CAPITULO 5

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El jardín de prinny era una obra extravagante que exponía todo tipo de variedades de plantas provenientes de todos los continentes, estaba lleno de senderos y parques donde se exponía flores, arboles, arbustos y diferentes plantas comestibles que mostraban la variedad de cultivos de diferentes regiones y se traducía en una diversidad gastronómica. Por ese motivo, la población londinense no solo estaba ansiosa de admirar la variedad de plantas, sino también, varios inversores estaban esperando en reconocer y aplicar los próximos cultivos que cambiarían la situación de hambruna en alagunas regiones del país. Tal fue el caso de la patata, planta nativa de la Américas que se esparció por todo el norte y sur de Europa, enriqueciendo y salvando la situación de hambre de millones de familias.

-Buenos días Padre, Lord Malden – saludó Sara a sus interlocutores que se encontraban en una discusión amena sobre la sección de las colonias americanas. Sara buscó los ojos verde bosque que tanto ansiaba reconocer y se sorprendió de la intensidad de la mirada con que Malden respondió. sus mejillas se sonrojaron y la boca se le secó, tendría que controlarse.

- Buenos días señorita Collingswood, hoy está mas hermosa que nunca, Dormer amigo – se acercó Malden depositando un suave besó en el dorso de la mano de Sara y un cosquilleo recorrió su cuerpo. Luego saludó a Andrew con un abrazo de amigos.

-Buenos días hija, estábamos hablando de la sección que se abrirá en dos semanas. Lord Malden y tu seleccionarán las plantas que se expondrán, mientras Andrew y yo terminaremos de coordinar la reunión de la Real Sociendad de Horticultura. Estaremos en el domo si requieres de nuestra ayuda – Lord Torrington se retiró mirando a sus interlocutores.

-Cuídala Malden – puntualizó Andrew, señalándolo y alejándose de ellos mientras iba detrás de su padre.

- ¿Esto es algún tipo de encerrona? – preguntó Sara sospechosa de la situación.

-Tómalo como quieras dulzura – susurró Malden en su oído

-No me tutee y no me llame dulzura -.

- ¿Por qué no? Tus cabellos y tus ojos son tan dulces como la miel – Sonrió Malden y Sara suspiró resignada – a propósito ¿te gustaron los libros?

- Gracias, me encantaron, estoy esperando devorarlos – comentó Sara nerviosa.

- Te puedo enseñar a devorar otras cosas – runruneó Malden en su oreja. Sara tragó saliva y dio unos pasos atrás para recuperar la compostura. Las manos y lo pies le temblaban, así pues, optó por cambiar de tema.

-Lord Malden, ¿cuáles son las plantas que está dispuesto a donar a la causa? –.

-Desde luego dulzura, las semillas se encuentran en la mesa. Traje algunas flores, sin embargo, tengo otras variedades que podrías inspeccionar en el invernadero de mi casa. Tu podrás decidir cuales quieren exponer -.

- ¿Me está dando carta blanca para que elija cualquier planta de su casa? -.

-Y mucho más si quisieras – Sara volvió a enmudecer, no entendía esos comentarios subidos de tono de Malden, aunque su cerebro dijera que le molestaban, su cuerpo estaba pidiendo a gritos que se los susurrara.

-Bueno, pues entonces empecemos. Necesitamos anotar cada semilla y buscar que condiciones requiere para su crecimiento. Lord Malden ¿Sabrá usted como sembrarlas? -.

-Ciertamente, aunque tendremos que buscar algunas variedades en los libros que te obsequié -.

Se sentaron en un banco cerca a la mesa y las tres horas siguientes se la pasaron anotando y describiendo cada semilla que Malden había traído.

El destino de Lady SaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora