Título por defecto ._.

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La paz reinaba en la gran casa del inglés y del francés.

Ambos veían películas, era tarde, pero nadie quería moverse para hacer el almuerzo.

Canadá recostó su cabeza sobre las piernas del estadounidense y esté acariciaba el cabello del mayor.

El clima estaba nublado y frío, el viento soplaba con fuerza, sacudiendo los grandes árboles, tal vez en unas horas llovería.

— . . Tengo hambre. — Soltó el canadiense al sentir cómo su estómago empezaba a rugir.

— Yo también. — Dijo el de cabellos rubios, tal respuesta hizo qué Canadá hiciera un puchero, pues no quería cocinar.

Usa, soltó un suspiro y rodó los ojos. — Está bien, yo cocinare, pero la próxima será tu turno. — Canadá asintió, levantó su cabeza de las piernas de su hermano, para qué éste pudiera levantarse.

Canadá miró su teléfono, tenía varios mensajes de distintas personas, pero el qué llamó su atención fue uno de su madre.

— Oh shit . . — Soltó en voz baja. — Usa, tengo qué salir, tardaré mucho, así qué no me esperes para comer. —

— Okay, ven antes de la cena. —

— Okay, Goodbye. — El bicolor se acercó al de 50 estrellas, plantó un beso en la mejilla de éste, haciendo qué el estadounidense riera tiernamente y un rubor empezara a tornarse en sus pómulos.

— Bye . . — Dijo tímidamente el menor.

Ambos se miraron por unos segundos, hasta qué Canadá cerró la puerta y se fue del lugar.

Un escalofrío recorrió por la espalda del estadounidense, estaba solo, y tenía miedo.

Tomó su teléfono, iba a buscar alguna receta fácil, pues no era muy bueno cocinando, apenas sabía hervir un huevo.

Ninguno de los resultados de su búsqueda lo convencían, así qué decidió preguntarle a Japón, ya qué ella es buena cocinando.

De un simple “Hey Japón”, terminó conversando con ella durante varios minutos, la charla era divertida, tanto qué olvidó que tenía qué hacer la cena.

Pasaron las horas, y ambos no se detuvieron, hasta qué la japonesa tuvo qué irse, según ella, había pasado un problema con Alemania y tenía qué resolverlo.

Usa dejó su teléfono a un lado del sillón, puso sus brazos detras de su cabeza y se quedó mirando el techo con una sonrisa.

— . . ¿Qué es una loli? — Río al recordar aquélla conversación tan rara qué tuvo con la asiática.

Achinó sus ojos, pues una mancha color naranja oscuro llamó su atención, se quedó varios minutos contemplándola hasta qué estalló en risa.

Había recordado por qué esa mancha estaba ahí, era una historia muy graciosa, bueno solo para el, a Canadá esa historia lo hacía llorar.

Una vez, hace muchísimo tiempo, Usa y Canadá se encontraban gritando y corriendo por toda la casa, ¿El porqué? Pues una cucaracha voladora había entrado en la casa.

Aquella cucaracha había volado hasta el techo, a unos centímetros de la bombilla qué alumbraba la casa, ambos intentaban matarla, pero al parecer está era invencible, la única forma de deshacerse de ella era aplastándola, Canadá, cómo estaba aterrado, no pensó muy bien las cosas y una vez qué aquél insecto se subiera encima de la bombilla, apagó la luz de está, Usa de los nervios la volvió a encender, sus pieles se volvieron pálidas al ver que la cucaracha yo no estaba en el techo, miraron por todos lados, hasta qué vieron cómo el insecto volaba hasta ellos.

Usa entre el pánico y miedo tomó en sus manos el bote de miel de maple qué había en la mesa, apuntó hasta al insecto qué se acercaba rápidamente a ellos, y sin pensarlo más, apretó el plástico del envase, y un chorro de aquella miel salió disparado, empujado a la cucaracha, está impactó con el techo, manchándolo y al final cayendo muerta al suelo, pues se había ahogado con aquélla miel.

Era repugnante, Usa miró a su hermano, esté estaba echo un mar de lágrimas, pues toda su miel de maple fue tirada a la basura, por aquélla maldita cucaracha.

Me salí de la historia . .

Usa río al recordar aquélla anécdota graciosa, estaba tan ocupado riendo y recordando, qué no se dió cuenta qué su teléfono empezaba a vibrar.

Éste cayó al suelo, pues la vibración lo movía poco a poca hasta el borde del sillón, pero no le pasó nada, pues cayó en la alfombra.

Usa miró la pantalla del celular y su expresión cambió a una de sorpresa al ver qué el número desconocido de antes lo estaba llamando.

Entró en pánico, no sabía si responderle o no, sacudió sus manos con desesperación, tenía miedo, y eso le molestaba. No le gustaba mostrarse débil ante North Korea, sólo por qué sea más pequeño y sea tierno, no significa qué se lo dejará tan fácil.

Tomó una bocanada de aire qué luego dejó salir, iba a ser lo más malo posible, ya no sería el tierno y tímido Usa, ahora todos lo tomaran enserio.

Tomó el teléfono denuevo y con su mano temblorosa contestó la llamada.

— Al fin contestas, sabes qué se te está haciendo tarde ¿no? — Habló la voz ronca desde la otra línea.

— Si lo sé. — Habló con seriedad, intentaba ser rudo.

— ¿Vendrás verdad? —

— ¿Qué pasa si no voy? — Preguntó con una voz desafiante el de 50 estrellas.

— Buena pregunta . . — Dijo con un tono pícaro y sarcástico el asiático, con su otra mano libre tomó un pequeño sobre qué estaba encima de una pequeña mesita, sacó lo qué tenia fácilmente, pues ya estaba abierto, dejó al descubierto una foto, en está estaba Canadá, besando la mejilla de Usa, al parecer tomaron la foto desde la ventana de la cocina. — . . Tu querido hermano . . Pagará si no vienes.

El corazón de Usa dejó de latir por unos segundos, su rostro sudaba y sus piernas temblaban.

— ¡No te atrevas a tocarlo, ni un sólo, pelo! — Hizo una pausa para recuperar el aire. — ¡Ésto es entre nosotros, el no tiene nada qué ver! —

Ambos se quedaron en silencio por varios segundos, hasta que el coreano decidió hablar. — Te veo entonces. — Y colgó la llamada.

Usa se quedó mirando a la nada, las lágrimas no tardaron en salir, su hermano ahora estaba en peligro y todo por su culpa.

Miró el gran reloj en la sala, aún le quedaba tiempo.

Sin esperar un segundo más corrió hasta su habitación, tenía qué vestirse rápido, no dejará que su hermano salga herido, por un capricho de North Korea.

ℬ𝒆𝓪𝓾𝓽𝓲𝒇𝓾𝓵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora