8

839 112 45
                                    

Once y media de la noche. No debería estar despierto si quiero tomar un vuelo a las seis de la mañana hacia Chile. Pero la tentación es muy grande.

Desperté con una extraña necesidad de comer fresas con chocolate. Y es imposible que pueda volver a dormir si sigo soportando las ganas de comer a media noche.

— ¿Hay helado? —musito abriendo la nevera.— Claro que hay.

Inmediatamente abro el helado napolitano y pienso en agregarle las fresas, más chocolate y crema batida. Si, sería una perfecta combinación.

— ¿Qué mierda ocurre contigo, Pasquarelli? —susurro buscando una cuchara.— Malditos malestares.

Apago todas las luces y vuelvo a la habitación dispuesto a terminarme esta rara mezcla. Tengo hambre. No pueden culparme por eso.

Me termino todo el helado en menos de lo que espero, y cuando vuelvo a acostarme dispuesto a dormir, mi teléfono vibra. Es Pasquale.

¿Acaso no sabe que la diferencia horaria es de cinco horas. Maldita sea.

— ¿Que quieres? Te fuiste hace tres semanas ¿Y aún no entiendes que son cinco horas de diferencia?

— Soy yo, Ruggero.

— Ah, Giovanna. —musito desconcertado.— ¿Qué sucede?

— ¿Me pasas a Karol? He estado mandándole mensajes sin parar pero...

— No puedo ayudarte con eso. —la corto.— Karol ya no vive conmigo.

— Que gracioso eres.

— No estoy bromeando.

Ella grita y yo solo alejo el teléfono de mi oído. No estoy de humor para escucharla quejarse. Además, quiero más helado.

— ¿Venden helado a media noche? —pregunto desviando su discurso.— Sería bueno que vendieran cerca de mi casa. ¿Te gusta el helado?

— ¡Estoy hablándote de Karol, animal! —grita descolocada.— ¿Cómo puedes pensar en comida justo ahora?

— Pero bueno, ahora que no soy el jefe me recriminas cosas y hasta me llamas animal. Eres tan rara como tú amiga.

— ¡Exacto! Mi amiga. ¿Que hay de ella?

— Su ropa, en el armario. Me niego a sacar sus cosas. ¿Sabias que psicológicamente...?

— ¡Cállate! —ordena exasperada.— Escucha, hace un par de horas Karol me llamó, lloraba mucho y no pude comprender lo que decía. Pero la llamada se cortó y me urge saber qué ocurre. ¿Cómo que ya no vive contigo?

— Eres su mejor amiga, deberías saber por qué decidió dejarme?

— Mierda, estoy asustada. —solloza.— Ella no está bien, Ruggero.

— Yo tampoco. Y es desgastante. —admito soltando un suspiro.— He estado una semana buscándola, yendo a su casa todas las noches, y sin embargo nunca está. No ha ido a trabajar y mis mensajes son ignorados.

— Tengo miedo. Dime que no está con Diego.

— Desgraciadamente si.

Me confunde cuando comienza a llorar con más fuerza. Y cuando pregunto qué ocurre es Pasquale quién habla esta vez.

Me pide que busque mi portátil y eso hago. La enciendo y sigo cuidadosamente todas sus instrucciones.

Todo va bien hasta el momento. No comprendo absolutamente nada pero intento relajarme.

Hasta que pronuncia las palabras más desesperantes que he escuchado.

— Tienes que calmarte. Revisa la sección de noticias actuales en esa página. —hago lo que él me dice mientras mi cabeza comienza a maquinar estúpidas ideas.

3| El verde de sus ojos; Darlo TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora