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— Entonces... ¿Quieres que mañana mismo vayamos a Francia para buscar a esa tal Ángela?

— Efectivamente, no estás obligada a ir desde luego.

— No, yo voy porque quiero. De hecho, me encanta tu misterio.

Asiento y muerdo el bocadillo que ella me ofrece antes de buscar a Josuet con la mirada. Se ha hecho una amiga, y no deja de corretear por el lugar.

Lalita del mismo modo se hizo algo más que un amigo así que básicamente tengo que estar pendiente de ambos.

— Ahora dime, ¿Quién es Ángela y por qué Diego quiere que vayas a verla?

— Ángela es una mujer que odio y odiaré por el resto de mi vida. Y perdona la expresión, pero es una pera.

— Wow, veo que el sentimiento es verdadero. —dice mordiendo su labio inferior.— Pero explícate, ¿Qué te hizo?

— Ángela es la hermana menor de quien fue mi secretaria y por ende, una de las mujeres que estuvo en mi cama, Anne.

— ¿Y?

— Tenía 17 años cuando se metió en mi cama e intentó acusarme de violación.

Ella me mira sorprendida y yo asiento decepcionado por eso. Ni siquiera yo estoy orgulloso de recordar eso.

Pero si, hace un par de años esa mujer me hizo la vida imposible. Y solo dándole dinero logré que se callara.

Ya sé que tranquilamente pude haber aceptado el juicio y aceptar mi inocencia. Pero repito, esa mujer sí que sabía cómo manejarlo todo a su antojo.

— Entonces crees que es ella porque encaja perfectamente con lo que Diego necesitaría para vengarse de ti.

— Exacto, quizá Ángela solo quiere dinero y aprovechó esta situación.

— Es una perra.

Me río por su comentario y busco una nueva copa de champagne que ella me quita de la mano y niega. Genial, ignoraba el hecho de que principalmente es mi doctora.

Hago un gesto de disgusto y ella se ríe centrando su vista en la pista. Y sólo entonces me decido a mirarla.

Se ve preciosa con ese vestido negro, su cabello suelto y ese maquillaje que resalta más sus ojos. Si, es verdaderamente hermosa.

Y no quiero que malinterpreten mis palabras. Pero cuando una mujer es bella, no deja de serlo ante los ojos de nadie.

Y que admita que ella es hermosa, no quiere decir que he dejado de amar a Karol. Porque no voy a dejar de hacerlo.

— Oye, te invité aquí para que te olvides de tus problemas. —dice volviendo a mirarme.— Mañana mismo iremos a buscarla, ahora solo disfruta de tu vida. Tienes solame te treinta y dos años. No seas amargado.

— Mi vida no puede ser divertida desde que la perdí.

— Oye no, no seas pesimista que cuando menos lo esperes la tendrás contigo. Ahora ven, hay que bailar.

Me río siguiéndola a la pista en donde ambos nos dejamos llevar por la alegre música.

Disfrutamos de la fiesta y de la felicidad que irradia la gente aquí. Amelia está más que feliz y un poco pasada de copas. Pero es su día así que supongo que todo está bien.

Cuando nuestros pies comienzan a doler volvemos a la mesa y pedímos un par de sodas porque evidentemente, Ayla ya no quiere que beba. Según ella va a cuidar mi salud aunque vayamos a mil citas.

3| El verde de sus ojos; Darlo TodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora