Capítulo XIX

137 19 32
                                    

—Ahora necesito a las guitarras, bajo y batería, ustedes empezaran.

Todos estamos realmente emocionados aunque el papel de serios, para ser profesionales, nos sale a la perfección.

Este mes se ha ido rápido para todos: romance, creación de música, ensayos, trabajo, cuentas que pagar, pero a Richard parece no irle tan bien. Desde el día que nos confesó sus problemas amorosos, se comporta diferente y distante, con todos.

Después de horas tocando una y otra vez, el director nos pide que salgamos mientras arreglan algunos aspectos de grabación. Yo estoy sudando a mares y todos estamos cansados. Salimos del pequeño estudio subterráneo, que se encuentra a las afueras de su casa. Till y Flake conversan, sentados en la mesa exterior, sólo que Lindemann está en ropa interior.

—¿No te da vergüenza? —pregunta Paul molesto—. Compórtate profesional Till.

—Por Dios Paul, tenemos que hacerlos nuestros amigos, que se sientan en confianza, debemos atraerles. ¿Sabes la cantidad de gente medianamente famosa que conocen? Si nos recomiendan nos llevamos el premio grande.

—¿Y crees que mostrando las pelotas se sentirán en confianza?

—Vamos —dice Oliver ante la molestia de Paul—, seguramente todos con los que han trabajado son muy serios y profesionales, tenemos que dar un toque innovador.

—¿Enseñando las pelotas? —repite Paul.

—¿Christoph? —la voz de Natasha nos distrae a todos, ella corre con gran preocupación a mí para abrazarme—. Por Dios ¿estás bien? ¿No te pasó algo?

Está sumamente preocupada, incluso tiembla y su piel es más pálida de lo normal.

—No, todo bien —digo confundido y tomando su mano— ¿Por qué? ¿Te pasó algo?

—Paul me llamó y dijo que...

—Sí, sí, sí, Natasha —dice Paul llegando hasta nosotros y tomando su otra mano, jalándola—. Dije una pequeña mentira para que vinieras.

—¿Pequeña? —ella está furiosa, ahora comienza a llorar—. Dijiste que Christoph había sido arrollado por un auto y la ambulancia no llegaba. ¿Qué clase de cabrón eres?

Paul la ignora.

—Vamos, debo hablar contigo.

—¡Están en medio de su grabación y me llamas sólo para hablar conmigo! Tuve que dejar mi trabajo.

Paul se acerca a nosotros, me separa de Natasha, se inclina frente a ella sólo para cargarla sobre su hombro mientras ella le grita.

—¡Eres un puto loco!

Y Paul camina.

—¿No vas a hacer algo? —me dice Flake.

—Nat quiere mucho a Paul, deben arreglar sus diferencias —contesto mientras veo como mi amigo la baja, del otro lado del patio, y comienzan a hablar.

—Landers se queja de mí por andar en pelotas y él te trae distracciones, que huevos tiene el cabrón —me dice Till.

—Lindemann ¿puedes venir un poco? —dice uno de los chicos, mi amigo se levanta con una sonrisa y va al estudio.

—Uy... ¿quién es la pelirroja que habla con Landers? —dice uno de los chicos, creo que su nombre es Tom.

—Natasha, podrás verla seguido si consigues que uno de tus contactos grandes hable con nosotros —dice Richard.

—¿Estás ofreciendo a mi novia? —digo molesto a Kruspe.

—Linda novia —dice Tom—. Conozco al fundador de Pilgrim, Emanuel Fialik. Ustedes son geniales, yo les hablaré de ustedes, y por favor Schneider, trae a tu novia siempre contigo.

Tom desaparece de nuestra vista, en cuanto lo hacen todos comienzan a sonreír y a gritar emocionados.

—¿Emanuel Fialik? ¿Se imaginan lo que ese tipo puede hacer con nosotros?  —dice Flake, sonriendo.

—¿Qué? —aún sigo molesto—. Richard acaba de ofrecer a Natasha poniéndole el precio de nuestra carrera. Estás loco.

—Tranquilo —me dice mientras yo tomo asiento—, a Tom le gustó Nat, ella no te dejará por él, el niño se conforma con verla, ¿no lo escuchaste? Tú sólo calla porque yo no le puse precio a nadie, él se ofreció a enseñarle nuestro trabajo a Fialik, si lo hizo es porque nos considera buenos, Natasha lo puso de buen humor, eso es todo.

Después de unos minutos siento sus manos abrazándome por detrás, acariciando mi pecho, yo sonrió.

—Creo que debo irme —dice para todos.

—¿Qué era tan importante para Paul como para hacerte creer que Christoph estaba accidentado? —pregunta Oliver burlón.

—Cosas íntimas —responde Paul, antes de que Nat lo haga.

—Sentí horrible. El hijo de puta me llamó hace 30 minutos diciéndome eso. Después llego para que me diga "estoy enamorado, no sé que hacer".

Paul ríe, ahora le resulta muy gracioso lo que hizo.

—Al menos nos conseguiste un rayo de esperanza con Emanuel Fialik —dice Oliver.

Natasha da la vuelta y se sienta en mis piernas, a falta de sillas. Yo la abrazo por la cintura, usa ese uniforme del bar, pero aún huele a ella, no a cerveza o cigarrillos.

—¿Quién es Emanuel Fialik?

—Puedo decirte que ahora está trabajado con la banda Bobo in white wooden houses —dice Flake

—No te creo ¿es en serio? — pregunta emocionada. Todos sonríen y asienten.

—Eso es increíble chicos, pero ahora debo irme —ella se levanta y yo hago lo mismo—. Por cierto Ollie, Monica es increíble me alegro porque ahora sea oficial, espero que sean felices, y para todos ustedes; espero que les vaya bien en la grabación, chicos. Son geniales.

Todos se despiden, yo voy detrás de ella. De nuevo está recargada en la puerta cerrada del piloto de su auto, yo estoy cerca, acariciando sus mejillas y Nat mi espalda.

—Me encanta cuando sudas, así puedo embriagarme con tu verdadero olor, toda la testosterona que desprendes me excita.

Adoro que hable de lo mucho que la motivo sexualmente. Alimenta mi ego.

—Me gusta cuando te embriagas con algo más que mi testosterona.

—Ya lo sé, te gusta hacer lo que quieres conmigo cuando estoy ebria, eres un tramposo Schneider.

Me inclino para besarla, después digo sobre sus labios.

—¿Hoy en tu apartamento a las 8?

—¿Por qué no hoy en mi auto, ahora?

Suelto una risita, pero ella habla en serio. Entonces siento que su mano busca mi pene, el cual se hincha en cuanto es sujetado.

—¿Por qué putas eres así?

Me besa con una sonrisa, mientras se mueve para abrir la puerta trasera. Los vidrios obscuros no lograrán cubrirnos, lo sé, pero no me importa. Está debajo de mí, recostada, yo sobre ella, acaricio esas piernas, su mano sigue sujetando mi pene, enseguida comienza a quitar el botón de mis pantalones, me pongo entre sus piernas, veo su rostro y lo disfruta, me prende aún más saber que cualquiera podría vernos. Me separo para cerrar la puerta detrás de mí. En cuanto lo hago ella se incorpora, sentándose, aún a lo largo del asiento, una de sus piernas cae por el poco espacio, pero yo sigo entre ellas.

—Tienes trabajo que hacer con tu EP —dice con una sonrisa burlona, volviendo a sujetar mis pantalones con el botón, rozando mi miembro a propósito.

—Te odio —digo sin despegar mis ojos de su expresión burlona y traviesa.

—Yo sé que no —me besa y enseguida abre la puerta frente a mí, por donde sale.

FERNWEH |Christoph Schneider|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora