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— Sabía qué me ibas a recibir. Porque en la mañana, tu . . Esposa, no nos dejó hablar.

Usa se adentró a la oficina del ruso y sonrió mientras veía los ojos de éste.

— Me preguntaste si deberías estar con Canadá ¿No? . . La respuesta es sí. — Usa miró confundido al mayor, si le había preguntado eso, pero no pensó qué le diría qué sí.

— No Rusia. Hablé con él, ya no nos volveremos a ver, yo voy a ser libre al fin. —

— ¿Y sabés por qué? Porqué Canadá te ama tanto, qué está dispuesto a renunciar a tí.

— ¿Qué? — Arqueó una ceja y frunció el labio.

— Está deprimido, todavía no asimila su enfermedad y comprende qué puede ser feliz a pesar de ella. Si te pidió qué no lo vuelvas a ver, fue solo para qué no te molestaras.
Sus ojos reflejaba decepción y tristeza. Pero Canadá no es tan buen chico cómo dice . .

— Rusia, antes de qué yo tome alguna decisión, necesito que me respondas algo. — Pausó, tragó saliva y soltó un pequeño suspiro. Rusia asintió en señal de qué podía hablar. — Si Filipinas no estuviera entre nosotros ¿Tu volverías conmigo? — Sus ojos se cristalizaron y su respiración paró por un momento. Intentaba no soltar algún sollozo, el nudo en su garganta lo mataba poco a poco. Necesitaba una respuesta.

Rusia bajó la mirada y empezó a jugar con sus dedos, no sabía que responderle. No quiera responder. Se esperó cualquier otra pregunta, pero menos esa.

— Por favor, necesito saberlo. — Su voz se quebraba y lágrimas salieron de sus cuencas. Rusia subió la mirada y lo vio a sus ojos, nunca había visto tan triste al inglés.

— Usa, el “ hubiera ” no existe. Acepta ya la realidad de los dos, deja de insistir, por qué quién mató lo nuestro . . Fuiste tú. — Frunció el ceño e intentó mantenerse firme.

— No sabés cuanto me arrepiento. —

— Ya es tarde para nosotros. Pero Canadá te quiere, busca ser feliz con él. —

Y entonces se formó un largo silencio, no hacia falta hablar para entenderse, sus miradas lo decían todo, sobretodo la de Usa. Aquélla mirada antes llena de brillo y felicidad, ahora era una llena de malicia, decepción y tristeza. Le daba dolor de cabeza sentir varias emociones al mismo tiempo.

(...)

— Usa me volvió a buscar. — Habló el ojimiel mientras se sentaba en el sillón con la ayuda de su madre.

— ¿Qué te dijo? — Preguntó el europeo, al mismo tiempo qué se sentaba al lado de su hijo.

— Me preguntó que si en verdad le iba a quitar su casa. Yo . . Le pedí disculpas por decir aquello, no lo decía enserio. Luego salimos a tomar un café, se portó bastante . . . Cariñoso conmigo. — Pausó. — Mamá, Usa puede ser inmaduro, caprichoso . . Pero sí me quiere. — Puso una expresión triste y bajo la mirada. — Y yo lo extraño muchísimo. —

Francia acarició el cabello de su niño, odiaba verlo tan triste y sobretodo si es por Usa.

— ¿Te traigo un poco de agua? —

— Si, gracias. — Habló en un tono seco, talló sus ojos cristalizados y pequeñas lágrimas salieron de éstos.

— Estaba apunto de decirle qué no quiero alejarme de él y al final me contuve. Pero si tengo alguna esperanza, mamá, le voy a pedir qué estemos juntos. — Vociferó el bicolor, para que el francés pueda escucharlo desde la cocina, qué no estaba tan lejos de dónde estaban.

ℬ𝒆𝓪𝓾𝓽𝓲𝒇𝓾𝓵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora