✦TOBS カップル✦

✦OiKage✦

/Masoquista/

Su oscuro cabello estaba mojado, y se veia aun mas brilloso que de costumbre. Sus ojos azules no tenian ninguna especie de brillo. Su andar era lento, casi arrastrando sus pies por el suelo. No habia expresion. No habia sentimiento alguno.

Otra vez le habian golpeado. Pero eso era realmente lo de menos. Sus compañeros que una vez ni siquiera notaron su existencia, ahora le hacian la vida imposible. Todo por un castaño, quien ordenaba lo que queria. Era el gran rey de aquella escuela. Sus amigos estaban preocupados, le preguntaban si de verdad estaba bien, si tenia algun problema. Pero todo era igual, que iban a poder solucionar ellos? Solo causarian mas problemas. Cada que sus orbes azulados visualizaban la presencia del rey, inmediatamente sentia un escalofrio recorrele la espalda, como un pequeño animal de mierda, asustado y atemorizado.
Las palabras del castaño no le hacian daño, o eso le hacia creer. Lo golpeaba, amenazaba, burlaba. El era mejor que aquel chico azabache, se lo recordaba a cada momento. Y hacia que los demas tambien se lo recordaran. Miles de bocas hablaban mal de el. Miles de ojos lo observaban con desprecio. El era el centro de atencion y burla, por que?. El no lo entendia. Queria entenderlo, queria saber el porque, para poder cambiarlo. Los insultos y burlas del castaño se sentian como miles de agujas clavadas en su piel, dolian mas que las de los demas. Todo porque aquel gran rey egocentrico, le gustaba.

Un grupo de chicos de su mismo curso, lo tomaron por los hombros, y lo llevaron hacia la azotea. Obviamente golpeandolo en el trayecto. Con brusquedad le hicieron apoyarse en los barandales. Era mentira si dijera que no tenia miedo. Que no sentia nada.
Estaba asustado, no queria morir, aunque no tuviera motivos para vivir, queria seguir estando de pie. Sus ojos comenzaron a soltar lagrimas de desesperacion, mientras los chicos intentaban hacer que cayera.
La fuerza que ponia en los barandales, era la misma que usaba para aferrarse a la vida.
Un alto chico de orbes castaños, caminaba por debajo de aquella escena. No se abria dado cuenta de lo que pasaba, a no ser por unas pequeñas gotas que impactaron en su rostro. Haciendo que levantara la mirada, y una mueca de horror se formara. Era susto lo que reflejaba aquel castaño, miedo por ver el fino hilo que ataba a aquella persona que era dueño de su corazon, a la vida y muerte. Con un grito hizo que todo aquello parara de golpe.

- Que hacen?! Desde cuando hacen eso, malditos idiotas?!...- Grito fuertemente, haciendo que aquel grupo dejara caer al oji azul al suelo, quien temblaba.

Queria ir alli. Envolverlo en brazos. Decirle que estaba bien, que dejara de llorar. Pero, oh. El orgullo lo ataba. Enpuño sus manos con fuerza, y volvio a elevar la mirada, ocultando su alivio con una sonrisa de burla.

- Y que? No hubieras preferido morir?...- Le grito aquel castaño, haciendo que los ojos horrorizados del azabache dieran con los suyos. Alli fue cuando comprendio, que seria mejor alejarse, o definitivamente haria una estupidez.

La tarde era anaranjada, y el sol estaba a punto de esconderse. Un alto castaño caminaba impaciente, al parecer su bolso habia quedado en su salon de clases. Como era posible que lo haya olvidado? Ah, si. Fue por lo que habia ocurrido aquella mañana, se habia marchado sin nada. Camino un poco y se adentro en su salon, buscando con la mirada su bolso. Al encontrarlo, lo tomo y se apresuro a irse. Aunque, por la naturaleza humana, una extraña melodia lo atrajo. Al parecer provenia de la azotea. Cabe recalcar que su salon quedaba a la par de la escalera, ya que sino, no hubiera escuchado nada.
Subio rapidamente los escalones, y con cautela, abrio una de las puertas.
Y como si fuera coincidencia, un azabache se encontraba sentado en el suelo. Solo que esta vez, no mostraba su rostro, aunque no fuera para nada dificil reconocerlo.
Aquella melodia, no era una.
Eran gritos.
Desgarradores gritos.
Como si lo estuvieran apuñalando sin descanzo. Aquellos gritos mostraban dolor, pena, angustia. Estos se mezclaban con lamentos, quejidos, y suspiros. Sin embargo, los gritos llegaron a cruzar el corazon del castaño con fuerza, como si de flechas en fuego se tratasen. El dolor se convirtio en uno.