Cajita feliz.

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- Listo, cómo nuevo. - Soltó el ruso, desde las escaleras, haciendo qué el mexicano mirara hacia ese lado. - . . . ¿Usa aún no llega? - Recibió un no cómo respuesta, ya era de noche, Usa nunca se quedaba tan tarde fuera de casa, o no ser de qué alguien más lo éste acompañado.

- ¿Hablaras con Usa sobre esa foto verdad? - Preguntó el norteamericano, mientras miraba fijamente al de ojos rubíes.

- No lo sé, tal vez. - México miraba atento cada movimiento del contrario, no podía despegar su mirada de él.

- Rusky . . - Llamó el más bajo. Rusia volteó a verlo, prestándole atención.
- . . ¿Me das un abrazo? - Dijo tímidamente, el de escudo de águila. Rusia sonrío ampliamente, asintió con su cabeza y se acercó al amante de los tacos, para darle un gran abrazo de oso.

México apegó su rostro al pecho del euroasiático, mientras lo rodeaba con sus brazos.

- ¿Me das un besito? - Rusia miró a ambos lados, algo dudoso se hacercó al menor y plantó un beso en una de sus mejillas.

Las mejillas del tricolor mexicano, se tornaron de un color durazno, y su corazón empezó a latir con fuerza. Poniéndose algo nervioso.

— Rusia, yo . . — El sonido de las llaves, hizo a ambos alarmarse.

— Es Usa, se va a molestar si te encuentra aquí, ¡Escóndete! — Dijo en un tono bajo, pero fuerte al mismo tiempo.

México hizo caso, y corrió hasta la mesa, escondiéndose debajo de está.

— ¡Ya llegué! — Exclamó el estadounidense, entrando por aquélla puerta, sin darse cuenta qué Rusia estaba enfrente de el.

Ambos se miraron, Rusia tenía una expresión de furia, mientras qué Usa una de confusión. Intentó esquivar al ruso, pero éste se ponía en su camino.

— ¿Qué? — Soltó el de 50 estrellas, algo angustiado por el comportamiento del contrario.

— ¿Qué es esto Usa? — Rusia puso su teléfono enfrente del menor, para qué pudiera ver la imagen dónde salía el y Japón.

El inglés arqueó una de sus cejas, algo confundido.

— ¿Eres ciego o qué? ¡Estás apunto de besarte con Japón! ¿Me estás engañando con ella? —

Usa al escuchar todo aquello, se echó a reír. Luego se fue de ahí dejando al ruso en el mismo lugar.

— No me vas a decir nada ¿Eh? Bien, no pasa nada. — Rusia se dirigió a la cocina, y del refrigerador sacó una cajita feliz.

Usa al darse cuenta corrió hasta dónde el eslavo, para quitarle su cena.

— ¡Hey eso es mío, dámelo! — El de ojos azules estiraba sus brazos para poder quitarle aquella cajita roja a Rusia, pero éste era demasiado alto.

— Ahora es mío, y vas a ver cómo me lo como. — Rusia abrió la caja y de está sacó una hamburguesa, no le gustaban tanto, pero era para molestar a Usa. Así que abrió su boca y le dió un mordisco a aquélla hamburguesa.

— ¡NO! ¡NO TE LA COMAS! — Usa empezó a gritar, y a darle golpeas al ruso, claramente ninguno de estos le afectaban al nombrado.

— Oh, mirá, el último pedazo. Qué lastima, si alguien malo y apuesto se lo come. — Usa juntó sus manos mientras que negaba con la cabeza, y miraba con ganas de llorar aquélla escena.

Entonces Rusia, sin importarle qué su pareja estaba apunto de llorar, se tragó aquél pedazo de carne y pan.

— ¡ERES UN MONSTRUO! ¡ESE ERA MI CENA! — Vociferó Usa, mientras pequeñas lágrimas empezaban a salir de sus ojos.

— ¡Pues lo hubieras pensado dos veces antes de no responder mi pregunta! —

Rusia vio cómo el más pequeño empezaba a llorar, mientras abrazaba la cajita roja.

Se arrepintió, no debió hacer aquélla monstruosidad.

— Ya . . Perdóname Usita, si quieres te compro otra. — Se acercó al menor, e intento darle un abrazo, pero éste se alejó.

— ¡No! Esa era especial, y tu te la comiste. — Dijo entre pequeños sollozos.

Rusia miró a un lado apenado, mientras jugaba con las mangas de su suéter.

— Ay, ya gordis, agradece al Tripalosky, te ayudó con la dieta. — Usa se sobresaltó al escuchar aquélla voz chillona.

— ¿¡Qué hace el aquí!? — Gritó Usa molesto, aún con lágrimas en sus ojos.

— Oh, uhm . . México vino a . . Dejarme unas cosas, si. —

— Eso no es ciert- Auch . . — Rusia había golpeado el brazo del norteamericano más pequeño, con su codo.

Todo quedó en silencio, sólo se escuchaban los sollozos del inglés.

— . . Y . . ¿Quién tiene hambre? —

ℬ𝒆𝓪𝓾𝓽𝓲𝒇𝓾𝓵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora