Capítulo XXII

159 20 39
                                    

—Claro, yo sólo debo ir a hacer algo —me levanto y salgo corriendo de la habitación. Debo alcanzar a Nat, antes de que ella se vaya. Ni siquiera me importa su débil voz gritando mi nombre.

Tomo el ascensor, y los segundos parecen minutos. Sé que quiero estar con ella, desde antes lo sabía, ni siquiera puedo ser capaz de observar aquellos mentirosos labios. La imagen de una diosa se ha desvanecido en cuanto volví a verla. Todas las mentiras, y maltratos arruinaron ese rostro de ensueño.

Cuando salgo del hospital, veo a Natasha y a su tía, discutiendo a un lado de la carretera, mientras mi novia llora. Me acerco a ella, y la conversación se vuelve más clara.

—Eres una zorra. ¿Cómo te atreves a salir con Christoph? Evi lo ama ¿en qué diablos pensabas?

—¿Qué pasa? —digo haciendo que Nat me de la espalda para limpiar sus lágrimas.

—¿Has dejado a Evi sola? ¡Que carajo les pasa! Tú vas a regresar ahora mismo a esa habitación y esperaras a que ella se recupere para que ustedes dos expliquen todo esto.

—Ya basta —digo molesto, odio cuando alguien hace llorar a Natasha porque no se siente mal por cualquier cosa—. Yo me voy ahora mismo, no puedo estar con Evi.

—¿Cómo te atreves a eso?

—Usted quería alejarnos, ha ganado y lo ha hecho mejor de lo que esperaba porque no puedo estar ni un sólo minuto a su lado.

—Chris —Natasha toma mi mano—, lo mejor es que Evi se recupere y después de esto...

—No, no haré lo que me pidan, ni siquiera tú. No puedo estar en la misma habitación que la misma persona que me arruinó la vida por tanto tiempo y hacer como que nada pasa. Sólo vamos a casa ¿si?

Natasha lo piensa por un momento, sus ojos están cristalizados, pero no dejan de perder su encanto y el poder que tienen sobre mí.

—¿Qué hay de mi hija? Natasha te lo dije hace un momento, ustedes son crueles…

—¿Su hija? Nadie pensó en mí mientras estaba atrapado en el infierno de su hija, absolutamente todos me dieron la espalda. Ella podrá salir de esta, al final no fue mi culpa que ella estuviera en coma por 17 meses —me giro a Natasha—. Vámonos, cariño.

Comienzo a caminar, pero ella no avanza.

—Lo importante es su salud, Christoph.

—Tú no eres esta Nat, no sé que te ha dicho esta mujer pero me lo dirás y lo arreglaremos. Vamos.

Ella no piensa caminar, entonces no tengo opciones, la levanto del suelo, sujetando sus piernas y con su abdomen en mi hombro, ahí comienzo a caminar hasta su auto, ella protesta pero no me interesa. Cuando llegamos hasta él, la bajo.

—¿Ahora estás molesta conmigo? —pregunto mientras levanto su mentón, para verla mejor.

—Es que nuestra relación no debió pasar, no así. Eres el novio de mi prima, sé lo que se siente que te quiten a quien más quieres, y pude sentirlo de nuevo contigo, hoy, mientras ella sujetaba tu brazo e intentaba besarte. Te amo, ella también lo hace, pero jamás supo como mostrarlo de una forma sana.

—¿Por qué todos están empeñados en lo que ella siente? ¿Qué hay de lo que yo siento? ¿Acaso no importa? Ella no tuvo consideración conmigo, sólo hago lo que el corazón me indica. Me llena de rabia la hipocresía, no puedo estar con ella, y menos a solas. Sé que lo sabes, sólo quiero ir a descansar contigo. Por favor vamos a casa.

Ella asiente.

—Lo siento Chris, fue muy egoísta pedirte eso, y menos si no lo querías así. Te amo, sé que todo lo que hagas lo harás porque así lo quieres.

FERNWEH |Christoph Schneider|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora