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NARUTO

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NARUTO

—¡Me habías dicho que la dejarías en paz! —me grita mi padre.

Estamos frente a frente en la cocina
del ático. Me mira mientras se pasea.
Me siento en un taburete sin camisa, bebiendo el aguado Jack Daniel's con Coca-Cola que Sasuke me dejó preparado antes de que todo se fuera al infierno.
Suelto el vaso y me paso una mano temblorosa por el pelo, hasta tirarme de las puntas. ¡Mierda!
Ahora sí que lo he jodido todo.

Hina ya se ha ido, Hanna la sacó a rastras de aquí tan pronto como se volvió a vestir.

«Dios, su cara...».

Estaba blanca como una sábana.
Se sentía mortificada... y solo decía mi nombre.

«Qué jodido lío...».

—No eres más que un puto mentiroso que no puede mantener las manos quietas —me acusa mi padre mientras tomo otro trago y dejo bruscamente el vaso en la encimera.

—¡Puedes largarte cuando quieras! —le grito.

—Este ático es mío. —Aprieta los labios.
—Da igual que sean mujeres, drogas o alcohol, siempre te pasas. —Niega con la cabeza.— Por cierto, el ama de llaves ha encontrado la coca que te has dejado en el cuarto de baño de arriba. Has llegado demasiado lejos, Naruto. Muy lejos.

—Que te jodan. —Me froto la cara.

«Hina...».

Solo puedo pensar en ella.
En su cara. En esos ojos, que me miran como si fuera un puto héroe.
Y eso es lo último que soy; de hecho, soy un desastre.
No soy bueno para nadie, de verdad que no.
Aprieto los puños.
¿En qué lío la he metido?
Necesito una raya.
Necesito un trago.
Necesito cualquier cosa.
Necesito a Hinata.

Mi corazón se rompe, se me fractura en el pecho, y quiero abrir mi cuerpo para arrancármelo. Sin embargo, me levanto y atravieso la habitación, optando por hacerme otra bebida y tomármela.
Mi padre me mira con cautela, con los labios apretados.

Sasuke entra en ese momento por la puerta y se detiene bruscamente; aparece una expresión de confusión en su cara mientras observa la escena.
Recorre el lugar con la mirada, buscando a Hinata.
Sasuke se presentó en el ático ayer para ver cómo estaba y, de paso, tratar de convencerme de hacer las maletas para que me largara a Los Ángeles con él ahora en lugar de más adelante.
Mi padre lo mira.

—Esta es una conversación privada, Sasuke —le dice en voz baja.

Sasuke me mira a la cara, pero se mantiene firme.

—Lo entiendo, pero creo que me quedaré, señor. Naruro puede necesitarme.

Suelto el aire; Sasuke es el mejor amigo que tengo. Siempre ha estado conmigo, desde los días del colegio, recogiendo mis partes rotas. No lo merezco tampoco. No merezco una mierda.

𝓚𝓲𝓾𝓫𝔂   ✶   𝒩𝐻 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora