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Karol Sevilla

Estos no eran sus planes.

Se suponía que ahora mismo deberíamos estar aterrizando en Orlando, no esperando nuestro turno en una clínica.

No es justo.

Le molesta porque ha estado hablándome de sus planes desde hace mucho, y yo le aseguré que nada se interpondría esta vez. Pero aquí estamos, en una clínica esperando nuestro turno para pasar a ver al ginecólogo.

Nuestras vacaciones se dañaron, ya no iremos a Orlando, ya no recibiré ninguna de sus sorpresas, ya no habrá nada. No quiere absolutamente nada. Ni siquiera hablar conmigo.

─ Quita esa cara, ya te dije que habrá otros momentos para ir. ─le recuerdo sentándome a su lado.─ ¿Quieres café?

─ Quiero irme a casa.

─ Gruñón. ─me burlo revisando la pantalla de mi teléfono.─ Ya vengo.

─ ¿Otra vez te vas?

─ El doctor me dijo que camine mucho tiempo. ─le recuerdo haciendo que él ruede los ojos.

Sonrío culpable y dejo mi vaso a su lado antes de alejarme lo suficiente como para contestar la llamada. No sé por cuánto voy a seguir con esto, pero comienza a molestarme.

─ ¿Qué quieres, Diego?

─ ¿Esa es la manera de contestarme? ─masculla del otro lado de la línea y suspiro.─ Ya sabes lo que quiero.

─ Escucha, déjame en paz. No voy a darte nada de mí.

─ ¿Quieres que todo el mundo se entere?

─ Adelante si es lo que te hace feliz. ─accedo dispuesta a colgar.

─ No creo que eso te haga sentir más tranquila, y menos si Ruggero se entera de la peor manera. ¿Quieres que le diga por qué estás cancelando su invitación a las mejores vacaciones de la vida?

─ ¿Qué ganas con esto?

─ Quiero que abortes.

─ No lo voy a hacer.

Él se ríe y realmente comienzo a desesperarme. Esto no me gusta nada.

Maldito sea el día en el que me acosté con él y mi vida se jodió para siempre. Nunca he odiado a nadie como estoy odiando a Diego en este momento.

Y sí, no sé cómo explicárselo a Ruggero. Realmente no sé.

─ ¿Qué piensas hacer, cariño?

─ No voy a abortar, Diego. Definitivamente no.

─ Okey, no lo hagas. Pero entonces pídele a Ruggero que se haga una prueba de ADN. Oh espera, no hay posibilidad de que sea suyo. ¿O sí? Ah pero claro que sí. Es que te divertiste vengándote de él.

─ No vuelvas a decirlo. ─mascullo apoyándome en la pared.─ No voy a pedirle a Ruggero que haga nada. La prueba vas a hacerla tú.

─ ¿Y si es mío?

─ Le diré la verdad.

─ Y si no, ¿Jugarás a mentirle por el resto de tu vida?

─ Si el niño no es tuyo tendrás con conformarte con desparecer de mi vida, ¿Estamos?

Molesta cuelgo la llamada y doy media vuelta dispuesta a volver. Pero me quedo a medio camino cuando noto que Candelaria está parada frente a mí.

Mierda.

─ ¿Qué haces aquí?

─ ¿No es obvio? Vine a dejar a Josuet. ─dice cruzándose de brazos.─ ¿Cuándo vas a decirle a Ruggero?

3| El verde de sus ojos; Darlo TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora