infiel.

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Alemania se encontraba recostado en uno de los suaves sillones de su casa, leía uno de sus libros favoritos, mientras tomaba una taza de café.

Y la pequeña gatita de Japón, estaba durmiendo a un lado del alemán.

Todo estaba tan tranquilo, qué mal qué esa tranquilidad se acabaría.

Escuchó el timbre de la puerta, no tardó en levantarse para ir a abrirla.

— ¿Qué son éstas horas de llegar? ¡Son más de las ocho! — Dijo el alemán, con una notoria furia. Dejando pasar a la asiática, al interior de la casa.

— Lo siento Ale, es qué Usa y yo fuimos a nadar al río y-—

— ¿Acaso te di permiso de irte a otro lado? — Tomó con fuerza el brazo de la menor, haciendo qué Japón soltara quejidos.

— M- Me olvidé avisarte, lo siento. — Dijo en voz baja, la de cabello negro, con algo de miedo.

El mayor miró fijamente a la japonesa, soltó el brazo de ésta y luego se alejó de ella.

Japón miró las marcas qué quedaron en su brazo, dolían, pero el dolor pasaría.

Alemania se dirigió a otra parte de la casa, dejando sola a la asiática.

Oh bueno, no tan sola.

Japón sintió algo suave acariciar su talón, bajó la mirada, encontrándose con la pequeña gatita, acariciándola con su larga y peluda cola.

— Oh~ Noa. — Se agachó un poco y cargó al pequeño felino. — ¿Me extrañaste? ¿Cómo te cuido papi Alemania? — Japón acariciaba dulcemente el lomo de su "bebé". La japonesa, al igual que la pequeña gata, empezaron a mover sus colas y a ronronear, era una escena muy tierna.

— ¿Tienes hambre? — Japón se dirigió a la cocina, y de la alacena sacó una pequeña lata de atún, dejó en el suelo a su mascota, para poder abrir el envase.

Una vez qué la nipona sirvió la comida para su pequeña bebé, se tiró al sillón, estaba muy agotada, pero su día fue muy divertido.

Soltó una pequeña risa al recordar todo lo ocurrido con el estadounidense.

Estaba apunto de cerrar sus ojos y quedarse dormida ahí,  al oír los pasos rápidos del alemán, el miedo la invadió.

— ¿¡Was zur Scheiße ist dies!? — Exclamó en forma de pregunta el europeo.

— ¿Q - Qué? — Soltó Japón algo asustada, no entendía muy bien el idioma del de anteojos.

— ¿¡QUE ES ÉSTO JAPÓN!? ¿¡ME ESTÁS SIENDO INFIEL!? — Gritó el alemán, mientras sus ojos se iban cristalizando.

Japón miró la imagen en el teléfono del alemán, sus ojos se abrieron cómo platos y un escalofrío recorrió toda su espalda.

— ¡Juro qué no nos besamos! — Dijo Japón repentinamente, los nervios la estaban invadiendo.

— ¿Ahora cómo sé si es verdad lo qué me estás diciendo? Tu dijiste qué solo era tu amigo, me mentiste. —

— ¡Él y yo solo somos amigos! — Japón empezó a decir un montón de cosas más, pero el alemán no prestó atención a ello, estaba apunto de explotar.

— ¡DEJA DE MENTIRME! — El tricolor alzó una de sus manos y con ésta golpeó el rostro de la de ojos grises.

Japón puso sus dos manos en su mejilla, dónde había sido el golpe, levantó la mirada, viendo a los ojos del alemán.

— Japón . . Realmente te amaba, fuiste la única qué realmente me enamoró, fui malo contigo, pero tu lo fuiste peor conmigo, me rompiste el corazón . . — Hizo una pausa. Y fue acercándose a la menor, quién estaba en el sillón. — . . Ahora tendrás tu castigo.

El de anteojos besó de manera brusca a la asiática, ésta soltaba quejido e intentaba safarse del agarre del de piel amarilla.

— ¡No Alemania! ¡Suéltame! N- No quiero, ¡Basta! — Era lo qué decía la menor, entre el llanto y pequeños quejidos.

El de habla alemana hacía caso omiso, a lo qué decía su pareja.

Pero por suerte Japón sabía cómo defenderse, y con una de sus manos golpeó el rostro del contrario y le dió una patada en la entrepierna, haciendo que la soltara.

Una vez libre, Japón cargó a Noa, tomó su bolso qué estaba tirado en el suelo y salió corriendo de aquélla casa.

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Perdóneme por
No haber actualizado
Pero estaba teniendo
Una crisis existencial.
Como sea
¿Cómo a ido tu día?

ℬ𝒆𝓪𝓾𝓽𝓲𝒇𝓾𝓵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora