20

951 114 54
                                    

Esto comienza a superarme y juro por lo que sea que ya no voy a provocarme tantos dolores de cabeza. ¿Qué huyó?

¿Por qué mierda huyó?

¿Es verdad que ya no me ama entonces?

Joder, joder, joder.

Como siempre, esta situación va a terminar matándome de estrés.

¿Cuál es la necesidad de huir de mí?

Comienzo a cansarme de buscarla, de perseguirla por todos los lugares posibles y de que nunca tengamos un resultado positivo.

Mi hijo o hija debió haber nacido hace un mes, y me molesta el saber que no puedo formar parte de su crecimiento.

— Papá, tengo un problema. —Josuet sale de la cocina y se detiene frente a mi sonriendo inocente.— Promete que no vas a gritar.

— ¿Qué hiciste ahora?

— Es que, Ayla, Isaak y yo estábamos jugando a hacer pasteles. —comienza diciendo.— Y mientras jugábamos...

— ¿Qué quemaste ahora?

— Ayla hizo que algo dentro del horno explotara.

Yo solo suspiro pasando la película y voy hacia la cocina en donde un desagradable olor comienza a hacerse notar.

Ayla está apoyada en la encienra riéndose de sí misma mientras Isaak sopla en dirección al horno como si eso fuese a detener el humo saliendo del horno.

Me río apoyándome en el marco de la puerta y ambos hacen una señal de decepción.

Si, son un par de idiotas juntos.

— ¿Feliz cumpleaños? —dice Ayla en cuanto consigue calmar su ataque.— Te queremos, Ruggero.

— ¿Eso o quieren terminar con mi casa? —me quejo abriendo las ventanas.— ¿Por qué no pueden mantener sus manos quietas?

— Oye, queríamos sorprenderte, ¿Y nos pagas hablándonos así?

Yo asiento y ambos hacen gestos de ofensa antes de perderse fuera de la cocina. Como siempre se van sin detenerse a solucionar lo que han provocado.

Me encargo de limpiar todo el desastre, tiro el intento fallido del pastel y finalmente salgo avisando que estaré en mi habitación.

La verdad es que no puedo soportar la idea de celebrar mi cumpleaños sin Karol aquí.

Y sobre todo ahora que sé que soy padre. Y que no he vivido parte del proceso del embarazo.

En fin, no puedo detenerme a pensar solamente en eso.

Tengo muchas cosas buenas que contar, Josuet está practicando para un concurso de piano. Es muy bueno, y en unos meses más estaremos en Canadá viéndolo desenvolverse tan bien como lo ha hecho hasta el momento.

Ayla e Isaak tienen algo, todos creemos que si. Y es que han tenido más citas en un mes de las que he podido contar.

Adeline es una bebé muy sana, tiene dos meses de vida y es la costa más tierna que hemos visto. Y es lindo porque hasta hace poco Andreína cumplió un año y es agradable ver como los niños crecen.

Agustín y Jenny están formando algo serio, son novios ahora. Y aunque ambos dicen que no, es solo cuestión de tiempo para verlos pisar el altar.

Papá ha fortalecido su relación con mi hijo, y ahora puedo decir libremente que ha aprendido a quererlo obviando el hecho de que Candelaria es su madre.

Hasta de ella tengo mucho por decir.

Ha comenzado a alejarse de esa vida tan conflictiva que tenía. No falta a ninguna terapia con su psicóloga y su relación con Josuet ha mejorado bastante.

Las cosas comienzan a acomodarse y estoy orgulloso de decir que todo va bien. Pero no puedo decir que es perfecto, pues Karol no está.

Lo poco que Ayla nos ha dicho ha servido para buscarla, pero poco a poco las esperanzas se acaban y yo comienzo a resignarme.

Me tomo el tiempo de darme un relajante baño, cepillo mis dientes, me pongo un cómodo pijama y me acuesto aunque sean apenas las dos de la tarde.

Sinceramente no tengo ganas de nada, y el hecho de que todos hayan respetado mi decisión, me hace saber que todo estará bajo control.

No soy consciente de cuándo mis ojos se cierran, pero exactamente a las seis de la tarde me desierto gracias al ruido proveniente de la sala.

Genial, ya ni siquiera puedo dormir bien en este lugar.

— ¡Feliz cumpleaños, Ruggero! —todos gritan al unísono y yo sonrío recibiendo el abrazo de mi hijo.

— Te queremos, papá. Feliz cumpleaños.

— Gracias, pequeño. —digo despeinado su cabello.— Pero, ¿Cómo es que llenaron mi sala de globos y serpentinas?

— Me presento, soy Giovanna Reynaud. Y me gusta hacer fiestas sorpresa. —dice divertida.— ¡Anímate! Es tu cumpleaños.

— Fuese más fácil si...

— Hoy no vamos a hablar de eso. —dice Ayla aplaudiendo para captar mi atención.— Te hicimos un pastel, y esta vez no se quemó.

Bueno, al menos ese es un gran logro...

Recibo las felicitaciones de mis amigos, incluso de mis padres, y cuando todos nos sentamos alrededor de la mesa, Jenny y Agustín nos hacen saber que prepararon el menú más apetitoso.

Pronto la mesa de llena, todos comen y se ríen de cualquier chiste que alguno lanza al azar. Y cuando cantan la irritante canción para mí me limito a sonreír.

Están haciendo su mejor esfuerzo para que todo lo que me atormenta salga de mi mente y se los agradezco. Son los mejores amigos.

Cuando la cena termina vamos hacia la sala en donde recibo tantos regalos como son posibles. Disfruto de esto.

— Este es el mío. —dice Giovanna entregándome un sobre de manila.— No digas nada, solo ábrelo y lee lo que hay adentro.

Asiento siguiendo sus indicaciones y abro el bendito sobre sacando lo que parece ser una carta y un montón de fotografías.

Me centro en el pedazo de papel sin prestarle atención a la carta y me dedico a leer.

No hay mucho en realidad.

«Milán, Italia»

Confundido la muro y ella sonríe removiéndose aparentemente nerviosa. Dios, no quiero ilusionarme pero es obvio que estoy haciéndolo.

Sin decir nada me fijo en las fotografías sintiéndome completamente feliz cuando la veo a ella en cada imágen.

Su color de cabello ya no es el mismo. Ahora es un poco más claro pero se ve simplemente hermosa con su nuevo estilo.

En algunas fotografías la veo cargando un pequeño bulto azul que reconozco inmediatamente. Así que tuvimos un niño...

— He estado buscándola por mi cuenta. —dice la rubia.— Está en Milán, Ruggero.

— Buscamos muchas veces ahí. —recuerdo.— ¿Cómo pudimos pasar por alto el hecho de que ella está ahí?

— Porque se estaba escondiendo. Pero he hablado con ella. Y está dispuesta a escuchar.

— ¿Si? ¿Cuándo?

Ella sonríe y me hace una señal antes de ponerse de pie.

En silencio todos vemos como camina hacia la puerta y la abre hablando con alguien delante de ella.

Mis manos sudan y sé que voy a emocionarme cuando veo a la castaña que tanto he anhelado cruzar la puerta.

Pero qué linda se ve,  maldita sea.

¿Qué creen que pase?

3| El verde de sus ojos; Darlo TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora