Capítulo VIII

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—Estarás bien aquí Christoph —me dice Oliver- sabes que puedes pedir cualquier cosa que necesites.

—Gracias en verdad chicos —les digo antes de que salgan de la habitación.

Ya he salido de la casa de Evi. Estoy muy sentimental, por lo que, en cuanto Ollie, Flake y Paul salen, yo me recuesto en la cama individual, mirando al techo y llorando.

Lo único que saqué fueron nuestras fotografías, mi ropa, mis discos, y productos personales. Debí hacerlo por ella. Tengo una semana completa sin verla, siento que muero por dentro. Cada tarde vengo con los chicos, el alcohol está ayudándome completamente. Ellos dicen que está comenzando a ser un problema para mí, pero no me interesa si es lo único que puede extinguir mi dolor.

—¡Paul, he traído de vuelta tu disco de Feeling B!

Es Natasha, quien grita una vez que abre la puerta y se dirige a la sala, donde estamos ahora.

Después de horas llorando ahora estoy mejor, bebiendo mientras los chicos me piden que pare.

—¡Uy! No sabía que estaban en reunión. Lo siento —dice mientras le tiende el CD a mi amigo.

—Por favor quédate —pide Till— Christoph está a nada de joderse el hígado aún más.

—Romanova —habla Paul—. ¿Quieres quitarle la estúpida botella de alcohol a Christoph?

Todos estamos sentados frente al televisor, Natasha sigue de pie.

—¿Por qué no se la quitan ustedes? ¿Y por qué siguen comprando alcohol si saben que tiene problemas?

—En primer lugar —responde Flake mientras ella está de brazos cruzados a un lado del sofá donde está Till— eres mujer, Christoph no le pegaría jamás a una, si nosotros se la quitamos nos tiraría los dientes. En segundo lugar, compramos alcohol porque no pensamos detenernos por él.

Natasha rueda los ojos al cielo, se acerca a mí y yo me abrazo a la botella.

—Vamos Christoph, el día es hermoso como para pasar el día aquí, bebiendo cerveza y viendo las mismas películas que ven cada fin de semana.

Ella se acerca a mí, sin mucha complicación toma la botella por el largo cuello y me la quita. No hago nada.

—Ah, que fácil —dice Oliver a mi lado— y Paul teniendo miedo de quitársela.

Natasha sigue frente a mí. Mis ojos no se apartan de ella y enseguida le da un trago, haciéndose a un lado, sin dejar de observarme. Va hasta el sofá donde Richard está fumando, ahí hay espacio para sentarse. Mis ojos no se mueven de ella. Noto que sigue bebiendo de mi cerveza, Richard le toca el hombro, ella se gira para encontrarse a ese hombre sacando su cigarro de la boca e invitándola a fumar, ella lo toma entre sus dedos, se sonríen mutuamente y da una calada. Enseguida se lo devuelve y comienzan a fumar por turnos.

Salen comerciales. Mis ojos siguen sin apartarse de ella.

—¿Qué tal el nuevo trabajo? —pregunta Oliver, Natasha se gira para ver que le habla a ella, todos están atentos.

—Una mierda, el bar es horrible. Los hombres se sienten con el derecho de tocarte sólo porque te dan propina por llevarles las bebidas hasta su mesa.

—¡Wow! ¿De qué me perdí? —pregunta Richard, girándose a Natasha mientras le pasa el cigarro.

—Tuvo problemas con una chica en la cafetería —dice Till— por un tipo. La chica la golpeo, las despidieron a ambas. Recién consiguió trabajo en un bar.

—¿Por un chico? —cuestiono automáticamente, todas las miradas vienen a mí.

—Un imbécil. Ella pensó que yo le coqueteaba a su novio cuando las cosas siempre fueron al revés. Al final, yo no iba a dejar que me golpearan, debo defenderme pero basta de mí. ¿Qué tal Nele, Till?

—Preciosa. Adora pasar tiempo a solas con su abuela, la figura materna le hace falta. Al final me alegro que me pida alejarme un poco de ella, no quiero que crezca pensando que sólo me tiene a mí, porque no es así.

Ambos se sonríen tiernamente.

—Chicos, he estado pensando en algo importante —dice Oliver— ¿creen que podríamos hacer una fiesta donde nosotros toquemos?

—¡Oh no!

—Ni se te ocurra.

—Que horror.

Todos se quejan mientras Oliver parece hundirse en el sofá.

—Necesitamos ir por algo más allá de una fiesta, Oliver, y cuando Christoph vuelva a recuperarse para tocar la batería —dice Richard.

—No volveré a tocarla —menciono firmemente— deberían buscar a otro baterista, o Till debería tocarla y cantar.

—¿Tienes idea de lo jodido que es eso? —desea saber Lindemann, viéndome molesto— somos 6 en esto, no queremos 5, y olvídate de involucrar a otro más.

—Entonces deberían dar por muerta su banda —digo, ahora observando la pantalla y sus comerciales— no cuenten conmigo.

—Eres un egoísta —Richard está molesto.

—No, él no lo es —dice Natasha, esto me hace volver a prestarle atención, sus ojos están fijos en mí— está haciendo lo que algún día le pidieron hacer. No quiere defraudar a la chica que ama, eso no es egoísmo, yo le llamaría locura y ceguera. ¿Cómo es que no puedes comprender que quién te ama jamás te prohibiría hacer lo que amas?

—No hables de Evi, Natasha. Ten respeto por ella.

—¡No! —ella se levanta del sofá, da un trago final a la cerveza que me quitó y deja la botella vacía en la mesa de centro—, basta tú de hacer las cosas sólo para ella. Sí, la amas y pasaste una situación traumática, pero es asqueroso ver cómo sólo te fijas en lo que sientes por ella, no lo que ella sintió por ti.

—No la conoces como yo.

—Claro que no ¿qué tanto puedes conocer de una persona en dos años? Yo he estado ahí desde que ella tenía siete años, la conozco perfectamente, sé quien es realmente. Basta de hablar de Evi. Te robó tu vida, tanto que incluso, aunque ella no está contigo, tú sigues dándosela.

—Nat, no creo que hablarle a Christoph así sea la solución —Flake quiere calmarla, impactado al ver como las lágrimas se deslizan por esos ojos verdes llenos de ira.

—Tienes razón Chris, ya es un caso perdido —contesta ella sin apartar la vista de mí—. Evi siempre ha sido inteligente, herir en lugares donde nadie puede ver ¿no es así Christoph? Lo hacía con los demás ¿por qué no lo haría contigo? Incluso no me sorprendería que ese accidente haya sido causado por ella...

—Nat... —dice Till.

—No, jamás me han permitido hablar, exijo hacerlo ahora —nadie tiene intenciones de interrumpir—. Todos sus novios han sido unos imbéciles, que la engañaban a cambio de los maltratos que recibían, pero después de ver todo tu sufrimiento por cuatro meses sé que no eres uno de ellos y lo lamento tanto Christoph, porque no tengo duda sobre la violencia que ella cometía contra ti: te culpas constantemente por todo, eres dócil y sumiso cuando tienes a una mujer cerca, quieres dejar la banda para honrar su memoria cuando puedo ver lo mucho que adoras la música. No engañas a nadie, ni siquiera a ti mismo. Nadie quién te ama te haría el daño que ella te hizo, y te sigue haciendo.

Ella abandona la sala de estar, llorando, por segunda vez desde que la conozco, la primera para ellos, supongo.

—Natasha tiene sentimientos —menciona Paul.

Yo sigo pasmado mientras lloro. ¿Por qué Natasha siempre me hace sentir mal?

Richard se levanta del sofá.

—Soy un chismoso —dice mientras desaparece, saliendo por ella.

—¿La verdad duele? —pregunta Till.

—Por Dios —dice Oliver regañando a mi amigo— basta.

—La verdad duele —digo susurrando mientras limpio mis lágrimas.

FERNWEH |Christoph Schneider|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora