CAPITULO 4

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Sara no podía creer que ese tipo de besos podrían existir. Cuando vivió en la India con su familia, había sido besada por su amigo Ranjit, el hijo del socio de su padre, pero nada se comparaba con lo que acababa de vivir con Malden. Sin embargo, había sido besada por un sinvergüenza mujeriego. Al recordar los últimos minutos de su existencia, su piel viró a un tono escarlata y la rabia fluyó por sus venas. ¿Cómo se atrevía a besarla? ¿Por qué había venido aquí? y lo más importante, ¿Por qué la había besado? «Seguramente debe haber una explicación para todo esto» pensó Sara. Tendría que enfriar su cabeza y pensar con claridad, a lo mejor, la habría confundido con otra.

- ¿Por qué me ha besado? ¿me ha confundido con otra? - Preguntó Sara armándose de valor para enfrentar al mujeriego.

-A veces no se necesita un por que para besar- sonrió Malden. - y no, Sara, no la he confundido con otra, jamás lo haría, usted es única -.

- No le he dado permiso para llamarme por mi nombre Lord Malden -.

-Usted cree que después de lo que acabamos de hacer, ¿eso me importa? – señaló Malden con molestia tocándose las gafas..

-Esta claro que no tiene modales y es un mujeriego empedernido, además, usted fue el que se abalanzó sobre mi -.

- En eso le pido disculpas, pero usted respondió a las mil maravillas – Malden sonrió canalla y Sara enrojeció al escucharlo – además ... - continuó Malden – usted tampoco tiene modales, está claro que me mintió en la cara cuando dijo que no tenía pretendientes, acabo de ver el interés de Lord Starling por usted pequeña– Sara enmudeció a semejante afirmación y Nick tomó el mentón de Sara con la mano.

- Ya le dije que somos amigos – Sara alejó la mano de Starling de su mentón y comenzó a caminar hacia las puertas del balcón

-Si claro, amigos que se besan, ¿acaso cree que nací ayer? – ironizó Nick.

- Eso no es de su incumbencia, es su problema si no me quiere creer – Lo miró con despreció y avanzó hacia el salón de baile – Si me disculpa milord debo volver y buscar a mi madre-. Nick agarró a Sara por el brazo.

-Maldita sea Sara, usted me vuelve loco – masculló Nick pasándose la mano por el cabello – espere, ¿bailará conmigo el vals que me prometió? -.

-Le mentiría si dijera que si – dicho esto, salió del balcón iracunda.

Tenía que encontrar a su madre e informarle de que regresaría a casa temprano porque se encontraba indispuesta. Después de lo sucedido, no estaba de ánimos para volver a toparse con Malden. Tenía que aceptarlo, se sentía atraída por él y el beso había sido glorioso, no tenía porque ser terca y negarlo, sin embargo, estaba mas confundida que nunca. ¿En qué diablos se había metido? y ¿Qué buscaba el de ella? Tendría que meditarlo con la almohada y reconocer cual sería su actitud con él de ahora en adelante, por dios, era el hermano de su amiga y deambulaban los mismos círculos sociales.

Encontró a su madre y le informó que se marcharía pronto debido a que se encontraba mareada por los excesivos bailes y atenciones que llevaba recibiendo en la ultima hora, Su madre no se opuso y le informó a John el cochero que regresara a la fiesta luego de haber dejado a su hija en casa.

Sara llegó a su habitación deseosa de arrojarse en su cama, y apoyar su pesada cabeza en la almohada. Corrió las pesadas cortinas de su habitación y se deshizo de su vestido buscando entre su armario un camisón limpio para disponerse a dormir. Acostó la cabeza en la almohada y pensó: Malden tenía razón en una cosa, los amigos no se besan, ¿Por qué Starling la había besado? Pero el beso de Starling había sido muy diferente al beso de Malden. Malden fue mas pasional, preparado para darlo todo, Starling fue cuidadoso, como si fuese una muñeca de porcelana a punto de romperse. Pero tenía que poner un limite con estos dos hombres. ¿Por qué la habían besado? Starling era su amigo y Malden era... simplemente el amigo de su hermana, aunque estaba consiente de que este último había cambiado gradualmente después de que se conocieran por primera vez en el baile de los marqueses de Downshire, pero su actitud ahora era diferente.

Era una chica de veinte años disfrutando de la temporada social, de sus amigos y en su trabajo con las plantas. Sus padres hasta donde ella sabía, no la estaban presionando para casarse y no tenía un matrimonio concertado, podía disfrutar. Había tomado una decisión: iba a disfrutar de lo que la vida le pusiera en el camino, si estos dos hombres estaban buscando sus atenciones, iba a deleitarse.

A la mañana siguiente, su doncella se preparó para atenderla, la arregló con un vestido color almendra pálido con un hermoso semi recogido dejando unos bonitos rizos caer por su espalda. Enseguida, la puerta sonó dejando pasar a la señora Williams, la ama de llaves.

-Señorita, han dejado este paquete para usted- la señora Williams se lo entregó a Sara y Sara lo tomó con mucho cuidado. Era un paquete rectangular envuelto en un cordón, pegado a este, tenía una carta con el sello del condado de Derby, definitivamente era Malden.

-Gracias Señora Williams, ¿Mina, podrías dejarme a solas? – aunque le tuviera mucho aprecio a su doncella, la gente murmuraba y estaba consciente que tenia que asumir una actitud taciturna y discreta si no quería alertar a sus familiares o escuchar comentarios indiscretos.

Quedando sola en su habitación, despegó la carta de su envoltorio y la abrió, la letra era preciosa.

Estimada Sara

Como lo prometido es deuda, dejo en sus manos los últimos tomos de botánica que he adquirido a través de mis viajes a las colonias americanas, espero que sean de sumo provecho e interés. No dude en solicitar mi ayuda si tiene alguna inquietud referente a las especies endémicas que encontrará en los libros.

También quisiera solicitar su indulgencia por lo sucedido la pasada noche, aunque no me arrepiento de nada y estoy seguro de que usted tampoco.

Sinceramente

Nicholas Howard

PD: Me siento inclinado a seguir usando su nombre, es demasiado bonito para no usarlo, sino le gusta, ¿dígame como puedo llamarla?

Sara releyó la carta y la guardó en su mesita de noche, observó los libros, tenían unos hermosos dibujos de cada una de las especies que habían sido documentadas por Joseph Christmas Ives y el barón Humboldt. Contenta por su nueva adquisición cerró los libros y bajó a la mesa del desayuno, las tripas le sonaban, no había comido nada en toda la noche por la explosión de emociones de los hechos acontecidos.

-Buenos días Hermanita – Saludó su hermano desde la mesa comiendo un copioso desayuno

-Buenos días Andrew, ¿Dónde están nuestros padres? – interrogó Sara consciente de que solo se encontraban ella y su hermano en la mesa del desayuno

-Madre sigue durmiendo después de haber estado hasta más de la media noche en la fiesta de los Devonshire, Padre salió más temprano que tú y yo, y dejó una misiva a Malden. todos no reuniremos en el jardín botánico. Por cierto, madre dijo que te fuiste del baile porque estabas indispuesta, ¿te encuentras mejor? – explicó Andrew mientras Sara se servía su desayuno sentándose junto a su hermano.

-Me encuentro como nueva y llena de energías -balbuceó Sara tratando de evadir el tema tomando un sorbo a su tasita de té.

-Bien, entonces te espero en 10 minutos en el recibidor, padre y Malden nos estarán esperando en el jardín – Sara asintió, terminó su desayuno arreglándose en su habitación para salir con Andrew.

-Y dime hermanita, ¿de quién es el paquete que te ha subido la señora Williams? - Ambos hermanos estaban en el carruaje familiar siendo llevados por John, el cochero.

-De Lord Malden, me ha prometido unos libros de botánica – apostilló Sara desviando la mirada hacia la ventana, sería una tontería negarlo.

Ambos hermanos continuaron su viaje en silencio cada uno ensimismado en sus propios pensamientos.

El destino de Lady SaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora