Capítulo VII

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Sí, estoy ebrio pero no lo suficiente como para saber que esto se ha salido de control.

Oliver subió a Richard y Till a su habitación mientras trataba de sacar a todos, pero nadie lo obedeció, y después de muchos intentos, se ha rendido y unido a la fiesta.

Paul lo intentó, es demasiado bajo como para causar temor, Christian muy amable y bastante delgado. Nadie los tomó en serio y también están en la casa, corriendo como idiotas. Necesito irme, no me siento bien, pero no puedo irme caminando, está a más de una hora y las muletas me lo impedirán.

Me levanto del sofá para llegar al teléfono, al hacerlo marco el único número que me sé: el de Natasha. Sé que fui una mierda con ella, le dije cosas muy feas y ella a mí, pero ahora es la única a quien tengo.

—Diga —escucho después de esperar por una respuesta.

—Natasha —digo gritando, esforzándome para que mi voz se escuche más que la música de fondo.

—¿Quién habla? —escucho su voz adormilada.

—Soy Christoph Schneider, oye sé que fui un idiota y...

Me ha cortado la llamada. Por Dios no, sé que la cagué, no puedo ser más imbécil. Vuelvo a llamar.

—¿Qué? —está molesta.

—¡Te necesito! Por favor escúchame —no ha cortado la llamada, debo disculparme ahora—. Fui una mierda contigo cuando tú sólo has ayudado y estado para mí durante las anteriores 5 semanas. No debí tratarte así y...

—¿Qué necesitas?

Mierda. Ahora me siento mal por pedirle esto.

—Los chicos hicieron una pequeña reunión que se ha convertido en una maldita fiesta sin control. Todos están ebrios y yo estoy cansado. Quiero ir a casa.

La música apenas me deja escuchar.

—¿Dónde estás?

—En casa de Flake, Oliver y Paul. ¿Sabes como llegar?

—He estado ahí. Voy para allá —su voz es fría, aún adormilada.

—Muchas gracias, en verdad no sabes cuanto te...

Termina la llamada de nuevo. Yo regreso para sentarme, pero el lugar en el sofá ya ha sido ocupado por una pareja que se come a besos y se frotan entre sí, que basura. Trato de salir de la casa, me es imposible por la cantidad de gente y lo mucho que todos se mueven.

Por culpa de un imbécil que pasa corriendo, y me empuja, pierdo el equilibrio y caigo. Mierda, esto no puede empeorar. Nadie me ayuda. Yo dejo las muletas en el suelo, unos imbéciles las pisan. No puedo levantarme y estoy en medio de la sala de estar. Comienzo a arrastrarme hasta poder llegar a una pared, donde apoyo mi espalda contra ella. Si Evi estuviera aquí, no me habría dejado venir a esta perdida de tiempo. ¡Cómo me hace falta para ayudar a controlarme! Comienzo a llorar. Todos están muy perdidos en su mundo, algunos tropiezan con mi pierna enyesada, yo me siento miserable.

No sé cuanto tiempo pasa cuando veo a Natasha pasar frente a mí, entre todos esos cuerpos sudorosos y perdidos. Busca por todos lados pero no voltea hacia abajo. Le grito pero es inútil, la música oculta mi voz. Pronto ella desaparece. Debo esperar a que pase de nuevo por aquí, espero no se vaya.

Esos ojos están vivos, su cabello algo ondulado y un poco esponjado, clara señal de que ha despertado hace poco. Usa jeans y una chaqueta negra pegada a su cuerpo. Ella es muy linda, pero al verla lejos de mí, de esa forma, me provoca un sentimiento de mayor cariño. Fui un imbécil. De la nada la música se detiene, sólo quedan las personas hablando y preguntándose quien ha quitado la música, igual que yo aunque lo he sentido como un gran alivio.

—¡La policía viene! ¡Todos fuera! —escucho la voz de Natasha, seguido de todos corriendo, tratando de huir de esta casa.

Yo sonrío. ¿Cómo no hice esa mierda antes? Algunos caen al suelo, enseguida tratan de levantarse. En menos de 30 segundos la casa queda vacía. La última persona que veo correr es a Paul, completamente ebrio intentando salir por una ventana. Natasha aparece, logrando detenerlo.

—Esta es tu maldita casa Paulchen.

—¡La policía viene! —grita ese hombre, aún intentando abrir la ventana para salir.

—Mentí, no viene. Aunque me sorprende como ningún vecino la ha llamado.

Paul finalmente se rinde, y cae al suelo. Yo me río ligeramente, mientras ella se acerca a mí y me ayuda a levantarme.

—Pero que desastre —dice ella, ayudándome a llegar al sofá para sentarme— espera aquí. Llevaré a Paul a su habitación.

Ella se aleja de mí para ir a ayudar a Paul, quien sonríe viendo al techo.

—Gracias Natasha —ella no hace expresión alguna, sólo va hasta Paul, lo levanta y lo ayuda a andar para enseguida desaparecer de mi vista.

Después de unos segundos escucho un:

—¡Largo! —que sale desde el fondo de sus pulmones, acto seguido un portazo se escucha.

Ella es tan buena y tiene razón, todos tienen razón en todo y yo estoy echando a perder las cosas.

Comienzo a quedarme dormido cuando ella llega, coloca mi brazo apoyándolo en sus hombros y así salimos hasta su auto frente a la casa. Regresa por mis muletas y después de que apaga las luces y cierra la casa, volvemos a la mía. Después de unos momentos de silencio muy incómodo, yo me atrevo a hablar.

—Natasha, fui un desconsiderado. Tú no tuviste la culpa de nada, ¿entiendes? He sido un mal agradecido, sobre todo contigo quien no debe ayudarme. Gracias por lo que haces por mí.

—Tranquilo, estoy acostumbrada a que me llamen sólo cuando me necesitan —no despega su vista de enfrente, su expresión es triste, de melancolía total.

—Natasha, yo...

—Ya ha dejado de importarme Christoph, ¿de acuerdo? ¿Podrías no hablar más de eso? Yo también lamento haber sido insensible y pelear la pelea que te correspondía. Ahora sólo quiero tener un día normal ¿si? Me echaron de la cafetería, una de mis compañeras me golpeo, mis tíos están jodiendo con el dinero que me prestaron para comprar este automóvil sólo porque ya no pueden mantener a Evi en el hospital, debo pagar la renta de mi apartamento o me echaran en una semana.

Su día ha estado jodido pero, de todo, hay algo con lo que me quedo.

—¿Evi es tu prima? Creí que eran amigas.

—Joder —dice estacionándose frente a la casa, ella me observa a los ojos ahora, la tenue luz naranja del interior me permite observarla, tiene algunos rasguños en el rostro—. Lo es, ella jamás quería decirlo a nadie, por eso siempre me ha tratado como su mejor amiga, mis tíos siempre han hecho lo que ella dice, por lo que me pidieron que dijera lo mismo. No entiendo la estúpida razón de esa tontería pero ahí lo tienes.

Esto me deja aturdido. Natasha no es quien Evi me decía quien era. ¿Por qué mentir con algo tan bobo con eso? De una forma tan infantil.

—Quiero conocer sobre ti Natasha, lo necesito ahora, más que nunca.

Ella suelta una risita nerviosa y desvía su mirada.

—Jamás podrás conocerme Christoph. Te ayudo a llegar a casa.

Y baja del auto para ayudarme a llegar a mi hogar.

FERNWEH |Christoph Schneider|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora