Capítulo 32

601 96 9
                                    

Luego de estar desgrabando su entrevista hace una hora, Sabo decidió estirarse mientras bostezaba. Era tarde, se supone que debía entregar esa nota el mismo día. Sólo le faltaba unos par de minutos pero estaba cansado. Tardó demasiado en desgrabar porque se equivocó varias veces, pero eso se debía a que su mente estaba viajando por cualquier lado. Por más que debía trabajar, no estaba seguro de poder seguir.

No dejaba de pensar en Ace, en Luffy y en qué sucedió.

Hacía muy poco había hablado con Ace y éste le cortó el teléfono.

"No verás a Luffy hasta que quites esa demanda."

¿Demanda? ¿A qué se refería con eso?

Tomó agua que tenía en una botella sobre su escritorio y se quitó los lentes un momento. Desde hacía mucho tiempo, tenía que usar lentes para estar frente a pantallas y no estropear más sus ojos. Sabo era periodista, o lo sería cuando se graduara, así que usaba mucho la computadora y el celular.

Se reclinó en su silla mientras miraba el techo y pensaba.

Algo estaba mal pero no podía resolver qué.

Ace no le contestó más el teléfono. Lo bloqueó y Sabo seguía preguntándose por qué.

Pensó en ir hasta su casa a verlo, pero eso no salió muy bien la última vez que lo hizo. Pero Luffy era su hijo, ¿por qué ahora no podía verlo?

Era raro mencionar a ese niño como su hijo. Aún no se acostumbraba. ¿Alguna vez lo haría? Sabo suponía que sí, pero ahora se había encontrado un inesperado bache en el camino. No sólo era un bache. Recordar las palabras de Ace le hacía pensar que estaba cayendo en un agujero negro sin fin. Qué exagerado. No podía dejarlo así, tenía que resolverlo. El problema era hacerlo sin empeorar las cosas. Esto sería difícil.

Las cosas nunca fueron simples para él en realidad. Hasta su relación con Ace fue compleja y generó marcas en su ser que jamás podría borrar. Tan intenso fue lo que vivieron que hasta habían concebido un hijo, aunque eso se debía a la falta de educación y métodos anticonceptivos que en ese momento no tenían .

Era divertido pensar en ese momento, sin embargo. Los recuerdos de Sabo eran borrosos, debido al accidente que tuvo, pero tenía muchas de sus memorias.

Luego de despertar en el hospital, estuvo muy aturdido y con la mente perdida. Su cuerpo había quedado muy magullado y los meses en coma lo dejaron tan débil que parecía a punto de romperse como una hoja seca. Fue necesaria mucha rehabilitación antes de volver a reinsertarse en la vida normal. Afortunadamente, se curó rápido.

Algunos de sus recuerdos estaban perdidos por el golpe que se dio, pero poco a poco fueron cobrando intensidad a medida que su salud mejoraba. En su mente tenía grabado el rostro de Ace, su voz, su sonrisa; pronto también se dio cuenta que lo tenía impreso hasta en la piel. Le daba escalofríos de sólo pensar en eso, en los sentimientos tan intensos que compartieron. Sonrió recordando esos momentos.

Sabo no olvidó lo que sus padres le hicieron. Lo separaron del amor de su infancia, y probablemente el de su vida. Ace fue golpeado y humillado por su culpa. No pudo defenderlo ni hacer nada.

Aún recordaba con dolor cómo su padre lo amenazó ese día diciéndole que si hacía algo para ayudarlo, no lo dejaría pasar. El miedo le sacudió cuando vio armas brillando en las manos de los hombres de confianza de su padre. ¿Llegaría al punto de matar a un niño sólo para obligarlo a hacer lo que quisiera, aunque eso costara hacer infeliz a su hijo? Sabo, en aquel entonces, no quiso averiguar la respuesta a esa pregunta.

Volver a ver a Ace le dejó en shock. Al principio no creyó que fuera él, pero cuando se miraron de cerca lo supo, lo sintió. Jamás pensó que lo encontraría, que Koala lo conocería. Aún recordaba ese día que llegaron. Sabo se sintió perdido y abstraído pensando todo el tiempo en Ace. Incluso recordaba a Koala diciendo "Si tuvieras Instagram, lo hubieras visto. Tengo una foto con él" y ella le mandó una captura. Sabo todavía la guardaba.

DisforiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora