34. Ultima confesión

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"Hoy me tengo que ir" de Emilio se reproduce en multimedia.
Reproducir al ver el "Reproduzcan" en su lectura. 🌗









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Todo pasó en cámara rápida. Varias enfermeras llegaron a la habitación. Sentí como era levantado del suelo, miré como trataban de despertar a mi abuela con varios aparatos, pero el doctor las frenó. Me estoy aferrando a un cuerpo desconocido que no es el que quiero en estos momentos. Todo mi cuerpo tiembla, mis ojos no dejan de llorar y lo único que quiero en estos momentos es estar entre los brazos de Emilio.

La única persona que me queda aparte de mi hermana.

Todos en la sala de espera me ven y comienzan a llorar.

No quiero estar aquí, debí de ser yo en el lugar de mi abuela.

La maté.

Yo la maté.

Soy un asesino.

Maté a una de las personas que realmente me quería.

Le pido, le ruego y le suplico a mi madre salir de ahí.

No se sorprende cuando le cuento lo que ocurrió. Está callada.

No dimos explicaciones solo nos fuimos del hospital. Tomamos nuestras maletas y tomamos el primer vuelo hacia la Ciudad de México con una orden de mi madre que resonó todo el camino en mi cabeza.

Al llegar a casa quiero que empaquen, nos mudaremos.

Emilio.

Tengo que admitir que lo tomaron realmente bien. Cuando terminé de contarles toda la verdad no dudaron en ningún momento en lanzarse a mí y abrazarme fuertemente mientras no me dejaban de repetir que me apoyaban y que estaban para mí.

Me cuestionan del porque nunca les conté, pero les recalco que era un tema demasiado íntimo y no se los podía contar a la ligera.

No se separaron de mí en ningún momento. Keyla lloró en mi hombro cuando se despidió de mí diciéndome que ya no estaba solo, que era un guerrero.

Noah me abrazó como nunca lo había hecho en la vida, me pidió perdón por esas veces en las que me insistía que le contara lo que me pasaba. Le respondí que no había ningún problema. Les pedí discreción y que por favor ellos no cambiaran su forma de ser conmigo solo por mi salud. Les recalqué que era el Emilio de siempre y que nunca dejaría de serlo.

Minutos después también Abraham se tuvo que ir prometiéndome que mañana me tendría nuestra canción lista.

Toda la noche estuve razonando la idea de contarle finalmente a Joaquín sobre el problema que tengo. Keyla y Noah no reaccionaron mal. Ese fue un pequeño empujón hacia la valentía de soltárselo y me animo a creer que él tampoco se alejará. Se quedará a mi lado.

El día siguiente por suerte fue sábado, así que me permití despertar un poco más tarde, pero en cambio unos ruidos fastidiosos me despertaron.

Aún estando un poco adormilado decidí bajar las escaleras para llegar a la sala donde abrí mis ojos a más no poder luciendo sorprendido cuando miré a Keyla, Noah y a Abraham bailando con mi madre en la sala.

Que por cierto estaba arreglada muy bonita.

En la mesa había comida, algunas decoraciones por unas esquinas y lo único que hago en respuesta es sonreír.

Cúrame [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora