2. Atormentos

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Cinco años después.


Podía pasar el tiempo, pero las cosas no cambiaban.

El niño de ahora ocho años soñaba todas las noches con una vida mejor, con un papá que estuviera siempre para él, con una familia feliz y una mamá amorosa, como la que tenía antes de entrar al jardín de niños.

Pero al despertar, volvía a la rutina de siempre.

Su apariencia y su cuerpo se desarrollaban demasiado rápido, creció, pero los golpes bajo las telas de su ropa aún no sanaban. Había recientes y algunas cicatrices que prefería no recordar. Por tener un tono de piel muy claro esto lo traía en desventaja, se notaban sus ojitos caídos, su apariencia cansada, su cuerpo demasiado delgado y su piel que desafortunadamente lograba pegarse a los huesos de su cuerpo.

¿Por qué su mamá solo lo golpeaba de sus hombros para abajo? Suponía que era para no llamar la atención de su hijo desecho por los golpes, pero a pesar de eso él tenía algo muy claro.

El odiaba a su cuerpo.

Le asqueaba.

¿Todo eso era normal en un niño de ocho años?

Con decir que no festejaba sus cumpleaños.

Como regalo de cumpleaños le dejaban comer, un poco, pero lo dejaban.

Se volvió muy asustadizo, tímido, demasiado serio y apagado. Ya no había ese brillo especial que podía tener un niño de su edad. No había nada.

Por las tardes veía de reojo como niños de su edad corrían y jugaban afuera. Escuchaba las melodiosas risas escandalosas y también observaba la diversión que él nunca tendría por estar siempre detrás un libro.

En el fondo, muy en el fondo creía que su mamá lo hacía por un bien porque lo amaba, pero los golpes eran horripilantes, hubo algunos que definitivamente nunca olvidaría.


Flashback.


Su mamá había subido a su cuarto dejándolo solo en la sala de su casa con su tarea, él sabía que no podía levantarse de la silla sin el permiso de su mamá, pero quería ir al baño, le urgía, su vejiga no aguantaba más.

Su mamá había tardado demasiado en bajar, así que creyó que no lo descubriría, solo iría al baño, sería rápido y nada malo ocurriría. 

Qué iluso.

Cuando bajó la cadena de la llave del baño y lavó sus manitas que por cierto, estaban demasiado cansadas y adoloridas salió del baño dispuesto a bajar las escaleras lo más rápido posible, pero para su mala suerte, su mamá salió de la habitación en la que se encontraba. 

Todo su cuerpo tembló y automáticamente sus ojos se cristalizaron reflejando nada más y nada menos que miedo puro.

Notó como los ojos oscuros de su madre le miraban con la alerta de que un golpe llegaría por haberle desobedecido. Aun con uno de sus pies puesto en un escalón de la larga y extensa escalera observó cómo su madre se acercaba de manera amenazante hacia él con todo el propósito de golpearle. No sabe porque, pero por un segundo se le había olvidado que estaba en una escalera.

Él quería escapar del golpe, pero en cambio sintió como su cuerpo caía por las escaleras, rodando y lastimándolo más y más agregando un nuevo miedo a su lista.

Cuando abrió sus pequeños y débiles ojos cafés se vio a él mismo en su cama rodeado de libros. Su cabecita le dolía horrible, tenía un gran chichón que le punzaba demasiado, no sentía su cuerpo, ni sus brazos, ni sus piernas. Todo en general le dolía.

- Para que aprendas a nunca desobedecerme, fue tu castigo por insolente, niño malcriado – le habló con esa voz que tanto miedo le tenía, se encogió aun así con todo el dolor de su cuerpo soltando leves quejidos – Deja de quejarte como una niña y cállate – ella comenzó a untarle una crema que era demasiado fría y dolorosa en su delicada piel.

Esta de inmediato comenzó a arderle.

- Mami no, mami duele mucho...por favor...para...mamita – pronto sintió como la mano de su madre se impregnaba en su mejilla acallando sus suplicas. 

Sus lágrimas salieron inmediatamente como un mar sin freno.

- ¡Cállate y quédate quieto, maldita sea! - le golpeó una vez más en su costado haciendo que su piel resonase con fuerza debido a la fuerza que había empleado su madre.

No le quedó más remedio que soportar esa crema que le quemaba la piel bajo sollozos mudos. 

Al final su mamá le ordenó que terminara su tarea y como castigo, no cenaría.


Fin del flashback.


Flashback.


Al parecer todo iba de mal en peor. Primero fueron golpes,  después empujones, le siguieron algunos arañazos, jaloneos y ahora le aventaban cosas.

El miedo por su madre aumentaba con cada nuevo golpe que ella le daba. 

¿Por qué tenía que ser tan cruel? Él siempre trataba de dar lo mejor, pero cuando se equivocaba por la cosa más mínima todo se venía a abajo y el día oscurecía.

Él se encontraba tirado en el suelo con las rodillas pegadas a su pecho mientras lloraba sin control. Su madre lo había aventado al suelo haciendo que su cuerpo se golpeara de manera dolorosa contra el duro suelo.

Ese día su madre no estaba de un muy buen humor y ese día sin duda fue uno de los más dolorosos.

Ella estaba desesperada, ya no sabía con que más sacar su coraje acumulado, así que ella no pensó bien las cosas cuando tomó el palo de escoba que tenía en una esquina.

Se acercó al débil y tembloroso cuerpo de su hijo y sin pensarlo golpeó lo más fuerte que pudo.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Cinco.

Seis.

Siete.

Ocho.

Nueve.

Diez.

Se detuvo cuando notó que el cuerpo de su hijo no se movía más y observó un pequeño charco de sangre que comenzaba a construirse debajo del cuerpo de su pequeño.

Escondió el palo en un muy buen lugar y se encargó de limpiar todo.

Eso Joaquín nunca lo olvidó.


Fin del flashback.


Se abrazó a si mismo recordando esos momentos de su vida que invadían sus pensamientos día y noche.






















apmo. 💜

Cúrame [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora