20. Nuestro momento

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Emilio.


Miraba algunas veces hacia atrás de mi asiento para poder mirarlo. No tenía su libreta en su estómago como siempre, solo eran sus manos en él. No alzó su cabeza en todas las clases, pero fue al baño varias veces.

¿Estaría enfermo?

Cuando el timbre indicando el almuerzo se escuchó caminó hasta la salida y desapareció. Con mi mochila en mi espalda decidí seguirlo, podía sentir las miradas de mis dos amigos detrás de mí.

No lo encontré en el baño. No lo encontré en la biblioteca. No lo encontré en las áreas de la Universidad.

¿Dónde estás, Joaquín?

Suspiro resignado cuando me doy por vencido. Por suerte el salón de música está a 10 pasos de distancia. No me haría mal tocar, así que caminé hacia el salón, abrí la puerta y finalmente lo encontré.

Está sentado en el suelo con una libreta de dibujo en sus piernas, está mirando el piano así que supongo que lo está dibujando.

- Hola – le saludo cuando veo que no me nota.

- Hola, buuh.

Sonrío levemente y me acerco a un banco que está un poco cerca de él para sentarme y darle su espacio.

- ¿Estás bien? Miré que ibas muchas veces al baño ¿necesitas algo?

- El piano es muy bonito – frunzo mi ceño.

- Lo es – afirmo - ¿Estás bien, Joaco?

- Ahora que estás aquí sí – sonrío levemente – Ven – pide – Acércate y cuéntame tus aventuras con tu familia otra vez – me levanto y me siento en frente de él, pero me sorprendo cuando siento que jala mi cuerpo.

Hace a un lado sus cosas y coloca mi cabeza sobre sus piernas. Veo que hace una pequeña mueca, pero se desvanece cuando me mira a los ojos.

Comienzo a contarle las travesuras que hacia cuando era pequeño. Le cuento sobre como aprendí a tocar el piano y cuando empecé a cantar. Él saca dos cajitas de jugo y me entrega una.

Siento que esto es cómo un momento íntimo que compartimos solo él y yo.

Le hablo y él me escucha mientras que ambos tenemos una cajita de jugo de manzana en una de nuestras manos.

Es como nuestro momento. Solo él y yo con una cajita de jugo de manzana.

La manera en la que Joaquín juega con mi cabello me relaja, el suéter rosado que cubre su cuerpo de manga larga le queda demasiado grande. Las mangas le llegan por debajo de sus manos.

Sus manos son pequeñas, su piel es muy blanca y suave.

Pensar que hace tan solo unos días lo único que quería era conocerlo y ahora era al revés me llenaba de ánimo.

Él quiere conocerme.

Claro que era un chico diferente. Es tímido, asustadizo, pero también es muy inteligente, fuerte y comprensivo.

Es todo lo contrario a mí, ambos somos diferentes, pero nos complementamos.

Minutos después de tanta platica el timbre suena y las clases transcurren. De vez en cuando le daba un ligero vistazo a lo que hacía, pero de alguna manera él siempre sabía cuándo lo miraba porque de inmediato alzaba su mirada y sus ojos se encontraban con los míos.

Sonríe cuando le hablo.

Cuando miré su sonrisa por primera vez decidí que haría lo que fuera hasta inventarme una aventura estúpida solo para hacerlo sonreír.

Cúrame [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora