un día que la olvidó, perdió la costumbre de tomarla. Garp le dijo que debería ir al médico para que se la vuelva a recetar, pero no le importaba mucho. Ace ya estaba acostumbrado y podía darse cuenta cuándo iba a tener un episodio, casi siempre en realidad.

Rosinante y Law se mudaron con ellos finalmente. Por lo que oyó, a Doflamingo no le agradó la noticia, pero aun así todos regresaron juntos.

La casa era grande, tanto como para que vivieran todos allí y Ace tuviera su propio cuarto. Aunque fue necesario remodelar bastante, comprar muebles, pintar y cosas en las que casi no participó. Al parecer, hacía muy poco que los viejos tenían esa casa y había algunas cosas que aún estaban en construcción.

El verano se esfumó y en noviembre las hojas cayeron manchando el suelo de amarillo y naranja. Hacía frío, mucho, y a Ace no le gustaba. Se refugió en mantas y en ropa abrigada que acababa de adquirir. Nunca sufrió mucho el frío, pero ese otoño no le estaba sentando bien. Incluso se había resfriado. Él jamás se enfermaba, pero llevaba días cansado, con las nariz llena de mocos y las malditas náuseas que no lo dejaban en paz.

Ese día se levantó a las dos de la tarde y podría haber dormido más. Aun así, intentaba levantarse para no sentirse un zángano que dormía todo el día.

Esa semana, Sengoku y Garp habían salido de viaje el día anterior, así que sólo se estaban Rosinante y Law en la casa. Los encontró en la cocina intentando hacer panqueques y Ace frunció las cejas al ver el desastre. El olor a quemado le hizo sentir más enfermo. Rosi lo intentaba pero no era un buen cocinero.

—¡Ace! —espetó al verlo—. ¡Qué bueno que despertaste! ¿Quieres probar?

Miró con algo de desconfianza la pila de panqueques que Rosi le señaló. Algunos lucían quemados mientras que otros lucían mucho mejor.

La cocina tenía una gran isla en el medio con seis sillas y Law estaba en una de ellas. El niño estaba cubierto de harina y se veía gracioso. Ace se sentó a su lado.

—¿Estaban aburridos? —preguntó mientras cortaba un pedazo de los panqueques y lo probaba. No sabía mal como esperó, pero le faltaba un sabor más dulce.

—Cora-san quiso hacer como en el video —dijo Law y le explicó que habían intentado recrear un video de Tasty. Podría haber salido peor.

Vio un frasco de Nutella sobre la mesa y se relamió los labios. Esa maldita pasta era muy rica y cuando la untó en los panqueques el sabor mejoró muchísimo. Últimamente no comía demasiado porque su estómago no soportaba nada. Comía poco y muy despacio porque le daba miedo vomitarlo. A veces bebía té, yogurt y pan que Law despreciaba. Lo suficiente para sobrevivir, pero eso no lo alimentaba y lo sabía. Era difícil porque estaba acostumbrado a consumir grandes cantidades de comida sin que le afectara en lo más mínimo, pero creía que era pasajero.

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