Capítulo 16

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Contra todo pronóstico, logró dormir un rato más, porque de verdad estaba muy cansado, y dejó al bebé sobre su pecho. Era demasiado calentito, mucho más de lo que hubiera imaginado, no quería dejar de abrazarlo. Cuando lo tenía dentro de su cuerpo apenas lo dejaba dormir y ahora descansaban los dos cómodamente. Se reclinó en la cama y el niño se acomodó en su pecho mientras Ace lo miraba. Era diminuto. Le acarició la cabeza y la espalda. Parecía demasiado blando también, casi sentía que podría derretirse sobre su cuerpo si se descuidaba.

Aun así, el cansancio lo venció y durmió. Oyó que Garp hablaba con la enfermera pero ni eso bastó como para que se quedara despierto. Se sentía agotado y con cada parte de su ser destrozada, pero también muy tranquilo y no sabía decir por qué con exactitud.

Despertó cuando Rosinante, Sengoku y Law llegaron a la habitación. Hicieron mucho ruido, tanto que Ace abrió los ojos con pesar y colocó una mano sobre su pecho dándose cuenta que el bebé seguía allí dormido, él no se había despertado.

Los intrusos traían montones de bolsas y no entendió el motivo. Le dijeron que ahí había ropa, juguetes, pañales; Ace se quedó completamente shockeado. ¿Todo eso era para el bebé? ¿En qué momento tuvieron oportunidad de comprar? Tenía mucho sueño como para preguntar.

—Son unas pocas cosas —explicó Rosi—. Aunque aún nos faltaría una cuna.

—Y un coche para que pasee —agregó Sengoku.

—Es verdad, y también uno de esos asientos para el auto.

Siguieron enumerando todo lo que necesitaban y Ace no entendió nada. ¿Tantas cosas requería ese bebé? Le parecía un poco exagerado, pero aun así le causó gracia lo emocionados que estaban.

Cuando decidió quedárselo fue en un momento de desesperación, pero no se arrepentía. Aun así, no sabía cómo los demás se tomarían la noticia y un poco feliz se sintió al verlos contentos.

—¡Yo traje esto! —anunció Law queriendo subirse a la cama, pero era demasiado pequeño, así que Garp lo ayudó—. Es para dormir.

Ace asintió mirando el pequeño osito blanco de peluche y sonrió. A Law le gustaban mucho los osos polares y era un lindo gesto que le trajera uno. Acomodó al bebé en sus brazos para enseñárselo y tomó el oso.

—Gracias, Law —le dijo al niño y luego miró al bebé—. Lo vamos a usar mucho.

—¿En serio? —dijo sorprendido y se acercó a mirar. Cora-san había dicho que ese niño era su primo, pero Law no estaba muy convencido—. Es muy feo...

En lugar de ofenderse, Ace se rió por ese comentario. Tenía razón, se veía bastante feo, pero para él estaba bien. Era diminuto entre sus brazos y con una cara que parecía la de un extraterrestre. Durante todo el embarazo pensó que dentro de su cuerpo se estaba gestando un monstruo y acababa de comprobarlo, pero no le pareció algo malo. Era suyo y así lo quería.

—¡Law! —Rosinante lo reprendió—. No hables así de tu primo, así son los bebés cuando nacen, después cambian.

—Igual es feo —aseguró el niño alzando sus hombros.

No estaba seguro cómo funcionaban los bebés o si en serio cambiaban a medida que crecían, o al menos eso fue lo que le dijeron. Él estaba bien así como era y Ace se sentía contento de poder abrazarlo, compartir su calor.

En ese momento que estuvieron todos juntos, recordaron algo importante: el nombre. No habían pensado en eso de forma seria hasta ese instante y ninguno se pondría de acuerdo, así que decidieron dejarlo a la suerte.

Entre tanta locura, Ace se había olvidado ese detalle. ¿Qué clase de persona olvidaba nombrar a su hijo? Aunque tampoco tenía una idea clara, pero lo decidirían entre todos.

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