CAPITULO 26

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Nick regresó a su casa en la tarde después de que los niños Edan y Roan terminaran de comer en la casa de los Torrington. Sentado en la biblioteca de su casa, pensaba que cada vez estaba mas seguro que tenía que deshacerse de Starling, por consiguiente, Sara se olvidaría de él y para esto, contrataría detectives para socavar cualquier información valiosa que pueda alejarlo de ella.

***

Habían pasado tres días y no sabía nada de Nick excepto porque cada día recibí alguna de las plantas endémicas de las Américas. Así mismo, había dejado de recibir flores de Starling y en parte se lo agradecía porque quería evitar confusiones y posibles enredos.

Sus pies habían comenzado a sanar y podía caminar despacio procurando ser cuidadosa y usando zapatillas sencillas.

Su padre no le había vuelto a comentar de los últimos eventos de la Real Sociedad de Horticultura y este hecho la molestaba sobremanera, por tal motivo, ese mismo día, le había escrito al señor Wedwood, el presidente de la Real sociedad y el caballero que tuvo la gentiliza de felicitarla por su discurso, con le objetivo de que la pusiera al día de los últimos eventos.

Esa mañana después de haber escrito la carta, había sido obligada por Susan, su madre y Lady Derby para elegir el vestido de novia y el ajuar de Susan, en consecuencia, se encontraba sentada en un carruaje junto a Susan y sus respectivas madres.

Pensaba en Nick y los últimos días que habían pasado juntos, cada momento junto a él era como un festival de emociones para su cuerpo y un deleite de pensamientos para su alma. Lo quería y no había nada ni nadie que se interpusiera en corresponderle con sus afectos. El problema radicaba en las intenciones de Nick, posiblemente sus sentimientos no sean tan fuertes como los de ella, sin embargo, ¿Valía la pena arriesgarse? Si no era correspondida, volvería al campo; no estaba segura de buscar marido con un corazón roto y los pensamientos en otro lugar.

-Te imaginas, es inconcebible que esa mujer se rebaje tanto – Dijo Lady Torrington.

-Yo lo haría, si es el hombre al que quiero, ¿cierto Sara querida? – preguntó Susan dándole un codazo.

-Disculpen ¿de que hablaban? - preguntó Sara desconcertada, ¿desde cuándo se sumergía tanto en sus propios pensamientos?

-Lady Felicity ha vuelto a ser rechazada por Lord Starling, ¿Te imaginas el escándalo? Su padre está loco y su madre la acaba de abandonar por su amante – esta vez fue Lady Derby la que habló – aquella familia solo le llegan desgracias, pero admiro su valentía, esa señorita sabe cómo atrapar posibles maridos, solo que no ha tenido suerte -sonrió Lady Derby – queridas, deberían aprender de ella - concluyó Lady Derby en su discurso de ferviente casamentera.

Lady Derby no perdía minuto para inculcarles a las dos jóvenes sus maquinaciones para conseguir marido. Por supuesto Sara estaba en desacuerdo, aunque a veces se preguntaba si sería capaz de llevar acabo alguna de aquellas maquinaciones. ¿Es que acaso no pensaban en los jóvenes infelices que tenían que comprometerse por obligación para acallar los sangrientos cotilleos como resultado de alguna de aquellas maquinaciones? No, aquellas mujeres solo buscaban seguridad, dinero, estatus y entre otras cosas.

El carruaje se detuvo y las cuatro mujeres bajaron para entrar al establecimiento de una de las modistas más reconocidas de Londres. En el momento en que sus pies tocaron el andén de la calle, se sintió observada y un ligero escalofrio recorrió su cuerpo. Rápidamente se adentró en el establecimiento.

El negocio de la señora Beauchamp había crecido enormemente en los últimos años siendo uno de los más fructíferos de Picadilly; importaban telas de diferentes partes del mundo y por tal motivo, las clientas disfrutaban de variedad en textura y diseño.

El destino de Lady SaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora