12. Recuerdos

2.7K 431 182
                                    


- Por décima vez, la respuesta es no, mamá - lanzo la mochila en mi cama y me acuesto en ella.

- ¿Pero por qué no? Me dijiste que ya te habla ¿por qué no quieres que lo invite a cenar? - cruza sus brazos mientras me mira confundida.

- Es demasiado pronto, apenas y pude tener una conversación con él.

- La cena puede ayudar.

- Dijiste que estoy castigado.

- Dije que no podías salir, en este caso el podría venir - viro mis ojos ante su terquedad.

- Que no.

- Que sí.

- Que no.

- Que sí.

- Que no.

- Que sí.

- Que no.

- Que no.

- Que sí.

- ¡Ya dijiste! Ya no hay vuelta atrás - estampo mi mano contra mi rostro mientras la escucho celebrar.

Que idiota.

- Mamá - le llamo sutilmente deteniendo su extraño baile de "victoria" - Solo déjame conocerlo más y cuando vea que nos llevamos mejor no dudaré en invitarlo a cenar.

Ella suelta un largo suspiro mientras me regala una mirada orgullosa.

- Te estás comportando de la misma manera cuando conociste a Abraham ¿lo recuerdas?

Jala una silla que está cerca de mi escritorio para después colocarla cerca de la cama donde pertenezco y sentarse.

Me siento para estar a su altura mientras saco el medallón de mi playera y lo veo - Como olvidarlo, era mi mejor amigo - paso lentamente la yema de mi pulgar por el medallón y regreso mi atención a mi madre.

- Recuerdo que cuando eran niños eran inseparables - sonríe levemente - El era un niño muy callado y tu uno extrovertido. Eran muy diferentes. Nadie quería jugar con él y tu sí. Le prestabas tus juguetes, lo traías a la casa y jugaban video juegos. Era como el hermano que siempre quisiste tener.

- Abraham era un niño tímido, mamá - guardo mi medallón en el mismo lugar - Sus padres lo abandonaron cuando era un bebé recién nacido, cuando íbamos a la escuela juntos recuerdo que recibía muchas burlas por ser adoptado y a mí eso me dolía porque él era mi amigo. Verlo llorar me hacía llorar a mí también, no podía dejar que lo lastimaran y por eso lo defendí incontables de veces. No me arrepiento. Supongo que gracias a eso nuestra amistad se intensificó hasta no poder estar lejos del otro.

- Tu siempre fuiste un niño muy bueno, hijo - acaricia mi mejilla - Te preocupabas por la felicidad de los demás antes que la tuya, eres generoso, amable, respetuoso y justo. Tu padre estaría muy orgulloso de ver en lo que te has convertido.

- Me educaron muy bien para saber que todos en esta vida somos iguales. Nadie es más o menos que nadie.

- Ese es mi hijo - sonríe orgullosa - Aunque jamás entenderé porque de la nada se fue.

Me tenso. Por un momento siento que me falta el aire, así que trato de controlarme desviando mi mirada - Y-yo tampoco lo sé.

- Mmmm - arquea una de sus cejas mientras que con su mano toma mi rostro para hacerme mirarla - Aunque pase el tiempo sé que él al igual que tú llevan el recuerdo de su hermosa amistad. Ambos llevan algo que les recuerda al otro - señala con sus ojos el medallón - Tal vez cuando menos te lo esperes puedas tenerlo frente a ti.

Cúrame [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora