Nathaniel
—Por favor, no me dejes solo con él. Jack no llegará hasta la noche—Dijo Billy muy bajito al auricular.—Cameron, por favor.
—Es solo un niño.
—Un niño que tiene casi mi estatura y me odia, te lo juro, tienes que verlo en sus ojos. Ese niño es malo.
—No existen los niños malos.—Le dijo la voz paciente de Cameron.
—Te juro que este lo es. En serio, sus ojos son oscuros, hay algo malo en ese niño, por favor, por favor...Por la hermandad de las pasivas.
—No existe tal cosa Bill.—La voz risueña al otro lado de la línea le aseguraba que Cameron se estaba divirtiendo a su costa. — Y si tanto te molesta cuidarlo ¿por qué no se lo dices a su padre? Dile que le ponga una niñera. Eres su novio, no su esclavo.
—Somos una pareja, se supone que nos ayudamos, el niño es importante para él, no puedo decirle que no quiero cuidar de su hijo. Jack ya tiene bastante haciéndose cargo de la economía, trabaja todo el día para mantenernos, yo me haga cargo de la casa, él provee y paga mi matricula escolar, se supone que yo cuide al niño, es lo único que me ha pedido. No me gusta quedarme solo con él, Cameron por favor...
—Tengo hambre.—Billy se contuvo de soltar una maldición al oír esa vocecita infantil. Billy se giró, en ese momento estaba parado sobre un banquito para llegar a la teléfono de la cocina.
—Tengo que cortar...—Le dijo a la línea sin apartar sus ojos del niño como si estuviera frente a un animal muy peligroso.
Lo cierto era que a Billy no le molestaba cuidarlo. Billy había hecho de niñera en su adolescencia, los niños le gustaban. No, el asunto con Nathan era completamente diferente. El niño le daba miedo, y sus ojitos acusadores y oscuros no ayudaban.
No podía correr a decirle a Jack que creía que su hijo le parecía un pequeño psicópata de esos que salen en las películas y que temía que un día tomara un cuchillo y se lo clavara en el pecho. Lo cierto era que Billy se había encargado de guardar todos los utensilios de cocina celosamente en la parte más alta de la alacena. Lo que era un problema considerando que necesitaba de un banquillo para llegar a todos lados, pero por la paz mental que aquello le daba valía la pena el esfuerzo.
Billy se bajó de su banquillo y el niño dio un paso hacia atrás manteniendo la distancia. Ninguno de los dos parecía demasiado predispuesto al acercamiento.
—¿Qué quieres comer, cariño?
—Nathaniel.—Lo corrigió el niño y luego se encogió de hombros.
Otra cosa que le perturbaba del niño era eso de que no hablaba, apenas si decía dos o tres palabras para comunicarse y en su mayoría eran monosílabos. Era demasiado callado, solitario, desconfiado y frío para un niño de su edad.
¿No se suponía que a esa edad los niños charlaban de todo y hacían amigos?
El chico no actuaba como un niño de su edad, no jugaba, no miraba dibujos en la televisión, nunca, literal, nunca, una vez había intentado acercarse a él alquilando un dvd de películas para niños, al final fue él quien acabó viendo hotel Transilvania en la sala mientras el niño se largaba a su cuarto.
Sí, que dios lo condenara que lo había intentado.
Lo único que parecía divertirlo era destruir sus trabajos de la universidad. Juraba que el niño lo hacía a propósito. Una sola vez lo había acusado con su padre, y las cosas habían ido a peor, el chico se la había tomado más contra él, sus ojos desafiándolo a que volviera a delatarlo. Billy había optado por rehacerlas sin decirle nada a Jack, el mayor estaba demasiado ocupado todo el día intentando que el dinero alcance.
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Building love (Gay +18)
RandomJack Harrel conde de Meyerside y único heredero del ducado de Sefton termina en Chicago al intentar huir de sus responsabilidades. En su primer noche en suelo americano conoce a Billy Brennan un joven y extrovertido estudiante de arquitectura abie...