CAPÍTULO 3: TIEMPO PARA PENSAR

14K 1.1K 200
                                    

P.O.V Severus

Mocoso insolente, como se atreve a contestarme de esa manera, bueno acepto que puedo exagerar un poco, pero esto de saber que ese niñito es mi alfa no es nada fácil. Caminaba de prisa a la oficina del director, desde que termino mi celo no tuve la oportunidad de hablar con él, entre estar preparando las clases y las posiciones que entrego a la enfermería no podía encontrar un minuto para reunirme con Albus. Llegue frente a la enorme águila y dije la contraseña, al entrar al despacho Dumbledore me observaba con detenimiento.

-Mi muchacho, ¿Cómo te encuentras?

-Tenemos que hablar sobre mi destinado

- Sin duda, pero antes ¿Un caramelo de Limón? - Me extendió un recipiente, por Merlín odiaba tanto esos caramelos.

-No gracias, prefiero terminar con esta conversación lo más antes posible.

- Esta bien Severus- Dijo tomando un caramelo y llevándolo a su boca.

-Es Potter-Susurre, con la mirada baja. Un silencio se extendió por todo el despacho, vaya mi regazo parecía tan interesante en esos instantes.

-Bueno sin duda... esto... esto es inesperado mi muchacho.-Levanto mi vista y puedo ver un brillo en los ojos del director, al parecer no estaba para nada asqueado con todo este asunto, como imaginé que estaría.

-Esto está mal Albus, no es correcto.

- ¿Por qué Severus? Tú no puedes controlar el destino, por algo los ha unido.

- Pero, es solo un niño, y no solo eso, fui el causante de la muerte de sus padres, ¿Cómo crees que él va a reaccionar? cuando se entere, me odiara, más de lo que de segura ya lo hace- susurro lo último y bajo mi mirada.- Y no solo eso, ahora todo el mundo mágico sabrá que soy un omega.

Esto es algo que me preocupa demasiado, porque, todos en el mundo mágico piensan que soy un beta, desde pequeño mi padre decidió que debía ocultar que era un omega, me compraba inhibidores para ocultar mi aroma y así hacerme pasar por un beta, claro que estos inhibidores solo ocultaban mi aroma logrando así que mis celos siempre se presentaran, desde que tuve mi primer celo a los 15 años hasta el último año que estuve en Hogwarts usaba supresores para que este no fuera tan fuerte y poder pasar desapercibido. Solo Albus, Minerva y Poppy eran los únicos que sabían que en realidad era un Omega.

- ¿Por qué tendría que odiarte?

-Creo que nuestro primer encuentro no fue el mejor que digamos- Dije un poco apenado.

Albus junto a Minerva y quizás un poco Poppy, eran los únicos que podían ver detrás de mi mascara, ellos eran como una familia para mí, aunque trataba de guardar esa información solo para conocimiento personal. Albus seguía en silencio en espera que continuara con la explicación.

-Estaba tan enojado de saber que es mi alfa, que cuando entre y lo vi, solo quería sacar toda mi frustración con él... Soy un idiota, el mocoso ni siquiera sabe que es mí alfa y ni siquiera fue él quien escogió tener al peor de los omegas como destinado.

Mi corazón dolía, ¿Por qué el destino tenía que ser tan cruel?, él es un alma joven y yo estoy hundido.

-Severus - Se levanta y se dirige hasta dónde estoy, para luego envolverme en un abrazo- Sé que esto es muy difícil para tí, pero debes analizar todo con calma, aun tienes tiempo para pensar bien en lo que harás, el joven Potter presentara su celo entre los 14 o 15 años que es cuando todos sus sentidos se desarrollaran por completo y si llega a sentir tu aroma se dará cuenta que eres su omega.

- Si tienes razón- Me levanté de mí asiento- Aun tengo tiempo para poder pensar bien en todo esto, si eso es todo, me retiro.

Salgo del despacho sin esperar una palabra más, me voy hasta mis aposentos en la mazmorra, iba a cruzar por un pasillo cuando escucho unas voces, decido detenerme y acercarme con cautela para no ser descubierto.

-Mis hermanos tenían razón es un grasiento que solo favorece a Slytherin.- Me asomó un poco y puedo ver a Weasley, Granger y Potter-

- No deberías expresarte así de un profesor Ron -Dice la pequeña, bueno aunque es una sabelotodo, ya me está agradando.

-Tu qué opinas Harry - Dice el pelirrojo.

- Pienso que están malhumorado, ni siquiera me conoce y ya estaba atacándome, es un grasiento detestable.

Mi corazón duele al escuchar esas palabras, lágrimas quiere  salir de mis ojos, me recompongo rápidamente y retome mi camino, los pequeños paran su charla al verme, paso junto a ellos sin decir ni una palabra, al llegar a mis habitaciones las  lágrimas salen de mis ojos sin permiso. Por Merlín esto están estúpido, ¿cómo me pueden afectar sus palabras? a parte yo tengo la culpa de que piense eso de mí.

Me dirijo al espejo de cuerpo completo que tengo en mi habitación, observo mi reflejo, comienzo a retirar mi ropa hasta quedar en bóxer, mi piel es pálida, mi nariz nunca me gusto, mis dientes estaban chuecos y amarillentos, odiaba lo que miraba en el reflejo, corrí a mi baño, era tiempo de arreglar mi aspecto, me puse delante del espejo y tome mi varita recite un hechizo para arreglar mis dientes, dolía como el infierno pero valdría la pena, luego lancé otro hechizo para blanquear mis dientes, con mi tono de piel y con mi nariz decidí no hacer nada, con mi cabello me encargue de lavarlo bien, luego de tomar un baño y ponerme mi ropa, me dirijo a mi laboratorio, tenía que hacer una pócima para cuidar mí cabello y que los gases y vapores de las pociones no lo volvieran grasoso.

Al momento de la cena decidí no subir al gran comedor, termine de arreglar algunos detalles para mis clases e irme directamente a la cama. Al día siguiente cuando entre al gran comedor todos los ojos se posaron sobre mí, no le tome importancia y camine hasta mi asiento, se escuchaban murmullos por todo el lugar, los profesores también me miraban, me senté junto a Minerva.

-Buenos días Minerva- salude.

- Te vez muy bien Severus- Me sonríe.

-Gracias.- baje mí mirada.

Es caprichoso el azarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora