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Me duele la cabeza, es un dolor malditamente insoportable. No puedo con tanto.

Necesito un café para mantenerme despierto o juro por Dios que voy a tenerminar quedándome dormido cuando no debo. Son las tres de la tarde. Desperté a las once. Y aún así tengo tanto cansancio que me urge una cama.

Estamos en mi casa, todo es un desastre. Tenemos a dos agentes del FBI sentados en la sala, mi investigador privado les explica lo que ha podido encontrar. Y por sus caras sé que lo que ha descubierto es algo muy grande.

Josuet colorea un libro con Paola. Jenny aporta ideas junto a Giovanna, Pasquale e Irene. Manuel juega con Andreina en un sillón. Agustín los observa e Isaac hace llamadas sin parar a todos los números que la policía le indica.

Ah, y no puedo olvidar a mis padres en el jardín hablando con sus contactos de Tailandia. Es posible que ella esté ahí.

Y bueno, Lalita no para de servir café así que también. Aunque también debo admitir que Kevin hace un buen trabajo consolando gente. Giovanna es testigo de eso.

Dan las cuatro y las cosas se calman un poco, aunque la policía sigue investigando las cosas están más calmadas. Giovanna por fin se calma después de una hora llorando sin parar. Se queda dormida y Pasquale decide dejarla en mi habitación.

Jenny continúa explicando lo que sabe de Diego y yo le dedico a escuchar. Tampoco es que pueda hacer mucho.

A las cuatro y media mis hermanos y mis sobrinos llegan. Leo va directo con mis padres y Gema se acerca a mí luciendo preocupada.

— Estoy bien. —aseguro.— Solo me duele un poco la cabeza.

— Deja de beber café. —reprende quitándome la tasa.— Papá decía que no es bueno.

— Tú papá no tenía tanto estrés encima.

— Estás pálido, ojeroso, un poco delgado, te mareas muy seguido. No estás bien, Ruggero.

Asiento porque sé que es verdad y ella vuelve a insistir con la idea de ir al doctor. Pero realmente no tengo ganas.

Hace unos días fuimos, dijo que no estaba seguro de poder darme un resultado aún y me mandó a hacerme unos exámenes. Tengo los resultados. Están guardados en el cajón de mi mesita de noche.

Pero no quiero verlos. Ni mucho menos ver a un doctor.

Evitando alimentar si idea le cuento respecto a la investigación y ella me hace saber que de la enfermera no obtendremos nada que nos sirva.

Ella solo aceptó dinero a cambio de falsificar los resultados. Nada más.

Y hablando de eso. Ahora hay un cien por ciento de posibilidad de que el niño no sea mío. De Diego tampoco es, claro está.

Pero si de algo estoy seguro, es de que ese bebé no existe. Y la respuesta es simple.

Karol no está embarazada.

Ella solo padecía un embarazo utópico. La presión que yo ponía sobre ella haciendole saber que quiero ser padre, y la necesidad de ella de probarse a sí misma que aún es capaz de dar vida, hicieron que su mente creyera que un bebé vive dentro de ella.

Cuando evidentemente no es así.

¿Qué cómo se eso? Bueno, es lo único con lo que la enfermera aportó.

Y eso nos lleva al siguiente sospechoso. El ginecólogo que revisó a Karol la última vez. Él seguramente sabe algo más.

Pero el problema es que se dio a la fuga.

3| El verde de sus ojos; Darlo TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora