Capítulo V

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Sí, han pasado 4 meses desde aquel accidente. Gracias a Natasha puedo infiltrarme hasta el hospital, donde paso 2 horas observando a Evi, y lo que está quedando de ella. Cada vez más delgada, su cuerpo frío, esas mejillas pálidas que no corresponden a su piel bronceada. Verla así me enfada, no hay un sólo día en el que no pueda estar tranquilo.

Natasha y los chicos vienen siempre a visitarme, debo tenerlos fastidiados de mis llantos y mis palabras de desconsuelo.
Richard no le quita la vista a Natasha, Till se enfada con él, ¿cómo es posible que le falte el respeto de esa forma a su mujer? La misma que abandonó a Lindemann hace unos años. En fin, me vale una mierda lo que tengan esos tres entre manos. Sólo sé que gracias a ellos no tengo la necesidad de bajar las escaleras o subirlas. Natasha los obligó a todos a bajar lo más importante de mi habitación a la pequeña bodega que teníamos en la planta baja. Me han hecho la incomodidad más soportable.

La desesperación me consume mientras camino por los pasillos del hospital con Natasha a mi lado. Vivir con las muletas ya se ha vuelto más fácil, en un par de semanas me quitaran el yeso, pero eso está lejos de ser una alegría para mí.

Natasha me abre la puerta con una sonrisa, me permite pasar y estar a solas con Evi, como siempre.

Cada día la madre de Evi le pide a Natasha que se quede, mientras la señora va a su hogar para ducharse o hacer cosas que la gente con dinero hace. Yo me acerco a ella, me siento en la pequeña silla a un lado de la camilla. Tomo esa mano huesuda, no queda nada de la Evi que llegué a ver.

-Cariño, si el destino pudiera elegir de nuevo a quien llevarse, yo me ofrecería sin duda. No sé si me escuchas pero esto es absurdo. Soy un tonto que no merece las atenciones de mis amigos, mi familia o incluso Natasha. Ha sido una buena persona conmigo, sé que lo hace por ti, todo lo que hacemos es por ti. Tienes que despertar ya, porque este infierno es horrible.

No puedo hacer nada más que observarla mientras acaricio su mano. ¿Por qué Dios permite que esto le suceda a las personas buenas? Nuestra relación no era perfecta pero nos manteníamos unidos ante todas esas peleas, el amor que nos teníamos no podía y jamás podrá romperse.

No sé cuanto tiempo pasa, de pronto la puerta de la habitación se abre de golpe, asustándome.

-Estamos en problemas Christoph, viene su madre y su padre -el terror en sus ojos me hace temer a mí también.

-Mierda, no puede ser.

-Vamos, no te alteres, esto debían saberlo algún día -trata de calmarme con el miedo presente en su mirada y en su voz.

Ellos aparecen en la puerta, en cuanto me ven sus semblantes cambian. El señor Meyer empuja un poco a Natasha para llegar hasta mí, listo para golpearme. Yo me he puesto de pie, sujetando mis muletas.

Pronto Natasha se adelanta para interponerse entre mí y el señor.

-¿Cómo se te ocurre dejar que este imbécil se burle de nosotros y venga a ver a mi hija? -le grita Johann.

-¡Porque he visto lo mucho que la ama! -responde Natasha gritando, sorprendiendo a todos aquí-. Ustedes son unos egoístas que no piensan más que en su estúpido orgullo. ¿Cuál es el maldito problema con que él pase tiempo con Evi?

Me cuesta asimilar esta escena, Natasha defendiéndome, yo no soy capaz de hablar, estoy tan apenado con esos señores porque sé que tienen razón.

-Este bastardo quiso matar a mi hija.

-Christoph lo único que ha querido es estar con su hija.

-¿Cómo has podido traicionar nuestra confianza, Natasha? -pregunta la señora, parándose a un lado de su esposo, decepcionada.

-Siempre voy a hacer lo que es razonable y justo. Christoph no le debe nada a nadie porque si Evi se hubiera accidentado de la misma forma en un viaje con ustedes, puedo asegurarles que no estarían siendo tan rudos con ustedes mismos. Sólo piensen en el gran daño que le hacen a su hija y en lo hipócritas que son los dos -ella se gira para indicarme que debemos irnos.

-Yo lo siento señores, no era mi... -digo al ver las expresiones de chicos regañados que ambos mantienen.

-Tú no sientes nada Christoph -dice Natasha interrumpiendo-. Tú no eres el que debe disculpas aquí, eres quien mejor ha hecho las cosas de todos nosotros y quien más está sufriendo de una forma sincera, no con la hipocresía que estos dos personajes muestran.

Y ella sale de la habitación, yo la sigo. Ambos no fueron capaces de volver a verme a la cara.

Cuando vamos de regreso en su automóvil no puedo decir algo, pero si puedo ver aún la furia en su rostro.

-Christoph, ¿Evi solía ser mala contigo?

Su pregunta me impacta, ¿por qué lo pregunta?, ¿por qué justo hoy?

-Agradezco todo lo que haces por mí a diario pero ¿a qué viene esto?

Voy de copiloto, ella no deja de prestar atención a las calles. Puedo ver su rostro de perfil.

-No tienes contacto con tu familia, sé que la tienes por las fotografías en tu casa, pero no hablas con ellos. El día en que conocí a los chicos te escuché decir que ella te pidió dejar la banda. Evi siempre trataba de evitar que tú y yo habláramos, no tienes amigas. Son tantas cosas que me hacen pensarlo y yo conozco a Evi, lo hago desde que ella tenía 7 años.

-Teníamos problemas, yo haría todo por evitar que ella se molestara conmigo, eso es todo.

Mi respuesta no la ha dejado satisfecha, pero sé que no tiene intensiones de preguntar otra cosa.

Natasha nunca se quedaba a cenar conmigo y esta noche no es la excepción, yo aún necesito tiempo para estar solo. Cuando llego a casa comienza la paranoia. Sus padres no me dejarán volver a verla nunca.

Durante la noche entera no pude dejar de llorar o sentirme mal. Evi es la única razón por la que vivo y sé que han pasado semanas desde aquel accidente pero este dolor no se va a ir, no hasta que ella despierte.

Al rededor de las nueve de la mañana escucho que tocan la puerta y voy a abrirla. Debe ser Natasha porque los chicos tienen llave. Cuando la abro no puedo creer que sus padres están aquí, pero con una cara malhumorada.

FERNWEH |Christoph Schneider|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora