Salsa picante.

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Rusia tarareaba una canción, mientras preparaba la cena, no era el mejor cocinando, pero el esfuerzo es lo qué cuenta ¿No?

Escuchó la notificación de su teléfono, lo miró de reojo, pues estaba a unos centímetros de él.

Estiró su mano libre, tomó el teléfono y vio las notificaciones, la más reciente era la de México. Arqueó una de sus cejas y vio el chat de el y el mexicano.

Le habían mandado una imagen, con curiosidad la miró y segundos después reaccionó.

— ¿Qué? — Dijo en forma de confusión, mientras fruncía el ceño.

— ¿Usa y Japón? . . No, esto es una broma pesada. — Al terminar de decir aquello, soltó una pequeña risa, mientras se imaginaba cómo sería si Usa y Japón estuvieran juntos.

— No Rusky, no es broma. — Rusia abrió sus ojos cómo platos y volteó a ver detrás suyo.

— ¿¡México!? ¿Co- Cómo entraste? —

— Por la puerta del jardín trasero. — Esa maldita puerta, qué nunca le ponen llave.

— ¿Qué le dirás a Usa? — Preguntó el tricolor más bajo, mientras se acercaba al ruso.

— No . . No lo sé. — Respondió el de ushanka, concentrado en lo que cocinaba.

— ¿Qué estas cocinando? —

— R- Ramen. — Habló nervioso, pues el norteamericano se estaba acercando mucho a él.

— Hmm. . Está bien, pero le falta algo, ¿Tienes salsa picante? —

— Uhm, no lo sé, es la casa de Usa. —

México empezó a desplazarse por toda la cocina, al parecer estaba olfateando algo.

— ¡Aquí está! — Miró con pequeñas estrellitas en sus ojos, aquella pequeña botellita roja, la tomó y la llevó hasta dónde el ruso.

— A un lado Rusky, ésto va a explotar. — Destapó la botella y empezó a echar sin parar aquella crema roja.

— . . . No hubo ninguna explosión. — Soltó el euroasiático.

— Oh, si la habrá, una explosión en tu lengua — Rusia empezó a dudar si era una buena idea, es un quisquilloso cuándo se trata del picante.

México sirvió en un plato la comida, la puso en la mesa, en el lugar dónde se sentaría el ruso.

— ¿Tu no vas a comer? — Preguntó el eslavo, mientras se sentaba.

— No, gracias, yo ya comí. — Respondió el amante de los tacos, mientras se sentaba en una silla, enfrente del ruso. Rusia alzó sus hombros, y respondió con un "está bien".

Lentamente Rusia tomó el tenedor qué estaba en la mesa, y con algo de nervios abrió su boca para comer aquél ramen picante.

Fue una mala idea.

Su rostro se puso rojo, y pequeñas lágrimas salieron de sus ojos.

— Esto . . Está ¡DEMASIADO PICANTE! — Se quedó paralizado, mientras su rostro se iba poniendo cada vez más y más rojo.

— Ay wey, ésto ni pica. — México con otro tenedor, tomó un poco de aquél ramen y lo comió cómo si nada. — Qué exagerado, apenas se siente.

Rusia parecía qué empezaría a escupir fuego. — . . Mierda. —

— ¿Estás bien Rus-—

El de ushanka soltó un grito, se levantó bruscamente de la silla y fue al refrigerador a buscar leche.

Al encontrarla no solo la tomó, si no qué se la echó encima.

— ¡Rusia! Mira todo el desmadre qué haz echo, yo no te ayudaré a limpiar. — Se cruzó de brazos.

— ¡Es tu culpa! Tu pusiste todo ese picante en mi ramen. — Rusia abrió la llave del lavabo y empezó a echar agua a su rostro.

— Bien, limpiaré, pero no porqué tú me lo estás diciendo, si no, porqué soy buena gente. — Se quedó callado por unos segundos, mientras miraba a todos lados.
— ¿Donde chingados tiene éste gringo las cosas de limpieza? — Dijo casi en un susurro, empezando a desplazarse por casi toda la casa.

— Bien, me daré una ducha. — Rusia se quitó su ushanka, ésta estaba empapaba de aquél líquido blanco...

Mal pensé, coño.

ℬ𝒆𝓪𝓾𝓽𝓲𝒇𝓾𝓵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora