sensación satisfactoria.

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Era de madrugada, las 3:46 a.m para ser exactos, el viento sacudía con fuerza los árboles, los faros se apagaban recién, aunque debieron apagarse hace como 30 minutos.

De todas las casas que habían en aquella cuadra, solo una tenía las luces encendidas, y sí, era la casa del alemán y de la japonesa.

El de anteojos redondos se encontraba sentado en una de las tantas sillas, tomando una pequeña taza de té de manzanilla, tal vez así le regresaba el sueño.

Una manta rodeaba sus brazos y parte de su cuello, la chimenea calentaba lentamente la habitación y el la taza que estaba caliente, hacía que sus manos quemarán pero satisfactoriamente.

En los labios de esté había un hilo de sangre, sacó la lengua dejando ver una pequeña herida en está, se la había echo accidentalmente, tener los dientes cómo él no es muy bonito que digamos.

Sus manos sujetaban una foto, en está se podía ver un hermoso paisaje de invierno y a él con su pareja; Japón se veía realmente hermosa con aquella ropa abrigadora, su piel se podía confundir con la nieve, tan blanca, tan suave y tan frágil, era igual que una muñeca de porcelana.

El cuerpo provocador de la chica volvía loco al alemán, lo hacía tener ese deseo de tenerla bajo de el y marcar todo su pequeño cuerpo, tenerla enfrente y hacerla gemir su nombre todas las veces que quiera, golpearla mientras la penetra.

Ya llevaban 4 meses de relación, aún así no han tenido intimidad, excepto ese día de la pijamada en la casa de Usa.

Se mordió un labio mientras acercaba más y más la foto, sintió un cosquilleo en su entrepierna.

Pero toda esa sensación desapareció de su cuerpo al escuchar como tocaban la puerta desesperadamente.

¿Quién estaba despierto a estás horas? . . bueno aparte de el.

Se levantó algo apresurado, tronó su espalda antes de encaminarse hacia la puerta y abrirla.

Una vez la puerta ya abierta pudo ver al surcoreano enfrente de el.

Movió los labios para decir algo pero el otro ya había empezado a hablar.

— Necesito hablar contigo . . Sobre Japón. — Dijo con voz firme el más bajo.

Alemania a esto arqueó una ceja, asintió con la cabeza e invitó a pasar al híbrido, rodo los ojos a espaldas de este, ¿No podia venir en el día? Es muy tarde como para estar jodiendo.

Entonces los chicos se sentaron en diferentes sillones, uno enfrente del otro y empezaron a hablar.

(...)

La de orejas y cola de gato no paraba de correr, sentía que se iba a desmayar en cualquier momento.

Alemania es muy problemático, podía empezar otra guerra.

Habló con China antes de empezar a correr como loca hasta su hogar, esté le dijo que no se preocupara, que no iba a pasar nada malo; pero eso no la tranquilizó del todo.

Cayó de rodillas al tropezarse con una piedra, y su rostro chocó con el torso de alguien, levantó su mirada y se encontró al surcoreano.

La asiática se levantó rápidamente y tomó de los hombros al chico.

— Dime que no hablaste con el! Dímelo! — exclamó la más baja mientras sacudía a su amigo.

— Si hablé con el . . — hizo una pausa — y . . Nada . . Solo eso.— esas palabras tranquilizaron a la de cabello negro, soltó un suspiro y soltó al chico.

Ambos empezaron a caminar hasta que a la nipona le dió sueño y decidió volver a su hogar, aunque no estaba muy confiada del todo, pero ¿Qué le haría el alemán?

ℬ𝒆𝓪𝓾𝓽𝓲𝒇𝓾𝓵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora