CAPITULO 6

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"Las preguntas nunca son indiscretas, las respuestas si"
Oscar Wilde

Vestido con una levita borgoña y unos pantalones de color marfil ceñidos a sus bien formadas piernas, distinguieron a Lord Starling junto con un curioso acompañante. El señor que acompañaba a Starling parecía sacado de una pintura de Thomas Lawrance: regio, principesco, ojos expresivos, labios delgados y piel marfileña.

Nick maldecía su infortunio, el día hubiera sido perfecto si no fuera por la ocurrente aparición de Starling. Quiso contemplar la reacción de Sara al atisbar a su bien querido "amigo", pero solo observó una sonrisa Gioconda en el rostro de ella. Los dos caballeros se acercaron y saludaron con una pomposidad propia del rey Jorge, ambos guapos y bien vestidos deseaban intercambiar palabras con ella. Lo que Nick notó entre Starling y Sara fue una cercanía que expresaba buenas maneras y comunicación, primero se dirigía a ella por su nombre y segundo, la tuteaba. Ese echo le disgustó mas de lo que ya estaba.

-Sara, quiero presentarte a mi amigo, el señor Wilde – sonrió Starling mientras señalaba a su amigo – Wilde te presento a la señorita Sara Collingnswood, la hija del vizconde Torrington, la que tanto te he hablado – apostilló Starling.

- Es un placer conocerlo señor Wilde – comentó Sara mientras hacía una leve reverencia.

-Lo mismo digo señorita Collingswood – contestó Douglas, acercando la mano de Sara hasta sus labios, dando un suave beso en su dorso.

Starling realizó las debidas presentaciones con Nick mientras este ultimo se mantenía imperturbable y expectante con la nueva compañía.

-Sara, ¿Por qué no le comentas tus escritos a Wilde, el e un gran escritor? – señaló Starling.

- ¿De verdad señor Wilde? – Los ojos de Sara se iluminaron.

-Evidentemente Señorita Collingswood, como lo mencionó Starling, soy un escritor de lleno y me gustaría que me diera su opinión acerca de la obra que estoy escribiendo, se titula El abanico de Lady Windermere, Starling me comentó que usted escribió el tratado de herbología de la India – concordó Wilde, y Nick quedó deslumbrado con este nuevo descubrimiento.

- Así es señor Wilde, pero no creo que sea la persona correcta para esas lides, mis escritos se basan en metodologías técnicas y no en poemas de amor – explicó Sara hacia su interlocutor.

- ¡Tonterías! Señorita Collingswood, una mujer que sea capaz de hacerse pasar por hombre para publicar sus escritos, merece mi apreciación – esclareció Wilde mirando fijamente a su interlocutora. Sara no sabia donde esconderse, quería que se la tragara la tierra, reflexionaba en que estaría pensando Nick con respecto a esta nueva revelación.

Nick no salía de su asombro, cada cosa nueva que descubría de su dama era más que sorpréndete, ahora la admiraba, era magnifica, no esperaba menos de ella. Lo que le molestaba era que Starling, y ahora el tal Wilde, supieran más de ella que él. Otra cosa que tendría que remediar.

Wilde y Starling se despidieron de la pareja no sin antes solicitarle a Lady Sara una salida al teatro real Drury Lane, Sara agradeció y manifestó que iría con su doncella. En vista de que Nick comentara que también estaría en el teatro ese día, Wilde y Starling extendieron su invitación a Nick.

Sara y Nick siguieron su camino de regreso a su trabajo. Caminaban con paso relajado disfrutando del olor de las flores y del sol que acariciaba la piel de cada uno.

-No te pareció un poco descarado el amigo de Starling- anunció Nick

- mmm... yo diría que me pareció simpático – dijo Sara – y encantador, además de que me ofreció su obra para leerla, creo que eso es mas de lo que se espera de un hombre hacia una mujer.

El destino de Lady SaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora