Capitulo #39 / Amegakure

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Profugo

—¿Debería sentirme mal?—pregunte con ironía mientras nos vestiamos.

Sakura no estaba del mejor humor del mundo ahora que había visto la hora. ¿Cómo había pasado el tiempo tan rapido? Dos horas de retraso de seguro ni siquiera encontraríamos a Takeshi para desayunar.

—¿Sakura?

Sakura suspiro mientras se ponía las sandalias y tomaba su bolso para colgarlo en su cintura.

—No tienes la culpa de todo cariño, yo...simplemente no puedo pensar cuando me tocas.

Sonreí de lado y no creí que estaríamos de acuerdo. Si yo ponía un solo dedo en su cuerpo, dejaba de pensar en lo demás. Ella era mi perdición y moriría feliz solo por tenerla a mi lado. Me senté a la par de Sakura y me apresure a colocarme los zapatos.

—No te sientas mal, ya inventaremos algo—le dije al verla preocupada por la tardanza.

Sakura asíntio mientras nos poníamos de pie y salíamos de la habitación. Afuera aún continuaba lloviendo y el día estaba totalmente nublado dando la apariencia de ser aún temprano pero la realidad era que ya pasaban más de las diez de la mañana.

No tuvimos que caminar demaciado, ya que la cafetería estaba a pocas cuadras del hotel, doble la sombrilla  que nos habían proporcionado y Sakura soltó sus manos de mi pecho. El lugar era bastante moderno y muy agradable para ser una aldea que pasaba todo el día lloviendo. No estaba lleno pero había cierto movimiento.

Takeshi se levanto de la mesa y nos miró un poco confundido.

—Pense que no vendrían

Sakura estaba a punto de hablar pero esta vez fui más rápido. No quería que por un segundo que imaginara que había metido a mis esposa a propósito a la bañera para hacerle el amor y solo con el rubor de sus mejias se exponía sola y dejaba poco a la imaginación.

—Nos quedamos dormidos—me excuse de un manera corta y fría. Algo que dejara a todos los presentes sin hacer cuestionamientos que no les corresponde.

—Me imagino, lo de ayer debió dejarlos agotados.

La tensión en el ambiente era palpable pero ninguno de los dos iba a dar su brazo a torcer. Ya éramos personas adultas y simplemente fingimos que decía la verdad.

Takeshi retiro los pergaminos que tenía desdoblados en la mesa y se los paso al ninja que lo acompañaba.

—Los invite a desayunar para agradecerles lo que hicieron por la aldea. Sin ustedes el hubiese sido imparable.

—No tienes nada que agradecer, mi trabajo no fue del todo limpio y...

Takeshi levantó su mano deteniendo sus palabras.

—Las cosas materiales no son de importancia pero la vidas que salvaron son suficiente pago para mí. Ya se ha sacrificado suficiente sangre en la guerra.

En eso estaba totalmente de acuerdo, Konoha aún se reconstruye poco a poco pero todas las personas que quedaron atrás jamás las volveremos a ver.

El desayuno fue servido tiempo después y aunque la charla al principio estuvo bastante entretenida. No evitó que el silencio se viniera sobre nosotros pero ya no era incomodo.  Takeshi era como nosotros, sobreviviente de una guerra sin sentido y como moraleja habíamos aprendido a valorar a las personas de nuestro alrededor.

—Hay alguien que los anda buscando—pronuncio mientras revolvía su café.

Levante la vista solo para cruzarme con la mirada verde jade de Sakura. Tanto ella como yo no lo esperábamos. ¿Acaso Kakashi lo había mando? Era imposible de creer.

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