29

1.4K 172 22
                                    

— ¿Qué haces aquí? —yo miro a la rubia enmarcando una ceja y ella se ríe.— Es que no te invitamos, Ruggero.

— ¿Y? Vine a ver a mi novia. ¿En donde está?

Giovanna señala la habitación y luego me hace una señal de silencio. Supongo que está dormida. Pero entonces escucho a Austin llorar siendo seguido por Valeria.

Me río cuando gruñe molesta y veo a Josuet caminar hacia el sillón en donde seguramente ambos pequeños descansan.

— ¿Para que lo traes si siempre se porta mal? —yo miro a la rubia enarcando una ceja pero ella sonríe.— Es la verdad.

— Dice que quiere volverlo a intentar.

— ¿De verdad? —asiento.— Bueno, eso es genial. Pero de cualquier manera, no lo dejes solo con Austin aún.

— Precisamente venía pensando eso, no voy a dejar que esté completamente solo con él hasta he vea un verdadero cambio.

— Suerte entonces. —desea palmeando mi hombro.— Ahora que llegaste tengo que irme. Hoy vamos a cenar con la familia de Pasqualini y debo asegurarme de que todo esté bien.

Asiento y ella camina hacia el sillón tomando a su pequeña en brazos.

Mentiría si dijera que esa bebé no es preciosa, porque lo es. Es una cosita tan bonita y pequeñita que cuesta no querer comértela a besos.

Y bueno, de Austin ni hablemos. Sus ojos son lo más precioso que existe.

Si pensaban que los de Karol son preciosos, los de Austin son otro nivel algo sumamente extraordinario.

— Nos vemos el sábado en el cumpleaños de Irene. —dice la rubia y asiento besando su mejilla.— Qué te diviertas, Josuet.

— Gracias, tía Giovanna. Te quiero.

— Y yo a ti, pequeño.

Tras su emotiva despedida me acerco al sillón en donde Josuet está sentado viendo a Austin con duda. El pequeño solo tiene sus pequeñas manos en la boca y su mirada está perdida en cualquier cosa que esté viendo.

Es que insisto, es sumamente tierno.

— ¿Quieres cargarlo? —pregunto llamando la atención de mi hijo mayor.— Puedes hacerlo sin miedo.

— ¿Me dejas?

Yo asiento y él sonríe con ilusión mientras me acerco a Austin y lo levanto con cuidado. La mirada del pequeño cae sobre mí y disfruto de lo expresiva que es la misma.

Despacio dejo que Josuet lo tome en brazos y me mantengo cerca por precaución, cargar a un niño es difícil. Y en cualquier momento los brazos de Josuet van a cansarse.

— Es muy pesado. —dice y me río.— Tiene unos ojos muy bonitos.

— Si, son muy bonitos.

Me quedo en silencio disfrutando de las expresiones de Josuet cargando su hermano.

Por primera vez no lo veo molesto con la presencia de Austin, al contrario, la está disfrutando.

Cuando sus brazos se cansan yo tomo al pequeño en mis brazos y este balbucea volviendo a llevarse la mano a la boca.

Bueno, Amelia dijo que era normal en un bebé. Y le creo porque a diferencia de Ayla, ella sí sabe de niños. Por algo es pediatra.

— ¿Podemos ir a ver a Karol? —pregunta Josuet y asiento caminando hacia las escaleras.— ¿Tú crees que ella quiera hablar conmigo?

3| El verde de sus ojos; Darlo TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora