¿Están vivos?

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— Usa . . Se que siempre tengo algún plan o una loca idea, pero realmente . . No se cómo ayudarte. — Hizo una pausa. — Si Rusia y Filipinas se aman deberías dejarlos en paz.

La nipona hablaba con algo de tristeza en su tono de voz, pero tenía razón, no puedes obligar a alguien a que te ame, el amor se gana y Filipinas se ganó el cariño del ruso.

Usa apretó con una fuerza inhumana aquella lata de refresco que tenía en sus manos, la terminó aplastando, por suerte se había acabado toda la soda.

— Es qué yo se que no la ama . . Yo — Fue interrumpido por la japonesa.

— Conociendo a Rusia, se qué si no la quisiera, no estaría con ella.

Usa asintió lentamente, se ofendió un poco por la interrupción.

— Creo que lo mejor sería que los dejes en paz. —

Usa negó con la cabeza mientras pequeñas lágrimas salían de sus cuencas, el dolor y la frustración era inmensa.

Japón lo entendía muy bien, se acercó a la potencia para darle un abrazo, pero este se alejo y tapo su rostro.

Necesitaba estar solo un momento.

(...)

— Sir UN. — Llamó uno de los tantos sirvientes mientras tocaba la puerta de la oficina del nombrado.

La organización dió la orden para que puedan abrir la puerta, de está entró un hombre uniformado y con algunas hojas en sus manos.

— Este es el reporte de lo que a estado pasando en los últimos tres meses.

El californiano tomó con delicadeza aquellas hojas, las colocó a un lado de su computadora y le dió un pequeño sobre al de menor estatura.

El de piel celeste le dió la orden al sirviente para que saliera de su oficina, empezó a ver las hojas una por una.

Todo era lo mismo de siempre, peleas, países con problemas económicos, el muro, e.t.c, pero el título de una de las hojas llamó su atención. La piel se le puso de gallina, sus pupilas se contrajeron y sus cejas automáticamente se alzaron.

Tomó aquella hoja, la releyó unas tres veces, no lo podía creer.

Sin dejar de ver la hoja, tomó el teléfono qué estaba a un costado de la mesa, marco un número de memoria, esperó unos segundos y al fin contestaron.

«¿Hello

«Hi I I'm UN.»

«¿UN? ¿What's up?»

«Necesito decirte algo, pero no puedes decírselo a nadie hasta que yo te lo ordene.»

«uh . . Okay.»

«. . Están vivos.»

«¿Who's?»

«…»

La respiración agitada de la organización era audible para quien esté del otro lado de la línea.

«¿UN are you okay?»

«La USSR, Third Reich, El imperio japones e Italia fascista . . S - Siguen con vida.»

La llamada fue colgada por parte del chico de la paz, estaba aturdido y en shock, estaba teniendo un serio deja vu ahora mismo.

Era imposible, se suponía que ellos estaban muertos, ¿Cómo es esto posible?

Lo mejor sería encontrarlos ahora mismo, es un peligro tenerlos sueltos por quién sabe donde.

ONU con algo de torpeza marcó otro número, rezaba por que contestarán ya que siempre estaba ocupado.

«¿Hi?»

«Uff . . Por suerte contestaste.»

«¿Chico de la paz? ¿Qué haces despierto tan tarde?»

«No tengo tiempo para bromear.»

«Woah, cálmate, suenas irritado.»

«Necesito tu ayuda.»

«¿¡Qué!? ¿La ONU pidiéndome ayuda?»

«Si si, bien escucha, necesito que rastrees el código de una tarjeta de crédito, te estoy enviando la información a tu computadora.»

«Bien . .»

El FBI empezó a leer y recojer la información de aquella tarjeta.

«¿Listo?»

«Si, listo.»

«Bien, ¿Qué es lo que dice?»

«La tarjeta le pertenece a un tal George O'Donnell.»

«Bien . .»

«¿Qué pasa con esa tarjeta?»

«Bien te lo contaré, pero no puedes decírselo a nadie.»

«Está bien.»

«La Unión soviética, Third Reich, Imperio japones e Italia fascista . . Están v - vivos.»

«¿¿¡ESTÁN VIVOS??!»

«Cierra la boca!»

«Perdón . .»

«Si están vivos, me acaba de llegar un reporte diciendo que asaltaron al dueño de la tarjeta y que ahora están usándola. Necesitamos encontrarlos ahora mismo.»

«S - Si, ya localicé la tarjeta . . Están situados en Estados Unidos, en el estado de Míchigan. Acabo de enviar a unos soldados.»

«Bien, si sabes algo más, me llamas por favor.»

«Okay.»

«Good Bye.»

El policía colgó la llamada, su piel se volvió de un azul pálido y sudor frío recorría por su espalda.

Estaba un tanto confundido, era cómo si su cerebro acababa de explotar, no podia procesar tanta información.

Pidió un café cargado, no dormiría toda la noche pensando en eso.

ℬ𝒆𝓪𝓾𝓽𝓲𝒇𝓾𝓵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora