Capítulo 30.

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Había pasado casi una semana sin saber de los Müller. Había vuelto al horrible sentimiento de sentir que faltaba algo en mí, pero tuve que pasar todos los días con una sonrisa delante de los niños o incluso de Camille. La mañana del viernes empecé con mi rutina, después de bañarme y terminar de vestirme organicé la ropa en mi armario y ahí la vi, aquella camisa de Andrew, la que me había prestado y no le había devuelto, a pesar de la lavada aun mantenía el característico e indescifrable olor de él. La tome en mis manos y la abrace esperando que quizá su aroma o el saber que en algún tiempo cubrió su torso me aliviase un poco, pero no fue así, incluso hizo que el dolor en el pecho empeorara, los recuerdos me golpearon y las lágrimas brotaron. Respiré profundo, limpie las lágrimas, guarde la camisa y salí de la habitación.

Por alguna extraña razón Camille pasó por mi esa mañana en el auto de Andrew. Después de la clase me llevó a su apartamento. Había una vibra nostálgica en el lugar.

—¿Me dirás qué pasa? —pregunté cuando entramos.

—En un momento lo sabrás.

Minutos después su celular sonó. Alcance a ver la pantalla y noté que alguien con numero oculto la llamaba.

—Pásalo, ella esta aquí. —Camille estiró su brazo para alcanzarme el celular— Es Andrew.

Lo recibí con rapidez— ¿Dónde estás? —fue lo primero que pregunté.

Escuché un suspiro al otro lado de la llamada— Solo quería escuchar tu voz una última vez —su voz me devolvió el aliento, pero a la vez me inquietó, sonaba apagada.

—¿Estás bien? —me alarmé— ¿Derek y tú están bien?

—Lo estamos, no te preocupes.

—Dime dónde estás.

—Necesito que me escuches. —pidió— Siempre tuve en claro que si tu vida llegaba a estar en peligro por cosas de la mía yo tendría que alejarme de ti y ese día se llegó.

—No hagas esto.

—Siento que se me está rompiendo el alma porque eres lo mejor que me llegará a pasar en la vida, pero simplemente no podemos seguir juntos. No tomes esto como el abandonarte, considéralo como la oportunidad de tener una mejor vida porque yo no me perdonaría que te veas afectada por cosas que nada tienen que ver contigo.

—Andrew, por favor...

—Te amo, Alison —dijo con su voz rota.

—Quédate. —supliqué casi en un susurro— Si me amas, quédate, por favor —dije sintiendo el sollozo que estaba a punto de ser liberado.

—No me hagas esto, por favor. Tienes que dejarme dejarte ir.

Había estado mal de mi parte pedirle que se quedara sabiendo que en unos meses seria yo la que partiría. Tenía que respetar su decisión y aunque quisiera convencerme de que era lo mejor realmente no quería eso, no quería perderlo, pero la decisión ya estaba tomada y por más que refutara no podía cambiar nada, su pensamiento de ponerme a salvo sobre todo era lo que más prevalecía.

—Te amo, te amo muchísimo —dije y noté como las lágrimas nublaron mi vista.

La llamada se quedó en silencio por un momento— No puedo, no puedo hacer esto, Derek, la amo. —su voz se escuchó lejos y desgarrada, pasaron unos segundo y volvió a la llamada— Tienes que ser la mejor en lo que sea que vayas a estudiar, tienes que seguir siendo valiente, no te vas a desmoronar por nada ni nadie. —cerré mis ojos con fuerza cuando las lágrimas ardieron— Lo último lo digo muy en serio, tienes que ser muy feliz ¿entendido?

La promesa de AlyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora