Capítulo 19

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—¿Necesitas ayuda, chico? —le preguntó un señor que había estado viajando con él y Ace se volteó a verlo. Sin querer se había quedado un segundo de más mirando al hombre, como si intentara confirmar que en serio le hablaba a él, pero eso no era más que una mala costumbre.

—Está bien —contestó con una sonrisa—. Solía vivir aquí.

A pesar de su seguridad, eso había sido hace algún tiempo. Esta era la primera vez que Ace regresaba al pueblo de su infancia en esos casi cinco años que se fue, y no volvía solo.

Con un brazo, sostuvo a su pequeño hijo de cuatro años que dormía muy plácidamente con la cabeza apoyada en su hombro y con la otra intentó llevar su equipaje. Sólo era una maleta pequeña, no planeaba quedarse mucho. El viaje en autobús fue largo, pero Luffy se había entretenido jugando y conversando con los pasajeros.

—Se durmió profundamente —comentó la esposa del hombre, quien había estado hablando con Luffy durante el viaje.

—Luego despertará gritando que tiene hambre —dijo con algo de pesar y la mujer rió diciendo que así eran los niños.

Se despidió de la pareja y caminó para encontrar un taxi. Por más que el lugar no fuera demasiado grande como la ciudad, sí podía disponer de esas comodidades. El chofer le ayudó a subir su maleta y él entró en el auto. Luffy siguió roncando abrazado a él sin enterarse de nada.

Le sorprendió notar cómo todo parecía mucho más grande y modernizado que cuando vivía allí. Sin embargo, Ace tenía muchos recuerdos de sus aventuras en esas calles y en el bosque cercano a su casa. ¿Aún seguiría la casa en el árbol que construyó? Lo más probable es que se haya caído. Suspiró pensando que muchas cosas habían cambiado en su vida desde aquel momento y una de ellas no hacía más que acurrucarse en su cuello para buscar calor. Ace cambió el brazo con el que estaba sosteniendo a Luffy porque ya se estaba acalambrando y lo cubrió un poco más con la manta en la que estaba envuelto. El viaje lo cansó mucho, pero no quería que durmiera demasiado o después en la noche no lo dejaría en paz.

En ese momento, pensó que quizá debería haber buscado un hotel o algo donde quedarse, aunque primero quería pasar a saludar y luego pensaría en eso.

"¿En serio vas a ir?" le había preguntado Garp cuando le comentó sus intenciones y le aseguró que lo más probable era que Dadan siguiese viviendo en el mismo lugar. ¿Qué diría ella cuando lo viera? Tragó saliva sin poder imaginarlo realmente.

Al llegar, pagó como pudo debido al niño entre sus brazos y se bajó con su equipaje frente a la casa de la mujer que lo crió hasta los catorce años.

Tragó saliva mientras se encaminaba hasta golpear la puerta y esperó dando un suspiro, ya estaba ahí finalmente.

—¿Quién es? —dijeron al otro lado y Ace creyó poder reconocer la voz—. No estamos interesados en comprar nada...

Los ojos de la mujer que abrió la puerta se clavaron en los de él y sintió demasiados nervios. ¿Qué debía decir ahora? Las palabras simplemente no le salían.

—¿Ace? —murmuró Dadan con un cigarrillo humeante en su boca.

—Hola... —contestó él intentando sonreír.

Antes que pudieran decir algo más, detrás de ella aparecieron Dogra y Magra, quienes se quedaron igual de sorprendidos al verlo.

—¡¿ACE?! —gritaron ambos a la vez y se tensó al sentirse tan observado.

—Ha pasado tiempo —comentó mirándolos esperando que salieran de su asombro y dijeran algo más.

—Ja, ¿qué pasó? ¿Mataste al viejo Garp y estás huyendo? —dijo Dadan orgullosa como siempre.

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