Capítulo XXIII

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—¿Si tú estuvieras en coma?

—Vamos Richard, no puedes comparar, Evi fue una mierda —dice Till.

—Vaya que lo fue —digo para todos—pero ha pasado una semana, soy incapaz de estar con ella y me siento mal por eso.

—Vamos, que Evi no se ha muerto por no verte. Ella sospecha algo, sino sería tonta. Y es que una semana sin verla, desde que despertó, es obvio que ha notado que no la amas —dice Paul, acariciando una pierna de Richard.

—Natasha fue a verla ayer. Sus padres le dijeron que estoy de gira, ellos le enviaron una carta, que supuestamente yo le escribí, Evi no lo cree. Ayer pude ver a Nat muy triste, no quiso decir mucho, tengo miedo de que pueda dejarme.

Todo se queda en total silencio.

—No estoy seguro si debo decir esto pero en la noche habló con Monica y conmigo —dice Oliver—. Dijo que Evi no paraba de llorar por ti y preguntarse donde estabas. Nat sabe que aquella relación terminaría destruyendo a alguno de los dos, pero no le gusta estar en medio de ustedes.

—Ya veo —contesto triste—. Aunque suene tonto, no conté con que Evi despertaría, ya hasta la olvidaba.

—Creo que todos lo hicimos —dice Flake.

—Chicos —Emmanuel sale de su oficina, con una sonrisa, todos nos levantamos de la pequeña sala de estar—. Por favor pasen, tenemos asuntos que tratar.

Al terminar, paso a dejar a Richard y Paul a su hogar. Son unos tipos encantadores que derraman miel. Nunca vi a Kruspe tan relajado y tranquilo, me alegro demasiado por ambos, aunque a veces resulta desesperante cuando se comportan como unos adolescentes descubriendo el amor.

Después paso por Natasha a su trabajo. Ahora ha conseguido ser recepcionista en un hotel. Gana demasiado bien, y está lejos de las miradas pervertidas de personas asquerosas, así nos sentimos mejor.

—Cuando logres ser famoso tendrás que mantenerme por el resto de tu vida —suelto una pequeña risita mientras recibo un pequeño beso en los labios, seguido de esto cierra la puerta del auto.

—Cuenta con eso.

Enseguida vamos al supermercado, debemos hacer las compras de la semana.

—No quiero presionarte, cielo —me dice mientras acomodamos la despensa en los estantes de la cocina—, y lamento tocar el tema pero Evi sale mañana del hospital.

—Si ya puede recibir noticias fuertes, entonces estoy listo para hablar con ella.

—No puedo creer que estés dispuesto a llegar al final de todo, por mí.

—¿De nuevo con inseguridades? —pregunto molesto, observándola, ambos paramos lo que hacemos.

—No son inseguridades, es que cuando sales de una relación tóxica, es complicado sanar. Te has vuelto fuerte e independiente, eso me agrada, así sé que estás conmigo porque lo quieres, no porque piensas que me necesitas.

Sonrío. Me gusta cuando habla de mí de esa forma, es que me aumenta el ego, puedo jurar que estoy sonrojado.

—Te amo, quiero estar contigo, es lo único que importa.

Tres días después, estamos en la casa de los Meyer. Nos invitaron a comer, pero Natasha y yo estamos aquí para poner fin a todo esto, aclarar las cosas con Evi y limpiar mi conciencia, hacer las cosas bien.

—¡Christoph! —ella se levanta del sofá y salta a mí para abrazarme en cuanto entramos en la sala de estar, yo debo sostenerla, Evi comienza a llenarme de besos toda la cara, la bajo enseguida. Natasha está a mi lado, la observo y está seria, esperando a que yo diga algo.

FERNWEH |Christoph Schneider|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora