21. Pintura

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Los días pasaban con frecuencia, mi amistad con Joaquín se fortalecía demasiado rápido. Todos los días nos reuníamos en el salón de música para platicar. Yo hablaba más, lo poco que él decía era solo para contarme del amor que sentía por la música.

De vez en cuando iba a su casa y él venía a la mía. Me mostró algunos de sus dibujos, me decía que normalmente su tiempo libre empezaba a las 3 de la tarde. Cosa que yo ya sabía. Es muy organizado con su tiempo. Me contó que le gustaba tomar café de vez en cuando, no mucho, pero lo hacía. Lo prepara y se lo lleva a su habitación mientras escucha música, dibuja o escribe.

También me contó que mira una serie que le gusta mucho ver los martes, es sobre criminología. Me siento un poco acosador al pensar que algunas de esas cosas yo ya las sabía, pero me alegraba que comenzara a hablarme de él.

Se ha vuelto una costumbre nuestra hablar cuando el vuelve de su trabajo. A veces me da insomnio, no es seguido, pero a veces sucede.

Una noche le marqué a Joaquín a las 3 de la mañana. Sorprendentemente me contestó al tercer timbrazo. Me había dicho que a esa hora ya estaba en su casa y se volvió una costumbre llamarle cuando no podía dormir.

A él no le importaba, me decía que le gustaba mi voz y yo estaba encantado de hablarle siempre.

Hemos ido juntos algunas veces a ver a Estrella. Lo llevo conmigo como soporte porque sé que cuando ella se ponga mal y me sienta culpable necesitaré un hombro en el que pueda llorar y ahí estará él para sacarme una sonrisa con su pregunta de siempre "¿En que se parece un arcoíris con una burbuja?" y yo le responderé que no tengo la absoluta idea y ambos terminaremos riendo.

Era una especie de clave que solamente él y yo entendíamos.

Joaquín se lleva muy bien con Estrella. Le hemos cantado juntos y a ella le ha fascinado.

En el caso de Keyla y Noah es un poco complicado. Aunque casi no estemos tanto tiempo juntos les he dejado claro que siempre contarán conmigo. Noah ya no insiste, pero en el caso de Keyla trata de hablarme y preguntarme siempre como estoy. Una vez vino a mi casa y tuvimos una pequeña noche de películas donde me dijo que me extrañaban mucho.

Le dije que yo también los extrañaba, pero que no quería dejar solo a Joaquín. Ella lo entendió.

Ahora me encontraba terminandome de cambiar, iría a la casa de Joaquín. Me dijo que su mamá no estaba y que quería enseñarme algo, así que le dije que estaría ahí pronto.

Suspiré cuando me miré en el espejo y miré mi medallón.

Lo abrí y miré la foto de ambos cuando éramos unos niños.

El recuerdo de la última vez que lo vi sigue presente en mi cabeza. Si no hubiera sido por ese error mío no se abría alejado de mí.

Apartando los pensamientos negativos de mi cabeza guardé mi medallón y bajé a la sala. Mi madre estaba haciendo ejercicio en su habitación, así que no quería interrumpirla. De todos modos, ya le había pedido permiso y ella accedió sin dudarlo.

Comencé a caminar en dirección a su casa. Toqué su puerta y la mujer de la vez pasada me recibió. Sonrió de manera coqueta cuando me miró.

Di un paso hacia atrás como instinto. Algo no estaba bien en esa mujer y no era por su forma de vestir si no, por la manera en la que me miraba.

Como si fuera.....un postre.

Aclaro mi garganta para hablar finalmente – Buenas tardes, vengo a ver a Joaquín.

- Pero claro que sí, pasa – se hace a un lado y luciendo un poco incómodo decido pasar a su lado – Joaquín está en su habitación se estaba.....bañando.

Cúrame [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora