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No puedo creer que esto realmente esté pasándome justo ahora. ¿Qué daño tan grande hice para tener que pagar de esta manera?

Por amor a Dios, estoy jodida.

Asustada muerdo mi labio inferior y dejo la hoja sobre la mesa mientras Diego sonríe y lo toma doblándolo para guardarlo de vuelta en el sobre.

¿Qué voy a hacer?

─ Seremos unos excelentes padres. ─asegura.─ Y no llores que las cosas, siempre pasan por algo.

─ ¿Qué no te das cuenta? Estoy embarazada de ti. ─reprocho.─ Y no sé qué hacer.

─ Termina con Ruggero. Ese hijo es mío y por lo tanto lo voy a cuidar yo. ¿Okey?

─ No voy a dejar a Ruggero.

─ ¿Ah no? Yo apuesto cualquier cosa a que sí.

Él toma su teléfono y yo niego suplicándole que no lo haga. Si alguien más llega a saber de esto, literalmente voy a estar muerta.

Llegar a un acuerdo con Diego es imposible. Él está dispuesto a absolutamente todo y yo tengo que enfrentar las malditas consecuencias de mis actos. Quiera o no tengo que contarle a Ruggero respecto a esto.

Solamente espero poder tener a valentía suficiente para no echarme para atrás.

─ ¿Cuándo nos vamos? ─pregunta él y niego.─ Ambos sabemos que no va a perdonarte, solo quédate conmigo y juntos encontraremos la solución a todo esto.

─ No entiendes, Diego.

─ Yo te amo, Karol. Y un día tú vas a amarme igual. Solo confía en mí.

─ No voy a irme contigo de cualquier modo. Si Ruggero no me perdona no importa, voy a quedarme para convencerlo.

─ Haz lo que quieras, al final vas a llamar. ─asegura.─ Escucha, díselo hoy. Y si te dice que no, ya sabes cuál es mi número. Estaré reservando vuelos. Hasta luego.

Se levanta dejándome sola y yo suspiro escondiendo mi rostro entre mis manos. ¿Qué mierda voy a hacer ahora?

No puedo decirle a Ruggero justamente hoy. Josuet se va al internado esta noche, y si me atrevo a mencionarlo, él simplemente no va a poder pensar con claridad. Debo decirle después.

Mi teléfono suena y maldigo notando que se trata de Ruggero. ¿Por qué justo ahora? Mierda.

─ ¿En dónde estás? ─pregunta en cuanto contesto.─ Karol...

─ En una cafetería. ─lo corto sorbiendo mi nariz.─ Escucha, voy a mandarte la dirección. Tenemos que hablar.

─ ¿Ahora? Estábamos comprando algunos recuerdos con Josuet porque ahora que se va...

─ No vengas con él. Ven solo. ─pido.─ Esto es serio, Ruggero.

─ ¿Está todo bien?

─ No, Ruggero. No lo está. Te espero.

Cuelgo. Le mando la dirección por mensaje y finalmente dejo el teléfono sobre la mesa esperando. Tengo que calmarme y buscar la manera adecuada de decírselo. No puedo seguir mintiendo.

No importa el resultado de esto. Simplemente debo decirle y ya.

Nada va a dolerme más de todos modos.

─ Vine tan rápido como pude, ¿Qué sucede? ─pregunta Ruggero sentándose frente a mí.─ Hey, ¿Qué tienes? Por el teléfono te escuchabas bien y no tardé más de media hora. ¿Por qué lloras?

3| El verde de sus ojos; Darlo TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora